Sáb 09.05.2015
satira

Hoy Sátira Hoy

› Por  Rudy

¿Cómo le va, lector? ¿Cómo anda? ¿Sabe por qué le preguntamos cómo le va? Sí, es obvio, porque nos interesa usted, porque es nuestro lector, y lo queremos, y lo sentimos un amigo con quien semana a semana venimos charlando en nuestro ya tradicional espacio. Pero no sólo por eso, lector.

También le preguntamos cómo le va porque no lo sabemos, necesitamos que usted mismo nos diga. ¿Y sabe por qué nos pasa eso? ¡Porque somos argentinos!

¡En serio, lector, los argentinos nunca sabemos cómo nos va! Por eso estamos tan atentos a lo que nos dicen en el resto del mundo. Por eso hay tanta gente, incluso gente culta, instruida, de alto poder adquisitivo, que para poder vivir tranquila necesita que vengan, por ejemplo, los del FMI y les digan que están bien.

Si no, no duermen, y lo peor, no dejan dormir ni comer al resto. Con sus alaridos, sus pesadillas de gurú, en medio de la noche te gritan: “¡Se viene la recesión, la crisis, el Apocalipsis now, la deflación, la ultramalaria!”, o cosas peores.

Y usted puede explicarles que todo esto se debe a que anoche comieron de más, se llenaron la panza de calorías y grasas, y por eso ahora tienen estas pesadillas.

Pero a ellos no les alcanza. Para poder ser felices necesitan que de afuera se los confirmen. Y el problema es que esos “de afuera” tienen un raro concepto de lo que es “andar bien”, que es más o menos así: “Cuanto más me debés, mejor estás”.

Este concepto, que no resistiría ninguna casa de familia tipo, es, sin embargo, aceptado cuando se trata del país. La frase sería “endeudame y llamame Marta”. Evidentemente, una especie de “masoquismo económico” afecta a gran parte de nuestra benemérita clase media.

Y digo clase media, porque la clase alta de masoquista no tiene nada. Ellos, más bien, son sádicos, onda “yo me endeudo, y te la hago pagar a vos”. Dicho esto con cierta sonrisa. Si el lector quiere conocer cómo es esa sonrisa, puede hacerlo viendo cualquier foto del ganador de las PASO del PRO en la Capital. Sí, “Esa” sonrisa.

También solemos mirar las encuestas para que nos digan cómo estamos. Porque si usted no siente nada, ninguna molestia, pero según la encuesta a la mayoría de los argentinos le pica el duodeno, más de uno va a empezar a rascarse, aunque no sepa dónde, y hasta el momento haya desconocido incluso la existencia de la víscera en cuestión.

Y algún laboratorio sacará al mercado “Notepic plus” en sus tres exquisitos modelos: “duodeno, yeyuno e ileón”.

Y después, mágicamente, los medios dirán: “Parece que a los argentinos no les pica más el duodeno” y todos respiraremos aliviados, mientras los dueños del laboratorio que sacó el “Notepic plus” tendrán alguna molestia en sus dedos de tanto contar billetes.

Pero todo esto es porque somos argentinos.

Porque si fuéramos norteamericanos el gobierno sabría cómo andamos, sin necesidad de preguntarnos, ni de que nos preguntemos. Diría que estamos tan pero tan bien que el resto del mundo, en caso de existir, nos envidia profundamente. Y como no nos gusta que nos envidien, vamos a invadirlos, a llevarles nuestros valores, para que ellos se puedan sentir tan bien como nosotros, y no nos envidien más.

Si fuéramos norteamericanos, lector, estaríamos tan bien que lo festejaríamos tirando tiros al aire, con tan mala suerte que algunos de esos tiros les pegarían a algunas personas a las que llamaríamos “gente colateral”. Y ¡a seguir con los triunfos!

¿Y si fuéramos franceses? Si fuéramos franceses, lector, tampoco le preguntaríamos cómo está. No haría falta. La ley nos autoriza, ahora, a averiguarlo por nosotros mismos, a espiar sus comunicaciones, sus cartas, sus mails, sus suspiros, su sangre y su orina, buscando algo sospechoso.

¿Le parece mal? ¿Y por qué le parece mal? ¡A nosotros nos parece mal que le parezca mal! Es más, nos parece muy sospechoso que le parezca mal. El ciudadano inocente no tiene nada que temer. Al ciudadano inocente le gusta, lo apasiona, le encanta que el Estado se meta en su casa, lo proteja, lo controle, le diga qué comer y con quién dormir.

Al que no le gusta que le espíen sus mensajes es porque tiene algo que ocultar. Y si usted tiene algo que ocultar, nosotros tenemos algo que saber, dirán las autoridades, sospechosamente socialistas, del país que supo ser la cuna de Asterix, la liberté, la égalité y la fraternité

Pero quédese tranquilo, lector, que no somos nada de eso. Somos argentinos, y por eso preguntamos.

Porque si fuéramos rusos tampoco haría falta preguntar. Estaríamos preocupados, muy preocupados, por nuestra nave, llamativamente llamada Progress, que en vez de llevar alimentos y combustible a la estación espacial se perdió por ahí, y se viene para acá.

Pero nosotros, lector, somos argentinos. Preguntamos. Nos preguntamos. Les preguntamos. Y como somos humoristas, tratamos de reflexionar, con una sonrisa.

Hasta la semana que viene.

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