Sáb 28.11.2015
satira

Hoy Sátira Hoy

› Por  Rudy

¿Cómo le va, lector? ¿Cómo anda? ¿Cómo dice? ¿Ah que “no sabe, no contesta”? Pero, lector, ésta no es una encuesta, no tiene por qué ser tan evasivo. Quédese tranquilo que por un tiempo nadie lo va a llamar por teléfono para preguntarle a quién piensa votar, a quién votaría si no votara al que piensa votar, a quién elegiría en un eventual ballottage entre Frankenstein y el Hombre Lobo, o si le gustan más las ideas o los globitos de colores.

No, lector, todo eso se terminó, al menos por ahora.

Así que usted puede contestarnos con total tranquilidad cómo le va, cómo anda, cómo se siente, cómo se piensa dentro de unos años, y si prefiere los “spaghetti nero di sepia” (los que vienen con tinta de calamar) o los globitos de colores a la hora de sentarse a la mesa. Y si usted dice que esa pregunta es absurda, que nadie elegiría tragarse los globitos de colores... ¡no sabe cuáááaan equivocado está! ¿O sí?

Pero puede ser que usted no es que no nos quiera decir cómo está (tendría todo el derecho de no decirnos nada), sino que de verdad usted no sepa, no tenga la menor idea, de cómo está. Ni de cómo le va. Ni de dónde está. Ni de “a cuánto” está. Ni siquiera de cómo le fue. Y mucho menos, de cómo le va a ir, ya que el futuro, ahí sí, es ignoto. Aunque algunos dicen que en verdad es futuro es como el agua: o sea, incoloro, insípido y sobre todo inodoro, muuuuy inodoro.

¿Qué sabemos de la vida, lector? Nos dijeron que la vida...

  • Es un sueño

  • Es una herida absurda, y es todo todo tan fugaz

  • Es una opereta

  • Es una enfermedad mortal que se transmite por vía sexual (con perdón del Dr. Albino, quien sabrá disculparnos, o culparnos)

  • Es lo que hacen los demás mientras uno mira tele

  • Es lo que “al final, sigue igual”

  • Es breve

  • Es una moneda

  • Es bella

  • Es un carnaval

  • Nos da sorpresas, sorpresas nos da la vida

O sea, no sabemos mucho. Mas bien diría que sabemos poco. Y de la muerte, menos todavía. Ni queremos saber, ¿no? Aunque a veces parezca que sí, pero mejor no, a ver si nos enteramos de algo que no nos gusta nada.

Porque así somos, lector, No es que nos gusten las certezas. Nos gustan las certezas que nos gustan. Las que nos dicen que todo va a ir mejor. Las que nos prometen vida eterna, felicidad, o por lo menos, globitos de colores.

La historia de los globitos de colores es larga y legendaria en nuestro continente, lector. Dicen que fue eso, y no espejitos, lo que Colón les dio a los pueblos originarios a cambio de tierras, riquezas y soberanía. ¿Usted cree que de verdad los originarios eran tan tontos como para regalar todo a cambio de los espejitos/globitos? No, lector, no lo eran, pero los que escribieron los libros de historia estaban de parte de los conquistadores. Entonces no contaron que detrás de los que traían los espejitos/globitos, estaban otros conquistadores, con cañones, espadas y todo tipo de armamento, dispuestos a usarlos si los espejitos y los globitos no alcanzaban.

Pero ya sabemos que la historia la suelen escribir los que ganan, o, con mucha suerte, los que empatan y se clasifican por penales.

Entonces, lector, por más globitos, estamos en la incertidumbre. Usted no sabe cómo le va, cómo le va a ir, ni siquiera cómo le fue. ¿Cómo que no sabe cómo le fue, si el pasado, ya pasó?

Bueno, es cierto, ya pasó, pero hay quienes quieren que vuelva. O que se lo relate de otro modo. Solamente así se puede entender, por ejemplo, la nota editorial del pasado lunes, donde un conocido en un medio gráfico nacional se confundía “juicios justos” con “venganzas”. Por suerte, los mismos trabajadores del lugar reaccionaron a tiempo y “explicaron” la diferencia.

Son peligrosas y muy inciertas esas confusiones. Después uno confunde “economía” con “ajuste”, o “salario” con “gasto” o “cultura” con “circo”.

Y estas confusiones crean, valga la paradoja, una nueva cultura, la cultura de la confusión.

Y entonces, unos denuncian que hubo una campaña para asustar, cuando en verdad era para “ajustar”, y que todos tenemos que estar contentos, porque se libera el cepo al globito de color, aunque quizá no alcancen para todos, pero eso no importa: los que no tengan su globito propio van a poder disfrutar viendo cómo los que sí lo tengan juegan con el suyo.

Y todos felices. Porque viene la revolución del amor. Sin sexo, no sea que se nos enoje Albino.

La incertidumbre está siempre, lector, y eso no es malo. Si tuviéramos todas las certezas, además de ser unos delirantes (diría Lacan), la vida sería muy aburrida. A Seguro lo llevaron preso, pero salió por la otra puerta de la comisaría.

Tenemos incertidumbre, porque no sabemos lo que va a pasar. Tenemos incertidumbre, porque suponemos algunas cosas que pueden llegar a pasar.

Habrá que lidiar con todo eso.

De eso, lector, se trata este suplemento. Porque SátiraI12 está y sigue estando con usted, aunque no le regale ningún globito de color.

Hasta la semana que viene.

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