› Por Rudy
¿Cómo le va, lector, qué dice, qué cuenta? Quizás eso sea lo importante de estos tiempos: ¿qué cuenta? Porque mucha gente está contando los días que faltan para que termine febrero, que, como todos saben, este año son dos, ya que es bisiesto.
Aunque no sé si esa noticia se ha difundido lo suficiente.
¡En serio!
Es muy importante que todos, todas y todis sepamos que este año febrero tiene 29 días, cosas que no se daba desde 2012. Ya nos imaginamos a “los sabios/ gurúes/ fanáticos/ dinosaurios de siempre” explicando a todos que “¡Por culpa de Cristina (nombre que suelen remplazar por algún epíteto o “sustantivo más adjetivo” de tono insultante que no pensamos decir) hace cuatro años que febrero no tenía 29 días!” “¡Devuelvan el dia que se afanaron, corruptos!” “¡ Seguro que ese día lo tiene Anibal F y lo usa para reunirse con sus cómplices de Júpiter, con los que trafica wolframio! ¡O lo tienen los militantes grasa, y lo usan para entrenarse en las playas de Tibet o en los montes del Sahara, donde aprenden a manejar billeteras y tarjetas de crédito!”
Y seguro que ellos saben que es así, porque lo leyeron en la tele, lo escucharon en el diario, lo vieron en la radio, donde, casualmente, el mismo periodista en los tres medios (o uno tan igual que parece clonado), les decía que el 29 de febrero lo tienen en Venezuela, y no lo van a largar hasta que no vuelva la democracia. Pero habría que entender que donde dicen democracia, debe leerse, verse o escucharse “libertad de empresa”, que es en lo que creen de verdad.
La cuestión es que, gracias al nuevo gobierno de MM, y merced al plan “Cambiemos... el calendiario”, se ha logrado, luego de mucho esfuerzo, algunos miles de millones de dólares de costo, y la promesa a los fondos buitre de que también les vamos a pagar el interés correspondiente a ese día, que vuelva el 29 de febrero a los calendarios argentinos ¡Grande Mauri, Grande Gabi, Grande Euge, Grande Patri, no me tires, por favor!
Eso sí, no faltará quien afirme que, en realidad, no hay 29 de febrero en ningún calendario del mundo, desde 2012, y este año, sí lo hay, pero también en Brasil, en EE.UU., en Venezuela y hasta en Cuba. Obviamente, se trata de un nostálgico del pasado, que nos quiere hacer retroceder hasta el 2012, que que en vez de “Febrero” al mes le pongan “Néstor”, y que seguramente estará despechado porque acaba de perder su trabajo en el Estado, junto a otras decenas de miles de ñoquis militantes grasas... ¿Usted no cree que haya tantos ñoquis grasas militantes? ¿Pero qué lee usted, Página/12? ¿Qué quiere usted, un Estado donde la policia no le pueda pedir los documentos y los fondos buitre no cobren lo que merecidamente rapiñaron?
Sí, lector, ese discurso existe.
Nadie le dice que gracias a que febrero tiene 29 días, usted va a pagar un día más de luz, va a tener que poner en su mesa un día mas de comida, va a tener que bancarse un día más de MM, y todo por el mismo sueldo que si tuviera 28 días, nadie le da un mando más, nadie lo considera “día extra”
¡Muchachos gremialistas, acá tienen una nueva reivindicación para sumar a los mas sentidos reclamos de los trabajadores, junto con la alícuota de ganancias y el globo amarillo! ¡Bono especial por el 29 de febrero!
Tampoco se ve mucho por la tele, aunque algo se dijo, lo del nuevo “proctólogo antipiquetes” que nuestra querida ministra de inseguridad (le decimos querida para que sienta un poco de culpa en caso de que nos encuentre en una marcha, y no nos tire a los muchachos), dio a conocer.
Con todo glamour, nos explicaron que si queremos manifestar, lo hagamos, pero no cortemos la calle, no obliguemos a los gendarmes a reprimirnos en su almuerzo, respetemos el horario de la siesta, llevemos algunas pizzas para convidar a los que nos tienen que reprimir (que están trabajando), no vayamos a contramano porque encima nos va a llegar la multa, crucemos con luz verde, no hagamos ruido, no reclamemos más del 25 por ciento en caso de paritarias, ya que un reclamo mayor se considerará “ruido molesto”, y vayamos todos vestidos de amarillo, cosa de que si algún medio del exterior filma, puedan decir que era una marcha a favor del Gobierno.
Respecto de la prensa, van a tener una ubicación privilegiada, bien a salvo de la posible represión, para protegerlos y que después no hagan quilombo, así que van a estar ubicados a unas diez cuadras de los sucesos, y se les va a oferecer un buen servicio de catering, a precios más que razonables, sinceros.
Y entonces sí, quien quiera marchar, que marche, y quien quiera oír, la liga.
Porque como la idea es que todos los que quieran puedan hacer escuchar sus reclamos, para que sea más democrático y nadie tenga el monopolio de la protesta, como en el gobierno anterior, ahora se establecen turnos de 5 minutos. ¡”Protestá cinco minutos y dejá tu lugar para el que sigue!” Sería el nuevo lema que le asegura a cada argentino y argentina tener su oportunidad, sus cinco minutos de fama. Seguro que el Gobierno explicará: “Queríamos darle a cada uno sus quince minutos, como decía Andy Warhol, pero no nos dio el presupuesto, pero ni bien nos pongamos al día con los fondos buitre, las cerealeras, los bancos, las petroleras, las mineras y los terratenientes, vamos a ver si nos ocupamos de darle un minuto mas de fama a la gente”.
Como era más que razonable, es la propia policía la que se encargará de regular esos minutos. Lógico, porque son ellos los que están autorizados para pedirles los documentos a las personas. Entonces, de pronto viene un grupo de gente a protestar, la policía les pide los documentos, los ve y les dicen “ustedes ya protestaron, váyanse”. ¡Y se tienen que ir, porque si no, viene la Patri y te mira con cara de miedo, o vienen los gendarmes y...!
Parece una extraña película, o mejor dicho, una remake... ya la vimos, un poco a fines de los 70, otro poco en los 90. Capaz que es una secuela “Macrix 3, el Apocalipsis de mercado”
Tele, película, teatro... ese que vimos en el balcón, una verdadera “tragedia musical” con bailecito y todo. Son las disciplinas que marcan estos tiempos.
Y de eso, del cine, de la tele, del teatro, de esas disciplinas que mezclan lo plástico, lo narrativo y lo musical (que fueron nuestros tres suples anteriores) trata este suple.
La semana que viene (o considerando los nuevos valores, la semana pasada) volvemos.
Hasta el sábado, lector.
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