¡Las vaquitas, lector, las vaquitas son más ajenas que nunca, lector! El Gobierno quiso retener una parte de las vaquitas, la parte que se transforma en soja y luego se exporta a China, donde se les agrega agua y se vuelven a transformar en sonrientes vaquitas que reinan en la mesa pekinesa, ¡pero no!

La Presidenta dijo, certificó, constató y aseguró: “¡Los argentinos comemos carne, los argentinos no comemos soja!”, en un discurso emocionante que conmovió a todo el país, menos a una parte. Y después un hombre nos explicó que, aunque lo que él estaba por hacer se supone que debilita a la democracia, su corazón le dice que no, y en todo caso parece mucho más fácil un trasplante de democracia que uno de corazón, y además hay que tener el corazón contento lleno de alegría, como decía Palito, o algo así; lo importante es que su voto no fue positivo, fue negativo, muuuy negativo. La historia juzgará cuán negativo fue su voto. Pero, en todo caso, no hay retención de vaquitas; y ahora con total orgullo patriótico se viene el nuevo desfile, en el que marchan con apostura marcial nuestras vacas, caballos, chanchos, ovejas y demás exponentes de nuestras Fuerzas Ganadas, aquellos que defienden a la Patria tanto en la mesa argentina como en cualquier lugar del mundo en la que se requiera un choripán que deje bien alto nuestro ser nacional, o nuestro colesterol. Allí están, allí estamos, año a año, recordando quiénes somos, lector. Y por eso, nosotros, al recordar quiénes somos, humoristas, hacemos chistes.

Nos vemos el próximo sábado, lector.