ES MI MUNDO
Después de 25 años de amenazar a la normalidad con sus lesbianas irreverentes y gozosas, Alison Bechdel se despide de la serie que la convirtió en necesaria para la disidencia sexual. No hay por qué sufrir, su blog sigue activo y pronto aparecerá su segunda autobiografía.
› Por Diego Trerotola
En las sucesivas revoluciones de los ’60 y ’70, el comic de EE.UU. se transformó en un género que pudo ir más allá de ciertos límites, tratando de seguirle el ritmo a la expansiva contracultura del rock y el cine de aquellos años. Rebautizado “cómix”, esa nueva historieta marcaba con una equis cierta liberación de los tabúes impuestos en la prensa masiva. Así, la cultura de las drogas, el rock, los primeros enviones de la liberación sexual fueron experiencias que formaron parte fundamental de cada uno de los dibujos que completaban las viñetas. Sin embargo, como señala Santi Valdés en su libro Los comics gays, esa apertura rara vez incluía a personajes o situaciones que pudieran representar o sensibilizar a la comunidad Glbtti. La diversidad no había llegado al cómix en un sentido pleno: la verdadera revolución sexual ni se asomaba aún por las viñetas. En los ’80 aparece la revista Gay Cómix, que publicará sólo veinticinco números, y abre un espacio de experimentación y continuidad para el dibujo y la narrativa Glbtti. Y en 1983 surge Alison Bechdel con una propuesta que transforma al cómix para siempre: creará un grupo de lesbianas que revolucionan la historieta independiente. En plena era Reagan, Bechdel pudo recuperar la resistencia contracultural de los ’70, pero también fue responsable de prefigurar la revolución intelectual y política que la cultura queer traería recién a partir de los ’90. Su historieta se llamó Cuidado con estas tortas (Dykes to Watch Out for, en el original), nunca fue editada ni distribuida en la Argentina, a pesar de ser la saga más extensa, prolífica y todavía inacabada del cómix lésbico. Las distintas entregas de esta historieta la convirtieron en la forma más compleja de narrativa serial y sexual que, además de cumplir un cuarto de siglo este año, encuentra a Bechdel en el mejor momento de su carrera.
En el prólogo a uno de los libros que compila sus historietas, Bechdel confiesa con su frontalidad característica su propia experiencia como torta: “Debo admitir que, al principio, el sexo era lo que más me atraía del lesbianismo. Pero entonces coincidía con un grupo muy combativo; mujeres que estaban siempre arrojando sangre contra el Pentágono, bloqueando Wall Street, o marchándose a Nicaragua para ayudar a los sandinistas en la recolección de café. Mientras permanecía al margen, boquiabierta de asombro, tuve la certeza de que el sexo sólo era la punta del iceberg lésbico. Lo que subyacía debajo era una visión del mundo, un completo sistema lógico en el que la homofobia estaba inseparablemente asociada al sexismo, al militarismo, al clasismo y al imperialismo. Y a unas cuantas cosas más. Y lo mejor de todo era que, para poder abordar cualquiera de estos problemas necesitábamos abordarlos todos juntos. Era un esquema fascinante, y si en mi apasionamiento confundí lo personal con lo político, bueno, eso formaba parte de la idea”. Y la manera en que Bechdel lo aborda todo de un saque es a través de una creación intensa: Cuidado con estas tortas, una cruzada propia donde la historieta es una forma de romper las barreras para la expresión plenaria de orientación sexual y la identidad de género. Sin presiones editoriales ni correcciones políticas, a pesar de la resistencia que encontró, Bechdel comenzó a dibujar la forma del deseo de un planeta diverso a partir de su personal estilo de cómix humorístico (porque el humor es su arma definitiva para combatir la enjundiosa solemnidad de los discursos sobre género y sexualidad). Así las cosas, cada viñeta es una pancarta festiva para una manifestación en contra de los límites sexuales, especialmente de la lesbofobia. Y, en su búsqueda para ir de lo personal a lo político, propone una historieta sin un personaje central, porque en la base está la idea de la diversidad: es un comic coral, comunitario, pensado contra de las reglas y perspectivas que privilegian las heroínas y los héroes individuales tradicionales. Las tortas de Bechdel forman un colectivo expansivo hasta niveles altísimos y rompen definitivamente con arquetipos y vicios repetidos que la TV y el cine usan para representar la disidencia. Por eso en Cuidado con estas tortas desfila un abanico de personajes excepcionales: desde una judía con esclerosis múltiple hasta negras universitarias y ambientalistas, desde una drag king rubia a una asiática bisexual, desde una profesora de árabe a la dueña de una librería feminista, desde una pareja de madres binacionales y birraciales hasta una lesbiana madre soltera con su hija trans adolescente. La historieta se convierte en una versión lésbica y multicultural de la sitcom Friends, no sólo por ser un retrato coral sino por llevar el formato de la comedia de situaciones a su máxima expresión: cada capítulo es una narración en paralelo donde los personajes se enredan en episodios desopilantes que ponen a prueba sus convicciones, su ideología, su deseo. Una historieta viva en un sentido socialmente pleno, donde cada uno de los personajes atraviesa etapas muy distintas de su vida y la de sus amigxs, hijxs, padres y madres. Y a pesar de ser personajes inventados, Bechdel cree que su historieta es una no-ficción, por centrarse más en la realidad de EE.UU. que en su propia imaginación: sus lesbianas discuten a quién votar en las próximas elecciones, sufren los ataques de patriotismo post 11-S, van a marchas contra la guerra de Irak con pancartas que dicen: “Las bombas de USA son terrorismo contra gente inocente”. Y paralelamente tienen encuentros sexuales tras una borrachera o practican el packing, forma en que las lesbianas llaman a la práctica de salir a la calle con el dildo abultando la bragueta. Si en los ’80 las organizaciones Glbtt crearon imágenes digeribles, y por lo tanto reduccionistas, de la sexualidad y el género para asimilarse a una mayoría heterosexista y patriarcal, Bechdel fue pionera en enfrentarse a los modelos eróticos e ideológicos de las mayorías prepotentes para abrir la puerta y jugar la carta más fuerte de la verdadera diversidad, con sus tortas rebeldes y con causa.
En 2006, Bechdel publicó su primera novela gráfica, Fun Home: una tragicomedia familiar. Es un libro autobiográfico sobre su infancia, centrado en la relación que tuvo con su padre, un gay que nunca salió del closet, que murió en un accidente al poco tiempo de que ella le enviara una carta confesándole que era lesbiana. Tras siete años de trabajo y con una gran valentía para abordar un relato tan complejo, donde llega a insinuar que su padre pudo haberse suicidado por su culpa, Bechdel consigue transformar al lenguaje de la historieta en un vehículo narrativo donde lo trágico deviene una comedia que contiene todos los grises de la realidad. Y en los balances de fin de 2006, Fun Home llegó a ocupar los top ten de varias listas de especialistas literarios, incluyendo la del New York Times. Y la revista Times lo eligió mejor libro del año. A pesar de la buena recepción de su obra en los últimos años, parte de la cultura estadounidense se resiste a tolerar el talento y la sinceridad de Bechdel. Por ejemplo, aunque muchos profesores usan su novela gráfica para las clases, un grupo de alumnos lesbofóbicos de la Universidad de Utah se niega a leerlo, acusándolo de pornográfico por unas viñetas que muestran el despertar sexual de una niña lesbiana. Pero Bechdel continúa firme en su risueña y combativa política de visibilidad de las diferencias políticas y sexuales, que también desarrolla a través de su blog (www.dykestowatchoutfor.com). Ahí, el 13 de mayo pasado, publicó los últimos episodios de Cuidado con estas tortas, donde sus personajes discuten sobre las primarias entre Hillary Clinton y Barack Obama. Y también anunció que, tras veinticinco años sin respiro, dejará de dibujar por un tiempo esa historieta para dedicarse a terminar otra novela (autobio)gráfica sobre su juventud. Muchas lesbianas se lamentan en los posts del blog, porque se criaron con esos personajes dibujados que trazan con toda nitidez un universo transformador de la diversidad.
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