Vie 20.11.2009
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ENTREVISTA

Friendly nunca

Cuatro docentes de la Universidad Nacional de La Plata —Camila Provost, Antonio Zucherino, Leopoldo Dameno y Mariela Constantino— forman Espacio Queer, un grupo de reflexión y debate que usa como punto de partida la proyección de películas, pero que se proyectan a la vez desde la universidad al espacio público y también a la vida cotidiana.

› Por Facundo N. Saxe

¿Qué es Espacio Queer?

Leopoldo Dameno: —Es un espacio sobre diversidad sexual, disidencia sexual, basado en expresiones del arte y, básicamente, trabajando desde el cine, la articulación película-debate-tema.

Antonio Zucherino: —Nosotros somos compañeros de cátedra en la Facultad de Bellas Artes, en la UNLP, docentes de la cátedra de Guión I de la carrera de Cine. La idea del grupo tiene que ver con nosotros y con nuestra necesidad de movernos.

¿Cómo es la modalidad del ciclo?

L. D.: —El eje del ciclo está basado en la película y el debate posterior, nunca hay una cosa sin la otra. Tratamos siempre de convocar gente de espacios muy diversos y disímiles, gente de la academia, militantes, periodistas, gente que haya escrito algo que nos parezca que esté bueno abrirlo a debate. El debate nos sorprende evento a evento, año a año, es como que ratificamos el principio del debate como espacio donde en realidad nosotros estamos en ascuas y tampoco sabemos qué va a suceder. La libertad que se genera en el diálogo es para nosotros lo más interesante.

¿Por qué lo queer?

L. D.: —Nos interesó lo queer desde los principios básicos, sobre todo tomando a Judith Butler en esto de ciertos conceptos en los que nos sentimos representados y nos parecían muy buenos para partir de ahí al cine. Tomar los orígenes de lo queer como movimiento que se abría de los movimientos tradicionales homosexuales, que se corría de la imagen del gay positivo, donde se podía mostrar otra faceta que no estaba representada por el hombre profesional de clase media alta, justamente hablar de disidencia sexual, de conceptos que no entran en el binarismo hombre-mujer y a partir de eso empezar a pensar el tema de las etiquetas, cómo se asumen los roles dentro de lo que se denomina identidad sexual, que hoy por hoy es un concepto muy cuestionado. Entonces, ese cuestionamiento constante que tiene la teoría queer nos parecía una base muy interesante para planear un espacio en constante movimiento, en constante debate.

¿Y cómo ven la situación de la diversidad en La Plata?

L. D.: —La Plata es una ciudad pueblo, lo que pasa con La Plata es que es una ciudad que más allá de lo cuantitativo, la cantidad de habitantes, de gente que viene a estudiar y a trabajar, lo que fuera, se mueve en espacios culturales comerciales muy reducidos. Es difícil ser travesti en La Plata como ser travesti en todo el país, es difícil mantener una vida de visibilidad constante de tu sexualidad gay, lésbica, transexual, porque hay violencia. En La Plata concretamente hay violencia en el día a día y ésas son cosas que no salen en los medios grandes y por mucho tiempo no van a salir, van a seguir apareciendo de manera muy subterránea en otro tipo de medios de difusión.

A. Z.: —En el día a día yo vivo mi sexualidad libremente, no soy el gay de las cuatro paredes, pero siempre está la mirada en la calle, la señora que se da vuelta, esas cosas están siempre; o por ahí que te griten, pero son cuestiones que tienen que ver con la realidad y cada vez va importándote menos.

¿Cómo encaja lo gay friendly en todo esto?

L. D.: —¡Lo gay friendly, esta mentira terrible! Nosotros estamos en un debate constante, y por eso ahí me parece que lo queer se opone. Lo gay friendly es terrible, porque más allá de lo que uno diga es sólo para los gays que pueden pagarse un crucero, o el hotel Axel en Buenos Aires o lo que fuera, ese concepto está silenciando la realidad cotidiana de un gay, una lesbiana, una o un trans, o las personas intersex. Se vende una imagen de aceptación, incluso me lo dicen mi familia y amigos. Y puede ser que Roberto Piazza hablando en la tele de su putez mejore la visibilidad de ciertas cosas, pero después no le cambia la vida a nadie: el cambio social, en la mentalidad de las personas, es lo más difícil.

A. Z.: —¿De qué me sirve a mí tener un bar gay friendly si yo quiero ir a otro bar y que no me hagan diferencia porque estoy con mi pareja de la mano? La sociedad está más liberada si te limitás a ciertos espacios, sos puto en La Plata y tenés que ir a Juana y vestirte bien y tenés que tener una personalidad determinada, lo que nosotros llamamos puto standard. Y si salís de ese modelo, sos raro y te van a marcar y te van a juzgar por ser raro y por ser diferente.

¿Tienen alguna anécdota de algo que les pasó en La Plata?

A. Z.: —Estábamos con mi novio tomando jugo en Plaza Moreno, la plaza principal de La Plata, sentados en el pasto, una tarde cualquiera. En otro lado había una pareja joven, veintipico, heterosexual, en una moto. Estábamos charlando y se acerca el chico de la pareja y nos saluda y nos dice: “Chicos, tengo que decirles una cosita, ¿no se pueden correr?”. Nosotros lo miramos y con el gesto le dijimos que no entendíamos lo que pedía, entonces nos dice que él estaba con una nena, con la sobrina, que estaba con el barrilete, que estaba todo bien con nosotros, que estemos juntos y seamos gays, pero que él no quería que la sobrina nos viera a nosotros. No nos enojamos ni nada, le dijimos que no, que no nos íbamos a mover y que no entendíamos por qué nos teníamos que mover. Insistió y optó por irse con su novia en su moto. Fue muy violento.

L. D.: —Te vengo a decir con amabilidad que no vivas como querés vivir, tenés que vivir como yo te digo. Lo que está diciendo detrás es que es enferma la manera en la que vivís, no sos normal, o sea yo te entiendo. No hay que hablar de tolerancia, acá hay que hablar de respeto. Lo más difícil es lo cotidiano, lo que sigue pasando con las travestis en La Plata, la violencia de los motoqueros, que al final parece que la policía los pudo frenar porque también les rompieron un patrullero, si no, creo que seguían pegándoles a las travestis; era un grupo de gente que salía por la ciudad de La Plata impunemente a pegarles a las travestis, entre otros juegos neonazis: pegarle al freak, al deforme, al que yo no quiero que esté. Molesta la inserción de un gesto de amor homosexual, de lesbianas, o de trans en cualquier lado: una mano en el cine, una mirada, hay muchos casos de situaciones de bar, de restaurantes, de pedidos del mozo, y siempre el pedido es con cariño, con amabilidad, pero es terrible, ¿qué me importa cómo me matices el tono de voz de la barbaridad que me estás diciendo? Por eso vienen después la familia, los amigos o cualquier persona a decirte: “Che, al final está bárbaro”. Está bárbaro porque no hay ningún gay en la calle y no pasa nada. Y en la tele aparecen cosas muy lindas, playas muy lindas, pero es un mundo de fantasía.

¿Ven diferencias de lo que ocurre en La Plata con otras ciudades del interior?

L. D.: —Sí, muchas. Uno de los proyectos nuestros es llevar el ciclo de cine a ciudades del interior. Concretamente yo soy de Pehuajó, me vine a los diecisiete, dieciocho años a estudiar, yo no sé qué hubiera sido de mi vida si hubiera seguido allá. Quizás hoy estaba lleno de chicos, con panza y cerveza, viviendo la sexualidad reprimida, encima no hay baños públicos, no hay teteras, chicos, es terrible (risas).

¿Cómo es salir del closet en La Plata?

L. D.: —Para mí la salida del closet tuvo mucho de proceso interno. A mí me pasó mucho que me dijeron “qué suerte tuviste”, y yo hasta que procesé esa frase que me taladró la cabeza, me di cuenta de que era una frase terrible, a nivel de mi autoestima. Y encima tuve que aprender la unidad dos de la salida del closet, que es “salís del closet todos los días”: cuando cambiás de trabajo, cuando vas al panadero, cuando te subís al taxi. El taxi es la experiencia de revitalización del closet cotidiana. Por ejemplo, frente al comentario “mirá el culo de aquella mina”...

¿Qué le dirías a alguien que quiere salir del closet?

L. D.: —Yo le diría a todo el mundo que tiene que salir del closet: escapá del lugar donde estés que te está haciendo mierda la cabeza. No me parece valioso que uno se lo tenga que decir a los padres porque sería también como una reinstitucionalización de la familia como núcleo primero de la verdad para luego salir al mundo. Una buena manera de procesarlo es el clásico que te importe tres carajos todo. Claro que para las travestis o los chicos o chicas trans, al portar la sexualidad en el cuerpo lo estás diciendo antes de hablar y eso primero suele traer violencia... De todos modos, ni loco bregaría por esto de salir a decirlo de un modo calmo, eso de “fijate el momento”, porque en realidad es acomodar tu forma de vida para el otro.

PROXIMOS DEBATES:
VIERNES 20: TRANSVESTITES ALSO CRY - SEBASTIANO D’AYALA VALVA. DEBATEN: BRUNO VIERA Y DIANA SACAYAN. CORTO: BARBIE TAMBIEN PUEDE ESTAR
TRISTE (ALBERTINA CARRI) MARIMACH@
VIERNES 27: MILK - GUS VAN SANT. DEBATE: DIEGO TREROTOLA. CORTO: 575 CASTRO ST. (JENNIE OLSON)
CIERRE: LA SECTA (BANDA INVITADA: CUBO MAGICO)
ENTRADA GRATIS A LA PELICULA.
CENTRO CULTURAL ESTACION PROVINCIAL
17 Y 71, PRIMER PISO.
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