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Lady Gaga, la estrella pop más provocativa del año, bate records de venta a fuerza de hits irresistibles, escándalos, impacto visual y apertura sexual. No reniega de sus comienzos en clubes gay y asegura que entre sus desafíos está el de inyectar la cultura queer en el mainstream.
› Por Gustavo Lamas
¿Cuánto hace que no nos topamos con una estrella provocativa, polémica y desafiante en el firmamento del pop mundial? ¿Estaremos ante la nueva Madonna, Britney Spears o Marilyn Manson? Es difícil saber semejante cosa, pero seguro estamos frente a una de las figuras sobresalientes de este año. Nacida en la Gran Manzana, Joanne Stefani Germanotta decidió rebautizarse Lady Gaga en homenaje a aquel tema de Queen (“Radio Gaga”). Mientras su hits adherentes y pegadizos como “Just Dance”, “Poker Face” y “Paparazzi” rotan incansablemente por las radios y las cadenas de clips, la chica, ni lerda ni perezosa, anda de escándalo en escándalo, atolondrada ante el éxito, marcando tendencia con su atrevimiento para la moda y acaparando tapas de revista. La V Magazine, una de las tantas que la pusieron en portada, ya pronosticó su corona en el universo del pop: “Convierte su propio cuerpo en objeto, ‘glamouriza’ sus experiencias sexuales y se toma demasiado en serio su arte. Es ése el motivo de que Lady Gaga sea la próxima Reina del Pop”. Su diminuta figura ya eclipsa a sus contemporáneas Cristina, Amy y Gwen. Capaz de aparecer encapuchada en plan piquetera fashion, de declarar que le gustaría ser la encargada del debut sexual de los Jonas Brothers o sus ganas de acostarse con todos los Take That. En plena era de desmaterialización del disco y mutación de formatos en la música, ella bate records de bajadas de mp3, incluso colocando entre los primeros cinco del chart británico dos de los suyos. En esta época donde ni siquiera hay que molestarse en ir a la disquería para comprar su disco, la Lady gana con sus hits inmediatos a un par de clips de distancia. Su primer álbum, The Fame, no supera el salpicado por los temas más gancheros, pero el personaje excede ampliamente el plano musical. Quizás el tiempo la hará juntarse con mejores productores que puedan redondear más esas canciones que ella misma escribe y facturar discos a la altura de Blackout (Britney) o Erótica (Madonna). Y es probable que lo haga porque, a la hora de los remixes, convocó a talentos como Kanye West y los Pet Shop Boys. De todas formas, ante tanta actitud y desparpajo estético, el puñado de éxitos irresistibles alcanza y sobra. Habrá que esperar un poco para saber cuánto hay de bluff, invento marketinero o si la chica guarda tela para cortar. Ella asegura que la tiene. El comienzo es acertado: dividir aguas, sembrar polémica y generar tanto fanatismo como rechazo. Y, después de todo, ¿alguien pensaba que Britney cuando apareció cantando en jumper podía llegar tan lejos, o la Ciccone cuando asomaba con su “Holiday” ser la Reina del Pop? La Lady, dispuesta a arrasar con todo, pica en punta para la sucesión.
Si hay alguien muy machito y capaz de burlarse de todo el mundo en el negocio de la música es Eminem. Sin embargo, había que verle la cara de susto cuando tuvo que entregarle un premio MTV a la Lady que, dispuesta a ir cada vez más lejos con sus looks, subió a recibirlo enmascarada, toda de encaje rojo y cresta al tono. Ese fue uno de los cinco modelitos con los que rompió todos los moldes en la ceremonia en la que se llevó tres galardones y acaparó la atención con su brillante performance del tema “Paparazzi”, en la que culminó ensangrentada y colgada. Casi mejor homenaje a Michael Jackson que el que hicieron con sus propios temas.
Lady Gaga entiende a la perfección el juego mediático. Si algunos desprevenidos aún no la conocían, o la descubrieron recién en un desafinado dueto con los Pet Shop Boys en los últimos Brit Awards, a partir del escándalo sobre su posible transexualidad logró una promoción inusitada. Jugando con el morbo de un público insaciable a la hora del chisme, mucho mejor si el misterio de una celebrity se encuentra entre sus piernas. Así fue como una imagen en la que su vestido corrido deja a la vista un supuesto bulto durante su actuación en el Festival de Glastonbury recorrió el mundo y fue el disparador para el tsunami de versiones sobre su sexualidad. En un verano europeo sin sobresaltos se convirtió en el tema inevitable: videos en YouTube linkeados hasta el cansancio por los bloggers del espectáculo, la música pop y Glttbi de todas partes, improvisados peritos de turno dispuestos a encontrar rastros sobre su condición trans. No era la primera vez que recurría a su sexualidad para causar revuelo. Antes se había referido con naturalidad a su bisexualidad, que le gusta acostarse con chicas e incluso los problemas que ese tipo de confesiones le ocasionaban con los hombres. “El hecho de que me gusten las mujeres los intimida, se sienten incómodos y actúan como diciendo: ‘No necesito hacer un trío, soy feliz contigo’.” Finalmente, la Lady apareció para poner negro sobre blanco por medio de un comunicado y fiel a su estilo subió la apuesta con una de sus declaraciones explosivas: “No es algo de lo que estoy avergonzada. Simplemente no es algo que voy por ahí diciendo a todos. Sí tengo tanto los genitales de hombres como de mujeres, pero me considero una mujer. Es únicamente un pequeño pedazo de pene y realmente no interfiere mucho con mi vida. La razón por la cual no he hablado de eso es que no es una gran cosa para mí. Vamos, no es como que todos andan hablando de sus genitales por ahí. Creo que ésta es una gran oportunidad para hacer que otras varias personas del género se sientan más cómodas con sus cuerpos. Soy sexy, soy candente”. Con estas declaraciones LG era noticia de nuevo y los títulos que rezaban sobre la nueva estrella hermafrodita (palabra que tanto morbo trae y que tanto se usa para desentender e invisibilizar a las personas trans y a la intersexualidad) empezaron a multiplicarse.
Algunos no dudaron en que esto era otra vuelta de rosca en el aceitado plan promocional. Su competidora Katy Perry, resentida por lo chiquito que quedó su “I Kissed a Girl” ante la irrupción de Gaga, advirtió: “Por favor. Eso está muy bien calculado. Sabe muy bien lo que está haciendo. Se puso algo ahí para que pareciera un bulto y forzar una confusión entre los más observadores. Que ella sea bendecida si tiene ‘pene’, pero tengo certeza de que no es el caso”. Y no se equivocaba. Al poco tiempo el manager de LG dio la desmentida y la diva en ascenso volvió sobre sus palabras: “Mi hermosa vagina está muy ofendida... no estoy avergonzada. Vendí 4 millones de discos en seis meses. Creo que es la reacción de la sociedad ante una mujer fuerte”.
Escándalo, burla, incorrección o vanguardia. Se escuchan opiniones. Mientras tanto ella se ocupa de dejar bien en claro lo mucho que le debe a la comunidad Glttbi: “No quiero que mis fans gays y lesbianas piensen que los utilizo con el propósito de ir de extrema. Creo que mi canción ‘Future Love’ es en apoyo al matrimonio entre personas del mismo sexo. Comencé actuando en los locales de ambiente y de ahí pasé al G-A-Y de Londres, donde nadie sabía ni quién era en un principio y había miles de personas. ¿Cómo podría darles la espalda a todas estas personas que lucharon por mí? Y, más allá de mi fidelidad, actuar en discotecas gay es lo más”.
A pocos días de iniciar una megagira junto al productor de hip-hop Kanye West, cuenta a la revista Queer Out las condiciones que le puso al rapero: “Sólo quiero dejar las cosas claras antes de que comencemos: soy gay. Mi música es gay. Mi show es gay. Y me gusta que sea gay. Y adoro a mis fans gays que vendrán a ver el espectáculo. Y quiero que sigan siendo gays”. Y va más lejos aún con su cruzada: “Quiero inyectar la cultura gay en el mainstream. Es toda mi vida. A veces digo, un poco en broma, que mi cometido es hacer gay al mundo entero”.
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