Vie 26.03.2010
soy

Mina cumple

Recluida en su casa de Suiza desde hace 30 años, Mina, que ayer apagó 70 velitas, sigue haciendo lo que tiene que hacer una diva para mantener el fuego sagrado.

› Por Cristian Lucano

La cantante italiana Mina Anna Mazzini cumplió 70 años el 25 de marzo, lo que ha desatado en su país un aluvión de homenajes y efemérides. La carrera de “La Tigresa de Cremona” apodada así por su ímpetu de predadora felina, comenzó en 1958 y desde ese momento no decayó jamás. Sus grabaciones llegaron a las cimas de los rankings al punto de convertirla en la cantante italiana con más discos y canciones en Hit Parade de la historia de la música de su país. Sus apariciones en programas de TV, hoy reliquias en blanco y negro, la hicieron atravesar fronteras y todavía hoy siguen siendo transmitidos. Studio Uno, Canzonissima ’68, Sabato Sera, Teatro 10 y Milleluci (última transmisión de Mina junto a la gran Raffaella Carrá) fueron el marco perfecto para que La Tigresa se pusiera al nivel mediático de las grandes divas del cine italiano de los ’60.En 1963 escandalizó a su país cuando en una conferencia de prensa confesó que esperaba un hijo fruto de su relación con el actor Corrado Pani, con quien no iba a casarse. Una madre soltera por más que se llamara Mina, recibía entonces el portazo de la RAI. El 18 de abril de 1963 nació Massimiliano. Un operativo CLAMOR de parte del pueblo, o mejor dicho, del público, forzaron a los señores de la RAI a abrirle la puerta otra vez en 1964.

Audaz y de avanzada en sus dichos como en sus atuendos, impactaba en la Italia conservadora de aquel entonces con su escultural cuerpo, sus cejas depiladas, sus grandes ojos y sus minifaldas vertiginosas que creaban tendencia. Vivía las canciones con su mirada y el molino de sus brazos acompañaba las melodías como nadie jamás lo había hecho ni lo hará. Según Louis Armstrong: “Mina es la cantante blanca más grande del mundo”. La divina Sarah Vaughan dijo que, de no tener su voz, querría tener la de Mina. Su personalidad transgresora la convirtió en el icono gay italiano por excelencia, siendo también el personaje más imitado por los transformistas de ese país aun hoy día. Víctima de un acoso periodístico cruel y sin límites, y hastiada de las consecuencias del éxito, poco a poco fue alejándose de la vida pública. Realizó un magnífico recital de despedida en 1978 del cual queda un registro titulado Mina Live. En los años ’80 fue noticia cuando, a causa del bombardeo de corticoides debido a una neumonía virósica, llegó a pesar más de 120 kilos. Desde entonces se recluyó en su residencia de Lugano, Suiza. En fin, cosas de diva: renunció a su contacto con el público en pleno apogeo de su carrera, negándose a gigantes del calibre de Federico Fellini, Dean Martin, Luciano Pavarotti e incluso Frank Sinatra. Le daba, según sus dichos, privilegio a su rol más preciado: madre y esposa. En 2001 volvió a causar sensación cuando subió a Internet un documental (que luego registró en DVD, Mina in Studio) donde se la veía divina, totalmente en forma, mostrando su modo de trabajo en la grabación de un disco.

Luego, el ostracismo otra vez de la mano de su esposo, el cardiocirujano Eugenio Quaini, sus hijitos, Massimiliano (47) y Benedetta (38), y de sus dos nietos. El único contacto con su público, que la sigue con una devoción conmovedora, son sus discos en lso cuales cada año se atreve a géneros más insólitos. Su discografía a esta altura supera los 100 títulos con innumerables ediciones (codicia de los coleccionistas) en todas partes del mundo. Qué más decir, desde aquí, Tanti auguri, Signora Mazzini!

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