TENDENCIOSAS
› Por Raúl Trujillo
Etnicos, tecnológicos, naturales, hiperreales, geométricos, ópticos, tejidos, anime, graffiti o web… todo Multiprint. Mezcla de estilos visuales que desde los ’60 se hace a velocidad de rotativas con la garantía de la eterna durabilidad sintética propia de los derivados del petróleo y una gran acogida entre la nueva cultura ciberpop. Jóvenes, música, imagen y redes sociales que llega al paroxismo hoy entre la pronta-moda y los blogs. El look multiprint lidera el ranking de los blogs de las lipstick fashionistas y hacen del leggin el fetiche ganador. Irremplazable por cómodo ahora luce pletórico en imagen para sumar al juego de la corriente maximal pop. Nada que ver con el romántico patchwork donde la mezcla se logra a partir de retazos, aquí se logra por la yuxtaposición de prendas y accesorios, cada uno con una textura visual particular.
La masificación de la gráfica llegaría de la mano de los diseños ópticos y geométricos de los ’50 que lograban mucho con poco y de un simple juego de figura y fondo, alcanzaron la psicoledia. Fueron los lisérgicos ’70 que hicieron del cuerpo un bastidor y de la piel pintada un traje con el body art. La misma y pionera top model Verschka, diva en Blow-up de Antonioni en 66 se animó a proponer una muestra de pintura corporal en Tribeca. Junto con Holger Trulzsch, un antiguo amante, venía haciendo de su humanidad trans, un metro ochenta y cinco de escuálido de esqueleto, un bastidor y un lienzo donde recrear animales salvajes o selvas urbanas. Bodie painting devenido una década más tarde en land art, cuando ambos jugaran al camuflaje entre fachadas gastadas, bosques húmedos o terrazas mediterráneas.
Hoy alucinantes técnicas de estampado y tejeduría permiten obtener imagen en todo textil y para todo tipo de prenda. Hace poco la firma española URBE presentó su colección basada en la técnica de termosublimación con tintas dispersas, una compleja técnica para la impresión de telas en pocos metrajes que revolucionara la industria y permitirá la personalización de los diseños sin el tacto plástico y acartonado de la actualidad. Y fue Sarah Burton, reemplazo en la dirección creativa del diseñador británico McQueen, la encargada de llevar a silueta los diseños textiles seleccionados por el maestro, empleando la técnica de drapeado directo sobre el maniquí. Arte religioso bizantino, madonnas italianas, el dorado de Bizancio y los demonios de El Bosco fueron convertidos en jacquards –la imagen se logra por tejido con hilos de diferentes colores y es igualmente visible por el revés– y con ellos se elaboraron los 16 looks presentados a modo de homenaje póstumo en una pequeña sala de París ante un reducido público de amigos y admiradores a principios de este año, 2010.
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