MUSICAL
Original, guarra y divertidísima propuesta social y sexual del musical Avenida Q, que se convirtió en un acontecimiento en Broadway y Londres.
› Por Adolfo Agopián
Hay que superar la sorpresa que provoca esta extraña idea de un musical con muñecos para adultos. Y además esto: temas sociales y trascendentes como el de- sempleo, la inmigración, Internet y la pornografía, preocupando a un grupo de vecinos de una callecita que de la Nueva York original se ha trasladado al ámbito porteño. La escena mezcla habitantes de carne y hueso con muñecos, manipulados también por cantantes, que dan la cara y con sus propios gestos interpretan y nos cuentan sus divertidas realidades. El desenfado del libreto y las canciones de Robert Lopez y Jeff Marx pintan un elenco de perdedores que reclaman al espectador que se identifique con ellos. Y pasa. Natalia del Castillo, Santiago Fernández (los directores adaptadores) y Mariano Chiesa, que interpreta a Princeton y Rod, fueron los tres jóvenes que pugnaron por traer al Paseo La Plaza este show.
Parece una producción modesta: el despliegue escenográfico es limitado a los frentes de las casitas y no hay orquesta en vivo. Pero algunas sorpresas de luces y proyecciones, y un timing que no da respiro mantienen la trama principal que gira en torno de Princeton, aunque todas las criaturas tienen su momento de lucimiento. Princeton, recién recibido y tratando de encontrar un sentido a la vida, se va a topar con el amor (Kate) y con muchos amigos con sus miserias cotidianas. Sin familias burguesas pagando estudios, el tema del dinero es central, aunque toda frustración se expone con alegría desbordante y distancia crítica, lo que no impide emocionarse. Cómicas situaciones muy malpensantes nos encantan porque nos muestran el cariño que se tienen en una nueva idea de familia resultante de la solidaridad. Hay un monstruo amante del porno en la red, un gay derechoso, una japonesa que psicoanaliza a sus compañeros y hasta el mismísimo Gary Coleman. Diversidad bien entendida.
Chiesa y Melania Lenoir, con dos personajes cada uno, cantan fantástico y muestran diversos registros, sobresaliendo la muchacha en la tierna Kate y en los momentos calientes Lucy. Además son los encargados de un momento de sexo (casi) explícito entre muñecos a grito pelado.
Avenue Q tuvo su debut en el off Broadway en 2003, tiempos de George Bush (la canción final en la puesta original hacía referencia a que ese momento “también pasaría”) y rápidamente pasó a las salas principales ganando tres Tony y de ahí al suceso internacional. ¿Será en parte porque cuenta cómo muchos de la generación de treinta y pico todavía estamos decidiendo qué vamos a hacer de nuestras vidas? La adaptación al castellano de las canciones y las referencias locales suenan justas y necesarias, haciendo que algunos chistes y el slang neoyorquino encuentren interesantes equivalentes. “For Now” (traducida “Por hoy”) cierra con alegría, y sin temor ni esperanza, un genial encuentro con seres de peluche parecidísimos a todos nosotros y nuestros amigos.
Avenida Q, de miércoles a domingo Paseo La Plaza, Corrientes 1660
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