› Por Diana Sacayán
La “chanchita” le dicen al tren que va del Mercado Central a Temperley. En dos estaciones debía bajar para llegar a la Unidad Penitenciaria Nº 40. Pasé la primera estación y a lo lejos ya se veía un tanque de agua gigante. “Esa es la cárcel”, dijo alguien que escuchó mi pregunta.
Me bajé en el kilómetro 34, para encontrarme con las chicas del Comité contra la Tortura, junto a quienes entraríamos a ver a Diana y a Yésica.
Ambas viven de penal en penal, por haber denunciado los tratos inhumanos y la tortura que padecieron en todos ellos, y ahora vienen aguantando y resistiendo con una huelga de hambre desde el 13 de septiembre. Están desafiando un sistema penitenciario brutal y cruel.
Con Laura Malacalza, coordinadora del Area de Género del Comité contra la Tortura, Juliana Brizuelas, Fátima Peres y Romina Rodríguez, todas del mismo organismo, entramos. Nos recibieron con amabilidad y sonrisas amplias. Se me erizaba la piel cada vez que se abría y cerraba una reja detrás de nosotras. Llegamos a “buzones”, celdas de castigo de 2x3, donde l*s detenid*s son llevad*s por malos comportamientos y no pueden salir. La “mala conducta” de Yésica y Diana fue haber denunciado a Ever Martín Rojas por obligarlas a tener sexo con él y su personal, y querer destapar “la venta de estupefacientes, cocaína, marihuana, pastillas (sic)”. Eso fue en la unidad de Florencio Varela, de donde las trasladaron alegando “cuestiones de mala convivencia” al penal de Sierra Chica. Luego sufrieron un último traslado al penal de Lomas de Zamora, donde están ahora.
“Allí la pasé igual o peor que acá —cuenta Yésica—, porque fuimos alojadas con tipos que nos manoseaban en complicidad y participación con los guardias de seguridad. Las torturas físicas y psicológicas fueron tremendas. No teníamos derecho a nada, el personal me trataba de puto todo el tiempo y eso era lo más leve que nos podía suceder.”
Luego de enviar una carta donde contaban lo que les pasaba, el Comité contra la Tortura realizó un hábeas corpus colectivo firmado por un amplio espectro de organizaciones sociales: Lunáticxs La Plata, Futuro Trans, Espacio Queer, Jóvenes por la Igualdad, Desobedientes, Asociación por la Identidad Sexual Platense, Contingente 13 Colectiv* Queer Transfeminista; Casa de la Mujer Azucena Villaflor; Centro Cultural Néstor Perlongher, Malas como las Arañas, Colectiva Feminista Las Furiosas, Asociación de Lucha por la Identidad Travesti Transexual, Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación, Desmadres, Organización de Lesbianas Madres en Comaternidad, Inqueerentes La Plata, Jacob Stephane de “Panteras Rosa”, entre otras.
Gracias a esta acción, los funcionarios habilitaron el traslado, pero en el camino las dejaron un fin de semana en la unidad de tránsito Nº 29 de La Plata, donde volvieron a ser abusadas por guardiacárceles.
“Yo quiero que me trasladen a Ezeiza”, dice Yésica. “Sé que es posible. Allá voy a poder seguir estudiando abogacía, que ahora, por estar en ‘buzones’, no puedo hacerlo. Acá me sacan a hablar por teléfono, si me siento mal viene el médico, pero igual quiero irme.”
El Comité contra la Tortura y las distintas organizaciones presentaron un nuevo pedido para que las compañeras sean trasladadas; pero como esto no ocurrió, Diana y Yésica comenzaron la huelga de hambre que aún realizan. A Diana la trasladaron a Ezeiza el jueves 23, pero Yésica aún no sabe cuál será su destino.
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