ENTREVISTA > ALBA RUEDA
El nombre con el que eligió llamarse a los 16, su nombre propio, será también el que figure en cada una de las instancias administrativas que implican trabajar para el Estado. Es una promesa de la presidenta de la Nación que Alba Rueda espera que se cumpla este mes. Mientras, sigue atendiendo esa línea caliente que recibe denuncias sobre violencia y discriminación, algunas tan desesperadas que es imposible no contestar con lágrimas a su urgencia.
› Por Juan Tauil
—Estudié Filosofía, hice el profesorado y ahora estoy estudiando Letras en la UBA. Siempre trabajé en consorcio o en cooperación con organizaciones sociales. Por ejemplo, desde 2006 llevamos adelante una acción bien concreta para la derogación de los edictos por parte del Estado nacional. “Basta de edictos” era el mensaje con el que marchamos el 29 de junio de ese año y ahí conocí a María José Lubertino, la presidenta del Inadi, y al poco tiempo supe que estaban pidiendo en el 0800 (el teléfono donde se reciben denuncias) una persona que tuviese un recorrido intelectual, conceptual, sobre el tema de la discriminación y derechos humanos. Pero también tenía que tener una capacidad de gestión a partir de las herramientas que te dan la organización y los movimientos sociales. Ese fue como el plus y la coincidencia que hizo que yo pudiera acceder al trabajo.
—Coordino el área de asesoramiento, tengo a cargo a un equipo de gente. Asesoramos sobre discriminación y vulneración de derechos en el 0800 y la página web. Llevo adelante la tramitación de las denuncias por tema de trata de personas. Básicamente lo que estamos obteniendo en la línea del 0800 es un contacto con los ciudadanos y las ciudadanas. Trabajamos el tema de violencia en un sentido amplio.
—En cantidad son muchos los llamados de personas con discapacidades, referidos a transporte público, accesibilidad y educación. Hay otros llamados de personas que incorporan el tema de otros delitos como lesiones físicas, violencia institucional como la que ejerce la policía contra las personas trans. Las personas con discapacidad están amparadas por la ley, en cambio algunas chicas trans desconocen sus derechos y, cuando llaman, plantean casos de tal complejidad que involucran delitos que hacen que nuestro asesoramiento e intervención sean más necesarios, ya que no cuentan con herramientas estatales que aseguren la recepción y la gestión de los reclamos, como sí lo tienen las personas con discapacidad en la Conadis (Comisión Nacional Asesora para la Integración de Personas con Discapacidad). Un día, por ejemplo, llamó Natalia de Pergamino, chica trans en situación de prostitución que una noche salió a bailar y se peleó con otra chica trans por el espacio en la calle. Natalia, dos días después, es violentada en su hogar por un grupo armado que disparó dentro de la vivienda en la que vive con su pareja y su hijo, rompieron todo, la amenazaron, la golpearon. Sus vecinas trans lograron reducir al grupo. La policía fue, se llevó a los agresores y los liberó en la esquina. Natalia fue a la comisaría a hacer la denuncia y el oficial a cargo le aseguró que la iba a pasar al tribunal de Justicia correspondiente. Pero cuando ella fue al tribunal, el expediente no estaba iniciado. El fiscal la persuade de no hacer la denuncia diciéndole textualmente: “No te pongas a la policía en contra”. En ese contexto, la dueña del PH la desaloja, ella no pudo hacer la denuncia y nos llamó por teléfono. Nosotros intervenimos, se concretó la denuncia doble (por el delito y por el mal accionar administrativo de la policía). Natalia tuvo que irse de la ciudad por amenazas. Ahora sigue el proceso judicial.
—Un sábado a la tarde me llamó una mujer de la provincia de Tucumán diciéndome que era vecina de una madre que golpeaba a sus hijos menores y que ella ya no podía seguir escuchando el llanto de los niños. Puso el tubo para que yo escuchara cómo eran golpeados y lloraban. No sólo me quedé sin palabras sino que me puse a llorar. Escucharlos fue lo peor que me pasó en la vida. Después reaccioné, pero me costó mucho.
—Fue por un libro que leí cuando tenía 16 años, más o menos. Cuando encontré un personaje llamado Alba, asumí el nombre como propio.
—Entré hace dos años a trabajar en el Inadi y ahora en el recibo de sueldo empiezo a figurar como Alba Rueda. Esto tiene que ver con una movida de institucionalización que ya se estaba dando desde antes y se plasmó en el reconocimiento de mi identidad dentro de un organismo de derechos humanos en el Estado. Pero en el momento de pedir la designación de mi cargo a la Presidencia, la rebotaron en el Ministerio del Interior con la excusa de que solamente podía entrar con mi nombre de varón, o sea con el nombre del DNI. Es importante distinguir entre DNI y nombre propio, mi nombre de mujer.
—No. Es parte de un proceso de lucha política. Es la conflictividad que tiene que existir para poder visualizar un derecho fundamental negado sistemáticamente.
—Se mandaron notas y notas hasta que, hace unas semanas, María Rachid, de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans, tuvo una reunión con el ministro de Seguridad y Justicia, Aníbal Fernández, y se le planteó este problema administrativo, que tiene que ver con un problema bien político, en realidad. Esto es: si yo iba a ser una trabajadora, que pueda contar con toda la legitimidad en base a mi identidad. Fernández aseguró que efectivamente iba a firmar mi designación. El Inadi la solicita, el ministro la confirma y la Presidenta la ratifica.
—Una vez que la Presidenta firme, voy a ser la primera trabajadora trans que va a tener reconocimiento de su nombre propio como parte de la planta fija. Y no sólo en la parte administrativa del Estado sino que también voy a ser la primera trabajadora en la Argentina que es reconocida con su nombre propio, es decir que en los papeles figura con su nombre propio.
—Que lo pidieron en tanto personas transexuales, y para ello se sometieron a dos cuestiones que en principio yo las acepto, porque son parte de la vida humana, y cualquiera lleva su caso como quiere. Pero políticamente me parece más inteligente y más interesante poder exigirle al Estado un reconocimiento de tu identidad sin más prueba que tu palabra misma, como en el caso de cualquier otro ciudadano. En su caso, ellas tienen que ir a probar que son mujeres transexuales, es decir que han sido sometidas quirúrgicamente a una operación de adecuación genital, y en el caso número dos que además padecen una enfermedad, que es el síndrome de Benjamín, que es la disforia de género, contra la que toda la comunidad Glttb se está alzando, a pesar de que apoyamos a todas aquellas compañeras que vayan a pedir bajo esa estrategia la adecuación. Me parece súper válido, pero la diferencia acá es que no se necesitó, yo no necesité decir nada más que yo era una persona trans, ¿me explico? Y casi ni siquiera decirlo porque, cuando me tomaron en el Inadi, me convocaron porque yo era una persona que cumplía con los requisitos, pero además era una persona trans, como una acción afirmativa dentro del Estado.
—Se supone que lo estaría firmando este mes de julio. O sea ya, es inminente, luego de la firma del ministro Aníbal Fernández. Vamos abarcando distintas estrategias de inclusión de nuestras identidades dentro de las instituciones. El paso siguiente sería iniciar la inclusión en el plano judicial, cosa que por supuesto lo voy a hacer e implica iniciar una demanda judicial para que haya una adecuación en el DNI de mi nombre propio, ya que tengo todos los antecedentes de reconocimiento de hecho de mi identidad, y tendría la firma del jefe de Estado, o la jefa de Estado, que en este caso es Cristina.
—Esto me devuelve la dignidad de una manera muy fuerte. Estamos pidiendo poder tener acceso a una ciudadanía plena, y el trabajo es uno de los ejes para empezar a dignificar la vida de muchxs compañerxs, con un trabajo legítimo, reconocido, que rompe con los estereotipos del pasado, pero también otorga otra alternativa de vida, que también es económica, y que te permite construir tu historia desde otro lugar, por fuera de situaciones de prostitución, comercio. Las condiciones materiales configuran las condiciones ideológicas también.
—La fuerza de la firma de la jefa de Estado reconociendo la identidad de una persona trans en términos institucionales, sobre todo en el ámbito laboral, es un fuerte argumento donde el Estado reconoce la legitimidad de nuestros derechos.
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