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Orgullo y prejuicio. Sentido y sensibilidad. No hace falta ser Jane Austen para que las publicidades con motivos lésbicos susciten, como mínimo, dos reacciones. Por ejemplo, asombro y acostumbramiento. Asombro: siendo tan escasas las representaciones de las lesbianas llama la atención que en los últimos años tantas marcas se hayan interesado por una estética lésbica a la hora de vender productos que, casualmente, la "lesbiana estándar" no compraría. Según algunos, se trata de un espejismo: la sugerencia lésbica es un componente de seducción, de falsa vanguardia y desenfado que la marca le otorga a la dama para que ésta vaya y conquiste a su príncipe hetero, ése que siempre está fantaseando con chicas cachondas.
Acostumbramiento: muchos critican esta nueva versión lánguida, sugerida y nunca concretada de las mujeres lesbianas en la moda. ¿Pero hay acaso otra imagen de mujer que no sea lánguida, modélica y chic, cuando se trata de vender ropa? La fiebre lesbo chic va ingresando la práctica amorosa entre mujeres como una de las imágenes posibles de la oferta mediática. Es una de las tantas formas de ingresar en el universo cambiante, protector y excluyente de la normalidad. Para algunas, un alivio. Para otras, un desafío. Y sí, la torta publicitaria provoca, como mínimo dos sensaciones encontradas.
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