Si cuando anunció que se retiraba del tenis muchos fans sintieron ganas de llorar, ahora están esbozando una sonrisa sarcástica al ver que Martina Navratilova regresó a Wimbledon. En 2006 fue la despedida y en 2008 su debut como artista plástica, lo cual no implica en absoluto abandonar raqueta ni pelotitas. Martina representa escenas de su vida y del mundo del tenis usando los instrumentos que nadie como ella sabe usar. ¿O se esperaba que pintara con pinceles? De ninguna manera,usa pelotas de tenis embadurnadas con colores, las arroja manualmente o con su raqueta según le convenga al espíritu del lienzo y según mande el artista checo, Jurak Kralic autor de la brillante idea. Está técnica, que se inicia –y es muy probable que también muera– con ella, ha sido bautizada como tennising. La dupla artística comenzó a trabajar hace unos ocho años, él le indica dónde tiene que pegar, arman juntos el concepto de cada cuadro y ella impacta, como siempre. Sonreirán algunos, pero eso no hace mella en las 300 obras que no están nada mal y que se expusieron en Wimbledon a un precio que alcanza los 160 mil euros.
De todos modos, muchos cuadros malos tendrá que elaborar Martina para llegar apenas a borronear su imagen de diosa imbatible del tenis, militante por los derechos de las minorías, defensora de la vitalidad en la madurez y su olímpica salida del closet, pelota y raqueta en mano, en un medio tan hostil como es el del deporte.
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