LUX VA A LA PLAZA DE MAYO
Luego de sortear algunos inconvenientes que le impedían emitir su voto positivo, nuestrx cronista votó a ganadora. Festejó con el pueblo bailando al compás de la más maravillosa música.
Agradezco a la Naty Menstrual el rutilante remplazo que me hizo la semana pasada, dado que bastante pasadx estaba yo como para arti culear palabra de más de dos sílabas. Sí, pasadx de primera vuelta, de rosca y de fiebre electoral, debido no sólo a mi viaje faraónico por los baños turcos sino porque a mi regreso me encontré con la veda, que en este caso fue peor que la de la carne ya que de un día para otro me quedé sin los desopilantes spots de Ricardito que me alegraban el día (Sí, Riqui, alguien te lo tenía que decir) Súmenle que como en una escena corregida y aumentada de Tengo miedo torero, mi casa se convirtió en el aguantadero de una militancia excedida en calorías, casa tomada por las chicas a quienes siempre he llamado con cariño “las tortililitas”, y que este domingo he debido llamar también, pero a la policía, porque atrincheradas en mi baño me ataron al inodoro enteradas de que ya van dos mandatos que voto a ganadora. “¡Lideraremos la resistencia al régimen de Cristina Kirchner!”, repetían las cuatro tortililitas mientras arrasaban con mi heladera cumpliendo al pie de la letra con dicha consigna de su líder. Pero por qué, si Cristina está divina, les reclamaba yo ingenuamente mientras trataba de salvar algún sánguche y miraba a la Presidenta votar en su escuela de La Plata, saludando por el nombre a fiscales, presidentas de mesa. Ante tanto color local y tanta cara roja de cama solar, el negro del duelo me resultó un remanso de luz. Aunque parezca mentira. El negro luto del dolor, que es a la vez el de la mesura, de la elegancia, del recuerdo constante, de la presencia. “¡De la transparencia!”, me sopla acá sobre la pluma una de las chicas del grupo recién formado “Depiladoras con Cristina” que quedó loca con el modelito del domingo y está tratando de copiarlo.
Faltando cinco para las seis, un escuadrón de aceitados hombres de la ley (¡mil gracias Nilda!) me liberó de las fanáticas y pude poner en la urna lo que había que poner, festejando luego por primera vez que mi falta de originalidad (mil gracias al 54 por ciento) hiciera algo por la patria. Tras de mí se cerró el cuarto oscuro y no es por fanfarronear pero puedo decir que todos los resultados del conurbano, zona de influencia y domicilio electoral, pasaron por esta boquita de urna esa noche de fiesta.
La vi contener el llano, el llanto, la vi responder a quienes le tienen miedo a su rerreelección, la vi decir que se tiene fe, retar y reírse de los de abajo que cantaban cosas creativas, chicos. Embobadx ante un momento tan histórico lo que no vi es cuando la masa (pongamos que el 20 por ciento activo) me reclamó en sus brazos. La gente en la calle, parecía más buena (gracias Palito), estábamos como sardinas pidiéndonos permiso y pase usted. Venimos por lo que nos dio, decían unas señoras con carnet de jubilación, unos chicos con stickers de Tecnópolis, una pareja de chicos con su libreta en mano. Por lo que no nos dio todavía, decían muchxs amigxs sin ninguna libreta ni para espiar. Lo que hay y lo que falta, de pronto y creo que como pocas veces que yo recuerde, sonaba al mismo compás, haciendo bailar a todos, con la esperanza como música de fondo.
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