A LA VISTA
Desde Salta, Mendoza, Neuquén, Tucumán, Santiago del Estero, Rosario, La Plata, Buenos Aires, Chile y Brasil, un centenar de lesbianas llegó a Córdoba a las jornadas “La celebración de las amantes”. Bajo el mantra de las definiciones del Borrador para un diccionario de las amantes, de Monique Wittig y Sande Zeig, pasó de todo, y aquí se cuenta gran parte.
› Por Valeria Flores
“Todas estamos capturadas por el matrimonio igualitario”, dispara Noe Gall. “El deseo y el placer no necesariamente circulan por los caminos rectos”, señala Verónica Fulco. “Sacar de la clandestinidad las experiencias erótico-afectivas que rompen con el amor romántico, servicial, incondicional, inmutable”, postulan Sole González y Rosario Castelli. “Coge por amor cerda, perra, guarra, calentona”, provoca Morgan Ztardust. “El cuerpo lesbiano es un cuerpo colectivo”, interpelan las Malas como las Arañas.“Hacer política del orto”, incitan Amotinadxs. “Practicar una política del deseo”, convoca Macky Corbalán. “Una mirada crítica que tome lo útil del reclamo de derechos, pero que no pierda de vista sus limitaciones”, advierte María Luisa Peralta. “Una postura crítica respecto a las políticas oficialistas”, manifiestan las Cruzadas. Estas fueron algunas de las expresiones que atravesaron “La celebración de las amantes”, realizada el fin de semana pasado en la ciudad de Córdoba.
Las casi 130 participantes de estas jornadas autogestivas de orgullo y disidencia lesbiana pusieron en marcha una intensa movilización de saberes, experiencias y deseos, y también, como en todo encuentro, las tensiones entre diferentes perspectivas. La cita a celebrar la existencia lesbiana tuvo lugar en el Pabellón Verde de la Ciudad Universitaria, el mismo donde la propia universidad borró el mural pintado contra la homo-lesbo-transfobia (mientras dejó intactos los murales alusivos a otras luchas sociales), por lo que la convocatoria resultó no sólo un repudio a tal agravio sino una muestra de la potencia de esos saberes sumergidos y de esos cuerpos silenciados en el ámbito académico.
El cuerpo en juego
El aula central de la celebración, bautizada Pepa Gaitán, se colmó de cuerpos y voces que debatieron sobre el cuerpo lesbiano, las políticas lésbicas y las relaciones sexo-afectivas. El primer eje resultó ser el más inasible para la discusión y las reflexiones se escabullían hacia la identidad lésbica volviendo el cuerpo un terreno pantanoso y difícil de apresar por los marcos de interpretación disponibles. Evelyn Poblete, activista chilena, reflexionaba sobre este desa-fío pendiente: “No me había planteado la corporalidad lésbica, no lo había pensado y es necesario conversarlo”.
El del cuerpo es uno de los temas menos pensados, dado que por herencia de cierto feminismo que sigue interpretando a las lesbianas en un cuerpo de mujer, no habría nada que pensar sobre el cuerpo lesbiano. Entonces, cuando se piensa en un cuerpo lesbiano, ¿en qué se piensa?, ¿en la expresión de género?, ¿en la identidad?, ¿en la asignación identitaria?, ¿en algo del orden de lo visual o del orden simbólico?, ¿es necesario buscar referencias empíricas de un cuerpo lesbiano o eso haría diluir su potencia? Podemos pensar en un cuerpo trans, sin embargo, el cuerpo lesbiano se nos vuelve inasible... por aquí pasaron las discusiones que obviamente quedaron abiertas y con muchos interrogantes.
Desde mi perspectiva, creo que se nos hace dificultoso pensarlo por la combinación de un orden de la materialidad como es el cuerpo, un cuerpo cuya interpretación es una ficción normativa que adquiere el estatuto de lo orgánico (órganos-funciones-percepciones que componen la económica erótica heterosexual) y un orden de la identidad que también es una ficción, pero tiene el estatuto de lo narrativo... Una frase poco conocida de Wittig, recuperada por Preciado en un texto, decía que “las lesbianas no tenemos vagina”, no porque fácticamente no la tuviéramos sino porque cuestionábamos la definición heteronormativa de ese órgano (víscera hueca a ser llenada por un pene), dando lugar a otras organizaciones del deseo y el placer, y de esa manera se desmonta esa concepción de “cuerpo normal”.
Política y poliamor
Diferente fue el eje de política, donde la palabra circuló de manera más fluida. Jorgelina y Gachi, del grupo Cero en Conducta de Santiago del Estero, opinaban: “Es un encuentro energizante, como la inyección de algo para renovar las ganas, ya que la cosa está parada en Santiago. Nos convocó el nombre, tanto por la celebración de las amantes como por la disidencia, que no hablara de algo nacional y popular. Nos ha interpelado el tema de pensar las agendas y cómo repensar las formas de activismo”. Y el último eje, que incluía discusiones como poliamor, no monogamia, sexo ocasional, BDSM, porno y post-porno, levantó la temperatura y los gemidos se fueron lubricando sobre las profilácticas paredes universitarias.
Cada eje contó con expositoras invitadas, todas activistas cuyas prácticas tienen una carnadura teórica untada en la politización de la vida cotidiana. Esas intervenciones introdujeron los nudos disparadores del debate, que luego continuó en los grupos de producción en los que fue indudable la fertilidad del intercambio de vivencias, criterios y posturas. Las del cuerpo lesbiano filmaron un ensamblaje móvil de cuerpos acompañado de frases escritas por las participantes al estilo de un cadáver exquisito. El grupo de política presentó un diagnóstico crítico del activismo a través de un texto más convencional. Finalmente, la fotografía fue el recurso elegido en el grupo de relaciones sexo-afectivas, en las que se podían ver cuerpos en posiciones eróticas y sexuales, con el torso desnudo e inscripciones del tono “¿Cómo romper sin romperse?”. Graciela Flores, integrante de las Safinas, daba cuenta con una sencilla frase del ánimo circulante después de la actividad grupal: “Estar con otras me convoca a aprender y desaprender continuamente”. La creación estética también tuvo su lugar protagónico, desplegándose durante la muestra artística en la cual la poesía, la performance, el video y la fotografía fueron el soporte de la inventiva lésbica.
Como culminación de la celebración, una compacta marcha de tortilleras alborotó el atardecer cordobés que trastornó no sólo el tránsito, intersectando a la columna de la masa crítica, para finalizar con un tetazo en la Plaza de la Intendencia conocida como el tortódromo local. No faltó una insistente e insidiosa custodia policial, burlada astutamente por un grupo de anarquistas que graffitearon sobre el paredón de la cañada consignas como: “Tortas marginales”, “Tortas de los barrios a las kalles”. Como “no hay celebración sin estallido de risa”, la rebosante visibilidad de la tarde se transformó en noche de fiesta iluminada por una pletórica luna llena. Para Moni Palacios, una de las organizadoras, la celebración “fue la concreción de un deseo, los deseos no nos llueven, hay que accionar para concretarlos”. En la misma línea de pensamiento, Anto, integrante de Terrorismo Lésbico de La Plata, consideraba que habiendo tan pocos espacios para lesbianas: “El encontrarnos nosotras es lo mejor, después lo que pasa lo hacemos entre todas. Haberse desafiado a hacerlo y venir es lo mejor”.
La disidencia tortillera se mostró de forma contundente en Córdoba y su poder lo resume la entusiasta declaración de Mabel Carballo, del grupo neuquino MalaQalaña: “Esta celebración me permite vivir lo bella lesbiana que soy”.
Los textos y las producciones grupales estarán disponibles próximamente en el Facebook de la Celebración, así como también en los blogs lacelebraciondelasamantes.blogspot.com y potenciatortillera.blogspot.com.
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