› Por Marlene Wayar
Desde la conquista de este continente ya estabámos ahí quienes además sufrimos lo nefasto, el terrible sitio del silencio. Fuimos laceradas y dadas a devorar por perros mastines, se nos cargó la culpa, el pecado y la estigmatización de la Iglesia. Luego se le fueron montando la criminalización, la patologización y la soledad absoluta dentro de familias que de bebés nos dan su amor y cuando manifestamos nuestro deseo nos ubican en el lugar del desprecio, preadolescentes nos hacen sentir el rechazo y ese tremendo desdecir de ese amor. Somos la nena o el nene de mamá y papá hasta el momento de develar el deseo de mismidad y de construirnos allí y no en el mandato de los otros. Somos excluidas y excluidos de manera brutal. Las niñas travestis debemos canjearle al mundo adulto sándwiches y café con leche por el uso de nuestros cuerpos, nuestros cuerpitos como única posesión para negociar nuestra subsistencia. En vista a esto, si yo tuviese que hablar desde mí, esta ley no me conforma.
Pero hay toda una comunidad trans, travesti, transexual y transgénero que la está demandando, porque será desde ustedes el primer pequeño gesto de amor que este Estado, en sus funciones paternas y maternas, no debe.
Los conceptos de Estado, Patria y Nación en los que hasta ahora no estábamos acogidas. Tal como dicen la prostitutas mexicanas: “Las putas no tenemos, padre, hermano, barrio, pueblo, nación o bandera, no tenemos nada”. Hoy en la Argentina, estos conceptos de Patria, de Nación y como entendemos la democracia, están en disputa y tensión. Nos consideramos invitadas por primera vez desde que nuestra Presidenta nos nombró por primera vez en la historia en discurso formal, primera mandatarix en toda la historia que nos reconoce travestis, dándonos entidad política y además reconociéndonos luchadoras sociales junto a cartonerxs y artistas callejerxs abusivamente castigados por el Poder Judicial. Nos conmovimos por un acto de amor. Mi comunidad ahora está reclamando un gesto de amor y que sería el primero que tendría esta Nación.
Porque, como se darán cuenta, de todas maneras, aun sin la ley, existimos; de todas maneras reímos, nos juntamos y agrupamos, militamos, comemos y hacemos el amor, constituimos familias. De todas maneras subsistimos y vivimos. Lo que queremos ver es si esta Nación nos deja de matar.
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