LUX VA A PALACIO ALSINA
Erase una vez un príncipe rodeado de otros príncipes danzando en la discoteca más bella del mundo. Nuestrx cronista llegóse hasta ese palacio encantado y esto es lo que allí le sucedió.
La llamada de mi amiga me tomó por sorpresa a cuatro cuadras. Y yo, que frente a un grupito de chicos que bebían cerveza en la vereda me demoré a propósito en acallar la voz de Chico Novarro en el bolero que hacía las veces de ring-tone, tuve que oír excusas repetidas: que un chongo caído del cielo, una boca que se había demorado en avisarme por haber estado demasiado entretenida. “Hacé lo que quieras, ¡chau!”, dije antes de cortar y dejarle atragantados los detalles obscenos que ya empezaba a enumerar como atenuantes. ¡Plantar a Lux justo hoy! ¡Justo hoy que iba a hacer su rentrée nada menos que en Palacio Alsina! ¡Y con la necesidad de sostén que se sabe que tiene Lux para evitar el desmayo o el desparramo total cuando se trata de un antro de cosas lindas!
Recuperando el aliento, caminé el trecho que me faltaba hasta el boliche y abrí el cortinado negro de la entrada con un brío de furia que los guardias atribuyeron a mis aires de divx. Quizá por eso uno de ellos se acercó y me señaló —en un arranque que por un instante me hizo temer que el ropero que me había puesto encima me valdría el derecho de admisión como escarmiento— cómo podía llegar al camerino. ¡Imaginen el tamaño de mi asombro! “¡Confunden a Lux con artista!” “¡Lux ata, amordaza y suplanta a artista en discoteca!” “¡Lux improvisa show que deja a todos sin aliento!” Titulares que empezaron a danzar en mi cabeza, ebria de red carpet como estaba, y sin que yo hiciera nada por aclarar el asunto me animaron a avanzar con paso de Miss Universo.
¡Qué lindo es el Palacio Alsina! ¡Esas balaustradas de hierro forjado, separadas por columnas en los tres pisos que le dan ese aire majestuoso! De vuelta del baño, donde el espejo me devolvió el alboroto que el viento había hecho con mi pelo, me topé con un chico que me pidió fuego y al que inquirí sin vueltas. “Acá muchos creen que irse con alguien es malgastar la oportunidad de irse con alguien más lindo”, me dijo, no sin ironía, ante la pregunta con la que yo buscaba esclarecer hasta qué punto la histeria es allí un mal endémico. “La onda es mirame y no me toques”, amplió el muchacho, tirándome el humo en la cara y apartándose, insolente, con un guiño. ¡Pero quién se ha creído esta loca salida de Zara! ¡Como si mi intención fuera otra que el flirteo antropológico!
Apartadx por un rato de mi rol de cronista, me acodé en la barra y con el dinero que me había ahorrado de la entrada pedí un trago que al instante evaporó el enojo. Ya la pista estaba llena y arreciaba la música electrónica, y la familiaridad con la que muchos me miraban se me terminó de elucidar con las drag-queens que de pronto aparecieron. “¿Vos sos la que empezaba hoy?”, me preguntó una. “Pero, ¿de qué te disfrazaste?”, me preguntó otra con rictus de sorpresa. Y yo, que lo último que quería era dar explicaciones, me escabullí entre dos turistas gringos, creyendo entender —ahora sí— el episodio de la puerta.
Por perderles el rastro a esas dos chirusas, fui a parar al centro de la pista: ¡la zona en que se juntan los más guapos! Cuerpos de megatlón que en un momento empezaron a sacarse las remeras, en un efecto dominó que me dejó acanaladas las pupilas a fuerza de mirar abdominales blindados. “¿Tanto calor tenés?”, le pregunté a un rubiecito, proyectando, claro está, mi encendido propio. Fuego que alcanzó categoría volcánica cuando los Go-go Boys, una de las atracciones del boliche, desplegaron sus encantos arriba de unas tarimas ante las que daban ganas de arrodillarse y rezar el Padrenuestro.
Pero entonces todo se tornó confuso, nebuloso, puesto que me dicen que me sobrevino un vahído. Maldije, al volver en mí, a mi amigx, por no haberme secundado aquella noche. Y maldije que no hubiera en Palacio un solo príncipe dispuesto a despertarme con un beso.
Palacio Alsina.
Viernes 01hs, Domingo tea dance 22 hs. Alsina 940
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