Mientras el reino animal descansa, el vegetal trabaja día y noche en estos centros adoradores de la comida sana. Para escapar un rato de la carnívora costumbre de la ciudad.
› Por Leonor Silvestri
“Sattva rige el equilibrio entre las otras dos energías en la religión hindú”, explica Germán, su dueño: “Yo le hubiera puesto ‘Carne es Crimen’, pero es poco comercial”. El slogan es Conciencia Vegetariana, o “Con Ciencia Vegetariana”. Aquí se sirven vinos orgánicos, tragos con frutas y cervezas caseras, pero no hay gaseosas. Entre los sabores recomendados se encuentra la sopa de miso (fermento de soja) y algas, o la bruschetta de pan integral casero con crema de tofu y rúcula con ensalada. Berta Furer, la cocinera naturista, ex profe de Germán, comenzará a dar un curso de cocina vegetariana. Sattva es un restorán gay friendly con todas las letras, y el precio está acorde con lo que ofrecen.
Bodhi es “esencia despierta” en sánscrito. Esta familia taiwanesa que no quiere “matar animales para alimentarse por razones de salud y de pensamiento”, llegaron al país en 1996. Según su tímida dueña, “es comida vegetariana con las verduras de estación según los gustos y costumbres de la Argentina”, a través de 80 platos que ella misma, cocinera desde los 13 años, enseña a sus empleados. No venden alcohol, pero sí gaseosa, o tés (rojo, ginseng o verde). La comida es realmente fresca porque todas las noches regalan lo que sobra a la gente del barrio. Bodhi es la mejor opción precio-calidad de los tenedores libres vegetarianos: llevar comida por kilo es realmente económico.
Loto es un restorán taoísta. Su sistema es bien moderno: se toma una bandejita y se elige un plato con guarnición, 2 rodajas de pan casero, bebida y postre, y se va a sentar a una mesa larga, que se comparte con desconocidos. Al mediodía estalla, aunque no es ni barato, ni abundante en la porción. Imperdibles la milanesa de lentejas con salsa de zapallo, los pañuelos de acelga o gelatina de kiwi. “Descubra el gusto de la naturaleza”, invita Lotos, que tiene un mini supermercado donde se pueden adquirir los ingredientes de sus platos, además de hierbas naturales y algunos productos de la medicina tradicional china.
Los ex empleados de Verde Llama se hicieron cargo del lugar con un menú crudívoro, vegano más platos calientes, desde $12 con bebida. Nicolás cuenta que “la gente merece comer alimentos nobles que no involucren el daño a un ser viviente”. Los platos no tienen ninguna proteína animal como el guisito de papa, choclo, zapallo, arvejas y zanahoria con queso de semilla, apta para celíacos e hipertensos. “Cocinamos utilizando nuestra propia experiencia vegana.” Las bebidas: limonada de jengibre, horchata de sésamo y aceite de uva o jugo de pasto de trigo, rico en vitamina B-12. Se puede comer en la barra o pedir el delivery.
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