Si la cocina es el corazón del hogar, el baño bien podría ser el sexo. Ese es justamente el órgano arquitectónico en el que Ezequiel Black eligió entrometerse. Con su intervención en Pasaje 17, curada por Máximo Jacoby, sin tocar la distribución y las dimensiones del lugar, Ezequiel les cambió la cara y la forma a los baños de la galería.

Sus objetos símil bola de boliche espejada, en la zona de las necesidades, generan una atmósfera disco, un estado particular del espíritu (el fiestero), que convierte cualquier día de semana en un día de weekend, baile, goce y comunión sonora.

Cuenta Ezequiel cómo, el día de la inauguración, la lógica binaria del celeste y rosa estalló en tres colores sin sexo: amarillo (el baño que intervino Silvia Ladino), el rojo (el baño donde hizo lo mismo Dolores Palmeiro) y el azul, que quedó en manos de Black, que es también el creador de las tapas de los discos más influyentes de la escena nacional, indie y no tan indie (Bicicletas, Juan Stewart, El Robot Bajo el Agua, Isla de los estados, Massacre, Miranda!).

El mundo de los baños y de los espejos es el de la apariencia y los dobles, que la intervención de Ezequiel evoca al desarmar algunas de las ideas sobre la sexualidad express de la noche, las fantasías y el toilette como lugar de encuentro amistoso y drogón. En el baño, el que en la pista transpira retoca el personaje con el que, afuera, volverá a moverse a la vista de todos. Hay que decirlo: pocas cosas hay más tristes que entrar a un boliche cuando Febo asoma. La media luz y los falsos reflejos nocturnos están condenados a decaer cuando el día llega para tirar abajo a fuerza de rimmel corrido todo lo que intentábamos levantar (para ver si levantamos) apenas un par de horas atrás. El espejo y los baños, como lugares donde reencontrarse con ese que construimos para mostrarle al resto, son los objetos fetiche de Ezequiel desde hace dos años: “Trabajo con espejos y telgopor, construyendo objetos desde hace tiempo. De los baños, me interesan en particular las energías que corren en ellos por las noches, la intimidad que te dan para consumir lo que quieras, la semidesnudez y el momento de las fiestas en las que se empiezan a quebrar todos los bordes”.

Pasaje 17 arte contemporáneo, Bartolomé Mitre 1559