Vie 31.08.2012
soy

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Que sepa abrir la puerta

Este no es un reclamo de alguien que se quedó sin trabajo ni el de alguien que no puede estudiar. Es que también es válido reclamar si no te dejan jugar un poco.

Hace doce años que soy clienta del bingo de Ramallo. Me conocen, ahí, todos los empleados. De algunos soy amiga y con otros tengo una relación cordial.

En noviembre del 2010 me llevé una sorpresa. Sin aviso ni motivos me enteré de que el bingo de Ramallo me había prohibido la entrada. Fue realmente triste para mí, porque tenía concentrada ahí toda mi vida social. Para una chica trans como yo, que ya soy grande –tengo 38– las opciones para la vida social se van achicando. Hace años que no voy a bailar, tampoco salgo a cenar, y el bingo era para mí el lugar para encontrarme con amigos, divertirme, distraerme un poco.

Pero no todo era agradable en el bingo, desde hacía tiempo uno de los jefes de sala me acosaba con comentarios como “me gusta tu pelo”, “qué linda tu cola”. Mantuvo ese acoso durante un año, hasta que un día se le fue la mano y yo reaccioné insultándolo delante de todo el mundo. El tipo es un acosador y también hacía lo mismo con sus empleadas, pero nadie se animaba a decir nada. Hasta que se pasó conmigo y lo ubiqué.

Creo que ahí empezó todo. Este jefe de sala se puso de acuerdo con el subgerente del lugar, Fabián Sosa (muy amigo del intendente de Ramallo, Ariel Santalla). Y encontraron una excusa para que yo no pudiera entrar más al bingo. Entonces inventaron que yo había agredido a una empleada y que por eso me suspendían (eso es mentira, no hay pruebas, ni videos y la misma “agredida” fue mi testigo cuando hice la denuncia por discriminación).

Después de que me suspendieran en el bingo, que es propiedad del dirigente macrista Daniel Angelici, caí en un pozo depresivo porque para mí eso era cortarme las piernas. Me habían dejado sin mi único lugar de esparcimiento.

Empecé a ir a una psiquiatra y sólo hablando con ella me di cuenta de que yo había sido víctima de discriminación.

Gracias a mi psiquiatra pude salir adelante y entender que me habían discriminado y que tenía que hacer la denuncia.

Hablé con un abogado y a los del bingo les mandaron una carta documento que decía que yo me sentía discriminada, a lo que ellos respondieron “La casa se reserva el derecho de admisión”. No estaban reservándolo frente a alguien que se había robado algo o agredido a otra persona, sino que no me admitían por mi identidad de género. Fuimos entonces al Inadi. Volvieron a preguntarles los motivos por los que no me dejaban entrar y contestaron que era porque yo hablaba con los empleados y los distraía, y que había clientas mujeres que se quejaban porque yo iba al baño de mujeres. El Inadi concluyó con un dictamen favorable para mí: el bingo me había discriminado por mi condición de chica trans. Eso fue hace un año. Me aconsejaron también hacer la denuncia a Defensa del Consumidor para después poder hacer la demanda judicial mejor plantada. Hace un año que Defensa del Consumidor los cita y ellos nunca se presentan.

El gerente Federico Colma les dijo a los de Defensa del Consumidor que él tenía sus propios testigos, que nunca aparecieron. La señora Beatriz Del Pópolo, la responsable de Defensa del Consumidor, me informó que el martes 21 de agosto el intendente mandó a decir, por medio de su secretario, que la corten, que “ya basta de notificaciones”.

Si Defensa del Consumidor también falla a mi favor, junto con el fallo del Inadi, vamos a ir a la Justicia. A mí el resarcimiento económico por supuesto que me sirve, pero lo que más me interesa de esta historia es que estos tipos no se salgan con la suya. Toda la vida, desde niña, sufrí discriminación en todos los lugares en donde estuve, en todos los ámbitos. Yo tuve una vida muy difícil. Pero ahora, ya hace un tiempo, dije “basta” y no sólo por mí sino para que estos casos ocurran cada vez menos. Es más, a partir de todo esto empecé a preocuparme muy en serio en defender mis derechos, tanto que empecé a estudiar Derecho y ya metí mis primeras materias.

María Florencia Ugartemendía

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