LUX VA > A GOTIKA
Gárgolxs pintadas con rímel y dark room para parejas efímeras en una sinagoga convertida en templo queer llevaron a Lux hasta la ciudad del monumento donde al fin flameó, alta en el cielo.
0.50 ¿Pero qué es esto, la cuevita picante de Batman y Robin, la jaula secreta de King Kong y la Pando, la cámara nupcial de Lilita y el toro Cleto? “Mirá que sos nabx, Lux –me dice la monumental Pedro–. Así como lo ves, este edificio fue alguna vez un templo judío.” Y como si estuviera contra un muro sagrado, donde ruega por una noche taquillera, apoya contra las bíblicas puertas manos y cabeza, y con gesto de solemne alto profile me empuja al interior de su gran disco, que este rosarino sábado de agosto festeja su tercer aniversario. La fiesta está por despuntar y ni el cansancio del viaje rutero ni las plateadas gárgolas que hacen góticas las paredes de la antigua sinagoga convierten en fría sal mis ardientes tetillas VIP. Así de incendiario se pone siempre mi cuerpo en la expectativa del reviente.
2.15 Pero no hay reviente en el horizonte, y ya siento la urgencia del vodka para entonar mi espera célibe. Una cruz luminosa draguea la pista y cambia de color, pero no es tiempo todavía para clavar a Lux en sus brazos. Por ahora, entonces, trip borracho y electrónico con la música del DJ Bear que, hay que decirlo, es un lindo chiche redondo y morochito para hacerlo trepar al árbol de los deseos. Azul, violeta, rojo, naranja, amarillo y de vuelta azul la cruz, dos pasos hechiceros... ¡y por fin aparece el mesías! “Hola bombón” (¿Es para mí ese piropo?, ¿nos conocemos?) El péndex lleva como estigma líneas de rímel en vez de corona de espinas, y de tan gótico parece bajo las gárgolas un decorado temático más. Un olor suyo a no sé qué hierba (¿se lo estará inventando mi olfato?) me hace responderle a su mirada califa con ojos de sí, quiero. Los dos nos anudamos en una salita dark detrás de las galerías superiores, y mi mano se pone en profesora: “Así, así me gusta”. Pero el coro de goces de los vecinos me distrae del placer que nunca es suficiente, y entonces, como si me estuviera ahogando en un mar de ansiedad, me pongo a dar manotazos a las anguilas. Hay algo que me falta siempre en estas escenas porno revival de cuarto oscuro bolichero cuando son sólo de a dos. Lo que me falta es otro cuerpo más donde explorar, otros cuerpos más, como si lo mejor estuviera siempre en otro lado, como si mi afán contable de coleccionista registrase con más intensidad la pérdida de ese perfecto fantasma que la ganancia de la presa viva entre las manos.
4.00 Florencia de la V recién para el próximo sábado. Por ahora, un elenco de transformistas de inspiración hollywoodense le da al evento el sublime tono maraca, y la Minnelli (que todxs llevamos adentro) merece ser celebrada hasta la última pirueta, pero yo ya estoy afuera de Gotika buscando en la calle el perfecto fantasma que se me voló esa noche.
4.30 Ascensor del Monumento a la Bandera. Alta en el cielo Lux, soy un águila guerrera con la presa entre las garras. Me llevan en custodia hasta los balcones, mi chongo gendarme, tan cerquita de la luna. “Mirá qué estupendas se ven desde acá las Lolas Moras”, le digo. “¿Qué, te vas a hacer las lolas?”, me responde. Ay, belleza en borceguíes, cállate. Quién iba a pensarlo: del humo agrario de las rutas al polvo de estrellas sodomita, Rosario voyeur bajo mis pies en punta. Queridxs lectorxs, esta madrugada no me harán sentir culpable por probar el sabor agridulce de las fuerzas del orden. El deseo, ya saben, es pre-ideológico. Cuando se trata de alimentar el estómago del sexo, no hay uniforme que me parezca abominable.
Gotika City Club
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