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Reinas de la noche y del show, las drags queens no pueden ser escindidas de la estética de la disco, de la moda, ni de la teatralidad camp, aquel estilo que Susan Sontag definió como un kitsch intelectual y consciente. De hecho, el término en inglés porta la idea misma de teatro y ropaje: drag quiere decir, justamente, “ropa”, y en la jerga teatral anglosajona designa la vestimenta femenina para un actor masculino; mientras que queen se relaciona con la actitud “regia”, muchos personajes de la nobleza hasta el Renacimiento, por lo menos, portaban la personalidad, los manierismos, los rasgos y los atuendos “típicamente femeninos”. Pero una drag queen es mucho más que un varón que se viste de mujer. A diferencia de quien se define como cross-dresser, las drag queens no extraen necesariamente ningún tipo de placer sexual fetiche de la vestimenta femenina. Ni travestis, ni mujeres trans, no se vive bajo la identidad drag queen las 24 horas del día. Más aun, los protagonistas de esta subcultura, que en la mayoría de los casos son hombres gays, tienen como condición el maquillaje, el atuendo excesivo e inverosímil, lejos de lo que sería una reproducción de una mujer, son la prueba de hasta qué punto las marcas de género son una puesta en escena. Su condición hiperbólica se conecta con el hecho de que suelen ser anfitrionas de shows o performances (artistas profesionales o amateurs que cantan o imitan la estampa y hasta la voz de alguna estrella famosa donde el toque humorístico suele ser parte de la clave). No imitación, homenaje a veces, tensión del estereotipo casi siempre. Famosa la frase de RuPaul, una de las más conocidas, que hasta incluso ha aparecido en los videos de Elton John: “¿Cuántas mujeres conocen que usan una peluca como ésta y plataformas de 20 cm?”.
Las drag queens son parte fundamental de la cultura gay que comienza en el siglo XX; incluso hay quienes dicen que las revueltas de Stonewall en Nueva York en 1969 estuvieron encabezadas por ellas y que por eso hoy son una tradición ineludible en las carrozas del Gay Parade de EE.UU. Por nombrar una drag queen ejemplar, vale el nombre de Candy Darling (¿1946?-1974) que representa el apogeo drag en la década del ’60 y participó del círculo de la vanguardia trazado con el compás de Andy Warhol, participó en uno de sus films, se convirtió en icono pop y fue inmortalizada por Lou Reed en su canción “Walk on the Wild Side”.
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