Vie 22.08.2008
soy

CATáLOGO Q

Ser o no ser

› Por Claudio Zeiger


Gianni Vattimo
No ser Dios

(Paidós)

Este reciente libro de Gianni Vattimo es un verdadero y grato impacto: lo que podría haber sido la serena y, en cierta medida, autocelebratoria biografía-resumen de un filósofo a sus setenta años recién cumplidos, una justificación y búsqueda de laureles, se transforma a medida que avanzan sus breves capítulos en un compendio de sinceras confesiones, rabias aún frescas, resentimientos apenas velados, humor e ironía muchas veces disparada contra los colegas y otras tantas contra sí mismo; en suma, memoria de los hechos significativos de una vida y uno de esos retratos de un “viejo loco” que resultan gratos sobre todo cuando no están impostados. Gianni Vattimo asume plenamente que la fórmula “pensamiento débil” se convirtió en su sello y su karma. Le dio un lugar y lo ancló en el posmodernismo. No gustó la asociación de ambas palabras y aun no lo digieren los académicos. Pero opina que si lo rechazan es sobre todo porque su origen es pobre, hijo de un policía de pueblo.

En No ser Dios la cuestión gay no es menor. Desde los primeros capítulos Vattimo se refiere a ella con franqueza.

Sus dudas y represiones iniciales; su larga pareja con Gianpiero y el agregado de Sergio a la “nueva familia”, lo que simplificando constituye uno de los aspectos escandalosos del libro (¡Vattimo vivió con dos hombres a la vez!). Y también la militancia política que incluyó la conformación de una lista donde él figuraba como candidato homosexual, y que de hecho constituyó su salida del closet, un capítulo francamente desopilante.

No ser Dios mantiene un hermoso tono evocativo que no lo ablanda; es duro y acerado en el recuerdo cuando debe serlo, y también poético en sus buenos momentos, cuando debe serlo. Tiene además el tono de lo que se supone que es: una larga conversación con quien figura como coautor, Piergiorgio Paterlini, figura enigmática, situada en un deliberado cono de sombras, a quien Vattimo se dirige en pocas oportunidades y que en cierto modo vendría a cerrar una trilogía de hombres jóvenes con Gianpiero y Sergio.

Pues bien: no resulta frecuente asistir al pensamiento concreto y crudo de un filósofo, sobre todo si el faro de su pensamiento ha sido Heidegger. Claro que con su acción política Vattimo ha trascendido el pensamiento cerrado del circuito internacional de las universidades. No ser Dios confirma esa apertura y también se lo agradece como un libro de lectura sencilla en la complejidad de una vida y su pensamiento.

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