Vie 08.02.2013
soy

MUNDO INTERIOR. EL BOLSóN: DIVERSIDAD (SEXUAL) EN LA PATAGONIA AUSTRAL

“Lo mágico es político... y lo natural también”

Ser hippie o ser nacido y criado, ser indio o no, son los estereotipos identitarios que se juegan con más fuerza y violencia en El Bolsón y alrededores. La potencia del activismo gay, lésbico, feminista y queer, representado por varias organizaciones y acciones concretas, está consiguiendo instalar la matriz de la diversidad para mejorar la convivencia y la vida cotidiana.

› Por Gonzalo Beladrich

desde El Bolsón

Se siente/se siente/Bolsón es diferente, es el primero de los cantos que escucho, y el que me va a quedar retumbando a lo largo de mis días en el sur. Es que El Bolsón (provincia de Río Negro) tiene apenas treinta mil habitantes, muy pocos si se los compara con algunas de las ciudades que lo rodean, como Esquel o Bariloche, o con los tanques patagónicos como Neuquén o Comodoro Rivadavia. Sin embargo es aquí, en el corazón de la Comarca Andina del paralelo 42, donde por quinto año consecutivo se lleva adelante el Festival por la Diversidad, al que llegan activistas de toda la Patagonia y del resto del país. Para este cronista, porteño de nacimiento, ese cantito se hace carne cuando ve la energía de la gente que marcha por las calles y la alegría con la que pobladores y visitantes reciben a la caravana multicolor. Y le despierta una pregunta obvia: ¿por qué acá?

Conjuros contra los lugares comunes

Los lugares comunes alrededor de El Bolsón –muchas veces alimentados por discursos oficiales– incluyen paraísos hippies, misticismos varios, ríos de cerveza artesanal y duendes de colores. “Aquí lo mágico es natural”, reza uno de los carteles de bienvenida al centro del pueblo. ¿Cualquier cosa puede pasar? ¿Llegué al epicentro del impossible is nothing? ¿O en realidad todo lo que suceda –mágico o mundano, extravagante o de lo más corriente– puede rápidamente ser vivido como “natural”, y amplificado o escondido debajo de la alfombra según convenga? Andrea González vive en El Bolsón hace más de veinte años, se presenta como feminista y educadora, y nos da algunas pistas para llegar a una respuesta. “¿Será porque todo puede suceder, y rodar como secreto a voces, rápidamente naturalizado y aparentemente desapercibido?” Y reflexiona: “Algunas incomodidades frente a esta lógica se fueron aglutinando alrededor de la intención de politizar eso naturalizado: algunos closets, estereotipos de género y dispositivos de control y disciplinamiento, aparentemente ‘mágicos y naturales’, y que muchas veces nos invisibilizan y nos quitan la posibilidad de nombrarnos y hablar de nuestras experiencias de vida”.

No es casual que el grupo que formaron Andrea y otras mujeres lo denominaran Conjuros... a viva voz, una colectiva que surgió a partir de un taller de capacitación en producción radial con perspectivas de género organizado en el año 2008 por el equipo de trabajo Construyendo la Identidad (sexual) a Viva Voz, perteneciente al Instituto de Formación Docente Continua de El Bolsón, y la Asociación Civil Alas para la Comunicación Popular. Como cierre del taller, el 28 de junio de ese año, Día del Orgullo, concretaron su primer programa radial. Lo titularon Tolerar es Discriminar (mucho antes de que la Presidenta lo incluyera en sus discursos), y su objetivo fue instalar en la opinión pública interrogantes sobre la situación de las mujeres y las personas con identidades de géneros y sexualidades no heteronormadas en El Bolsón y alrededores.

¿Por qué la radio?

–La mayor parte de la población se encuentra en la zona semiurbana y rural, por lo cual la radio sigue siendo un medio prioritario. Hace cuatro años nos propusimos instalar en la discusión pública algunos temas silenciados, y nos pareció el medio ideal.

¿Qué temas?

–La primera experiencia de Conjuros... como grupo de producción radial consistió en la realización de campañas sobre anticoncepción de emergencia, trata de personas y el derecho a la identidad sexo-genérica, que se incluyeron en la programación habitual de la emblemática FM Alas.

¿Y cómo están organizadas? ¿Cómo lo llevan adelante?

–Conjuros... se difunde en vivo a través de FM Alas y se reproduce a través de la Red Nosotras en el Mundo y otras radios comunitarias regionales. Somos nueve mujeres quienes ocupamos los distintos roles que un programa radial requiere, sin una organización jerárquica en la distribución de tareas. En cada programa abordamos un tema en profundidad, esto implica investigación acerca del contenido y discusión sobre la manera de presentarlo. Ocasionalmente organizamos acciones abiertas al público con los temas abordados en los programas: radio abierta, ciclo de cine, charlas, talleres.

Abriendo puertas

También en junio de 2008 nació Puertas Abiertas al Sur Por la Diversidad Sexual, a partir de la reunión de un grupo de mujeres lesbianas y bisexuales y de varones que empezaron a organizarse, al igual que Conjuros, en pos de trabajar para lograr una concientización y aceptación de toda la sociedad para una mejor calidad de vida y no tardaron en articular acciones a lo largo y ancho de la Comarca. En el transcurso de estos años han conseguido una serie de avances importantes, como la eliminación de la restricción por orientación sexual para la donación de sangre, la instalación de temas vinculados a la diversidad en escuelas y hospitales, y la realización de un festival anual y Marcha del Orgullo todos los veranos desde el año 2009. Actualmente el grupo se encuentra en tiempos de debate y reflexión internos para ver de qué manera continuar con estos trabajos.

Analía Pavicich integró Puertas Abiertas, es docente y vive en El Bolsón desde fines de los ’90. Lo primero que cuenta es su propia experiencia en escuelas en las que trabaja. “Entre los y las docentes hay mucha resistencia a hablar de diversidad sexual. A mí me pasó de decir en una escuela que tenía una compañera y la reacción no fue buena. Se hacen los boludos, creen que es algo peronista y no se habla más del tema”, ironiza. Lo cierto es que a partir de allí nadie en sala de docentes volvió a hacerle las típicas preguntas que se le hacen a alguien que ronda los 40: pareja, hijos, etcétera. “Esto me dio la pauta de que había algo para trabajar en la propia escuela, entre nosotros mismos.” La situación dentro de las aulas, sin embargo, parece diferente. Escuelas secundarias donde parejas de chicas o de chicos se hacen visibles sin sufrir hostilidad de pares o autoridades sí dan muestra de otras formas de discriminación frente a la diversidad. “Me tocó escuchar en recreos a chicos que insultaban diciéndose ‘indio de mierda’. Al poco tiempo tuvimos una actividad en la que en un momento preguntamos quiénes tenían padre o madre mapuche o tehuelche y nadie respondió que sí. Entonces empezamos a trabajar esa problemática”, cuenta Analía.

En El Bolsón rige con fuerza de ley un sistema de categorías que muchas veces termina legitimando quiénes pueden opinar y quiénes no. “Nacidos y criados”, por un lado, y “hippies” –llegados de afuera–, por otro, generan ciudadanos de primera y segunda clase al momento de tomar decisiones. “Acá está siempre la puja entre el NyC y el hippie”, empieza Analía, “y están empezando a discutirse cuestiones que nos importan a todos, como el proyecto ‘Laderas’ de loteo, construcción de un shopping y una cancha de golf en Mallín Ahogado. Entonces lo que tenemos que discutir es la idea de progreso que tenemos, y ahí no puede haber opiniones de primera o de segunda, porque está otra vez en juego el espacio público y el tema ambiental. Andrea también tiene su visión sobre las clasificaciones, y sobre el papel que jugó Puertas... al respecto: “Los géneros y las sexualidades asumidas como identidades políticas resultan provocativas y productivas para relocalizarnos en una comunidad marcada por las huellas de las fracturas y polarizaciones, entre viejas heridas y nuevos sujetos sociales que protagonizan las disputas por tierras y recursos. En este sentido, la aparición de Puertas Abiertas al Sur como colectivo de derechos instaló y visibilizó que lo mágico es político... y lo natural también”. Y que ambas cuestiones se defienden con ideas, palabras, acciones y poniendo el cuerpo. Aunque a veces el precio sea demasiado caro.

Las cosas por su nombre

El 14 de enero de 2011, Coco Garrido fue detenido en un incidente de tránsito en el centro de la ciudad, luego de asistir al cumpleaños de su padre en Epuyén. Lo llevaron a la comisaría y una hora y media después fue encontrado colgado en una celda. La causa había sido rápidamente archivada como suicidio por el juez Ricardo Calcagno (se habrían “olvidado” de sacarle el cinturón antes de encerrarlo) y fue reactivada por la Cámara del Crimen a pedido de la abogada de la familia de la víctima, Marina Schifrin. A partir de allí, la jefa de los fiscales, Liliana Piccinini, pidió nuevos peritajes y autopsias y convocó a expertos de la provincia de Buenos Aires. Tuvieron que pasar ¡diez meses! para que llegaran los resultados de las pericias que dieron cuenta de un traumatismo en la nuca que le provocó la muerte. Es decir que se trató de un homicidio policial, otro caso de violencia institucional de los tantos que abundan en nuestro país.

En El Bolsón, como en muchísimos otros lugares, lo que menos inspira la policía es confianza. A los casos de abuso de poder se les suma el desconcierto y la falta de formación de lxs integrantes de las fuerzas de seguridad para comprender y dar atención integral frente a situaciones específicas. Simón Mas es vecino y militante, y hace más de una década que vive en la Comarca. Me cuenta la historia de S., un amigo suyo que este último diciembre estuvo de paso por El Bolsón. “En La Casona, un antro rockero sobre la avenida principal, se levantó a un tipo y se lo llevó a la casa; el tipo le chupó la pija, después lo cagó a piñas, le tajeó la cara, le robó y se mandó a mudar”, relata Simón. Cuando quiso hacer la denuncia se encontró con policías a los que por poco había que hacerles un dibujito para que entendieran de qué se trataba el asunto. Finalmente, porque ya terminaban sus vacaciones y por temor a alguna represalia a la dueña de la casa en la que estaba parando, desistió de denunciar. “Me impresiona la delgada línea que hace que te lleves un chico de un boliche pateando hasta tu casa, conversando imagino, llegues, te haga un pete pero enseguida se acuerde del motivo que lo trajo y para que no queden dudas de su masculinidad te faje, te corte la cara y te afane todo, hasta los documentos, y todavía se escuchen voces que dicen que eso nos pasa por putos y promiscuos, cuando ese acto de ultrajarnos no es otra cosa que premeditada homofobia”, reflexiona Simón. Y haciendo memoria trae a colación un caso que sucedió cuando estaba recién llegado a la Comarca. “F. era DJ de un boliche, tenía unos 35 años. Una noche, al cierre, se levantó a un pendejo y se lo llevó a Patriada, y éste le dio con una piedra en la cabeza hasta matarlo. El vox populi impulsado desde la policía y los medios locales dijo que fue en defensa propia porque ‘el degenerado’ había querido abusar del menor de edad. Pero qué vale la vida de un puto. Cómo cuesta llamar a las cosas por su nombre...”

A las calles

Por todas estas cuestiones, feministas, movimientos de diversidad sexual, y otrxs activistas políticos y sociales confluyen cada verano en las calles del centro de El Bolsón. Por quinto año consecutivo, se desarrolló del 4 al 6 de enero el Festivxl por la Diversidad, esta vez organizado por autoconvocadxs que decidimos sostener el espacio que desde 2009 articuló Puertas Abiertas... y por el que pasaron Valeria Cini, Marlene Wayar, Susy Shock, Mosquito Sancineto, Pollera Pantalón, Gabo Ferro y tantxs otrxs. Este año el lema fue Nuestros cuerpos, Nuestros territorios, y las consignas que se escucharon fueron aborto legal, desmantelamiento de las redes de trata, discutir la prostitución y democratizar el Poder Judicial. Banderas multicolores, pañuelos verdes en los cuellos de casi todxs, y a arengar a la comunidad toda, que respondió de manera muy favorable frente al paso de la columna. Es que otra de las características de la Comarca es darles un fuerte apoyo a las movidas que surgen de su propio seno; como contraparte, no suele ser tan entusiasta con proyectos foráneos que a fuerza de recursos buscan instalarse aquí y tienen que remarla más de lo previsto para conseguirlo. Por eso no extraña que en las cuadras que recorremos cantando, denunciando y convocando se vaya sumando cada vez más gente. Por eso invitamos a festejar la sanción de la Ley de Identidad de Género –el reclamo más fuerte de la marcha de 2012–, a recordar a Claudia Pía Baudracco, y a reconocer a través de ella y de Emiliano Litardo y Mauro Cabral a todxs lxs que hicieron posible ese logro decisivo. También a exigir el tratamiento urgente y la sanción del proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo, a repudiar el fallo que absolvió a los acusados por el secuestro y la desaparición de Marita Verón, a exigir el desmantelamiento de las redes de trata y la aparición con vida de las mujeres secuestradas, y también a discutir la prostitución, a debatirla para poner en crisis el significado político del cuerpo de las mujeres en una sociedad patriarcal y capitalista. Y menos extraña que se sumen a disfrutar los sonidos de Patagonia ReVerde, Nayibe Terradillos, Las tetas de Analía (furor entre las adolescentes) y La Calesita, que aportaron la música hasta que los tambores del sur y una tardía puesta del sol nos marcaron otros horizontes.

No hay fórmulas mágicas en El Bolsón. La clave está signada por la participación comunitaria para identificar sus propias necesidades, los recursos con los que cuenta para resolverlas y la organización para hacer frente a las problemáticas de los diferentes colectivos, que siempre van a encontrar eco entre integrantes de movimientos sociales y vecinos de a pie. “La hegemonía de lo homogéneo produce desigualdades que tenemos que denunciar y para eso hace falta visibilizar nuestras diferencias”, cierra Andrea.

Eso que se da de manera tan “natural” a los ojos de los visitantes, y que es producto de luchas diarias para intentar diversificar la norma, frente a tantos intentos por normalizar la diversidad.

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