DE TRANS A TRANS
La reflexología, una posible salida laboral para la población trans
› Por Valeria Licciardi
Perdí mi virginidad en enero de 1998 a las cuatro de la tarde. Fue en vacaciones, a los 15 años. Un momento así no se puede olvidar. Un día apareció Mijael (obvio no se llamaba así), inteligente, culto, me daba seguridad, lo tenía todo, también me doblaba en edad. Con él fue la primera vez que me sentí una mujer “normal”, me fascinaba ser como el resto de las mujeres: por primera vez me había enamorado locamente. Un día hizo algo que cambió mi vida. En un momento estábamos en el sillón y me empezó a besar las piernas lentamente hasta llegar a mis pies, me los tocó, me acarició y masajeó, también me los besó mientras se tocaba. Al principio me sentí un poco incómoda. Después, una sensación que me hizo viajar, una pequeña parte de mí que se iba. No sé si Mijael sabría algo de reflexología o era un intuitivo, pero hoy, pasados unos cuantos años de aquel hito y orientada a pensar consejos prácticos para mujeres trans, se me ocurre que la reflexología puede ser una buena salida laboral; es cierto que para muchos todavía ser travesti es sinónimo de prostitución; mientras tanto, para quienes tienen una mirada más mística y otra idea de la medicina, la energía dual, ese poder de transformación de las personas trans resulta un valor plus en ciertas disciplinas. ¿Por qué no incursionar allí? ¿Patitas pa’ qué os quiero? Decidí sacarme algunas dudas con un experto en el tema, el reflexólogo Agustín Fuchs.
¿Qué es la reflexología?
–La reflexología está relacionada con todas las terapias alternativas, diría yo, porque todas tienen muchos puntos en común. Es un sistema que tiene que ver con interpretar al cuerpo como una unidad y no como algo fragmentado. La reflexología dice que en cada parte del cuerpo está reflejado el cuerpo entero.
¿Se hace sólo en los pies?
–Se puede hacer en la cara, las manos, la oreja, tomando a la oreja como cuerpo entero por supuesto, pero lo más tradicional es los pies. En los pies están las vísceras, los músculos, los órganos, por ejemplo en el dedo gordo tenemos la cabeza y ahí dentro de la cabeza tenemos los ojos, los dientes, el cerebro. Después, en la parte del metatarso, donde tenemos la almohadilla del pie, tenemos todo el pecho y junto con el pecho las costillas, el pulmón, el corazón y depende qué zona queramos trabajar. Siempre se trabaja todo, se puede hacer énfasis un rato en los dedos, un rato en el metatarso.
¿Por qué en general se eligen los pies?
–Porque es una parte grande y una parte cómoda para trabajar porque la persona puede estar acostada en una camilla, relajada, es cómodo para trabajar.
¿Es saber tocar?
–Sí, es saber tocar. Cualquiera puede. Se va desarrollando. Es algo interesante por la relación que se establece con el propio cuerpo y el cuerpo del otro, porque es algo encarado desde la salud. Pensar qué puedo estimular de la otra persona para estimular un autoequilibrio, una sanación.
¿Pensás que puede ser una buena fuente laboral para nosotras?
–Yo creo que sí porque es sencillo de aprender, no es que te requiere mucho tiempo de estudio, es mucha práctica, la teoría es sencilla. Hay cursos y escuelas accesibles, hay que estudiar el mapa del pie, de a poquito uno lo va estudiando y luego lo vas practicando, entonces en ese sentido es accesible.
¿Te harías reflexología por una chica o chico trans?
–Hay dos poblaciones, la que consume prostitución y cuerpos trans y la que no. Sin valorizar una sobre la otra, no sé si el cliente se convierte en paciente. Quizá para gente que nunca se encontró con un cuerpo trans en una situación de contacto físico tenga algún prejuicio. Mi maestra, si bien no conoce absolutamente nada acerca de cuestiones de género, me dijo que las chicas trans tienen esta cuestión de balance de energía femenina y masculina que da como resultado un muy buen terapeuta, así que para ella no había mejor reflexóloga que una chica trans.
Será por fuerza y la relación que tenemos con el cuerpo desde muy temprano.
–Algo de eso hay las y los chicos trans tienen una relación muy profunda con el cuerpo, en muchos casos es un tránsito muy vivido. Cómo me siento yo, qué es lo que quiero, y eso es importante.
Entonces, ¿creés podemos dedicarnos a esto?
–Estaría bueno porque abre un abanico de clientes, diría pacientes, que puede ir desde el oficinista hasta mi abuela o mi tía. Se genera una concesión muy especial entre paciente y terapeuta, algo así como “entrego mis pies con total confianza”. La relación de confianza es muy grande, es algo muy lindo para poder vencer prejuicios.
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