SOY POSITIVO
› Por Pablo Pérez
J. vive en una ciudad capital del norte de Argentina y está en pareja con L. Hace un año me escribió para contarme que ambos, después de que habían tenido sexo sin protección, decidieron hacerse un test de VIH. A L. le dio positivo y a J., negativo. Más adelante me escribió para contarme que no se animaba a chuparle la pija y que chuparla con forro no le gustaba. A esa altura, L. ya estaba medicado y con la carga viral indetectable. No tenía por qué preocuparse, le dije, el riesgo de transmisión por sexo oral, y más si su novio tenía la carga viral indetectable, era casi nulo. Con el tiempo se animaron y llegaron a tener una vida sexual más variada, aunque J. nunca se había dejado coger.
Alarmado, J. me escribió hace unos días:
“Tuve una pelea muy fuerte con L. y le fui infiel con un taxi, fui pasivo, se la chupé sin forro y lo dejé que me penetrara (cosa que nunca hago), creo que sólo necesitaba sentir dolor. Acabó adentro y cuando la sacó, el forro estaba roto y lleno de sangre. Ahora tengo miedo, no quiero contagiarme yo también. Dios me mantuvo sano con L. y vengo a hacerme esto a mí mismo y a L. No puedo creer lo ridículo que soy, tomé laxante como para que se vaya pero creo que es peor. Estoy nervioso, no me siento bien, capaz que soy inmune o capaz que tuve suerte con L. porque fui casi siempre activo, y ahora fui pasivo y me acabó adentro un tipo cualquiera que ni conozco”.
A la distancia intenté calmarlo, le dije que era difícil que con una sola exposición al virus se infectara. Le sugerí que fuera a un hospital para que le dieran un tratamiento preventivo. Lo que no se me ocurrió decirle fue que no todos los taxis por el hecho de ser taxis son seropositivos.
Me escribió unos días después para contarme que en el hospital de aquella ciudad no le quisieron dar el tratamiento preventivo, le dijeron que era solamente para los trabajadores de la salud. J. tomó por su cuenta los medicamentos de su novio. “La verdad ya no pienso en mi salud, el problema ahora está en mi pareja, se lo conté a J. y estamos en crisis. El me fue infiel a mí y no creo que nunca lo perdone; tampoco creo que él me perdone, pero es mi culpa todo, yo me creo demasiado perfecto y no quiero ver mis errores.”
Sentí bronca. Tal vez me equivoque, pero creo que el tratamiento preventivo tendrían que habérselo dado. Un amigo que vive en Buenos Aires, después de haber pasado por una situación de riesgo, fue al hospital Fernández y se lo dieron de inmediato. A J. le dije una vez más que no se preocupara, pero que esperara un par de meses para que pasara el período ventana y fuera a hacerse un test. No me quedo tranquilo. Las organizaciones de lucha contra el sida deberían exigir una campaña para educar a los médicos de todos los hospitales del país y unificar criterios, para que cuando asistan a una persona que haya pasado por una situación de riesgo de infección por VIH sepan actuar como es debido.
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