LUX VA A NO ENTREGARLE LA MEDALLA DE LA CIUDAD A GEORGY S. POLTAVCHENKO, GOBERNADOR DE SAN PETERSBURGO
Creyendo que se trataba de un homenaje a los ballets rusos que este año festejarán cien años de su histórica visita a Buenos Aires, nuestrx cronista termina liderando la manifestación contra el agasajo como “Huésped de Honor de la Ciudad de Buenos Aires” que el gobierno porteño pensaba darle a uno de los políticos más homófobos de los últimos tiempos.
He aquí uno de los peligros de vivir en una torre de cristal (llámese una semana entera sin salir del sauna) y de recluirse en lo que mi tía Enrique/ta denomina “gente como uno”, mi incansable crítica tortona de cabecera acusa de “gueto” y yo a veces le pongo “Amerika” o “Club de Osos”, aunque si es a la tarde la llamo “Bachi trans” cuando no “la cooperativa de la Berkins”, si es miércoles a la noche, “Très jolies”, o los recitales también trasnoche de Sentime Dominga y Susy Shock, etcétera (mirá que es grande mi gueto, hermanx). Así es que, por andar tan distraídx con lo importante, me vengo a desayunar esta semana (pasado el mediodía, claro está) con que el bombón que tenemos como intendente de la Ciudad no había sido lo que se dice mal y pronto “uno de los nuestros”, a pesar de su notable parecido con Freddie Mercury y a pesar de que haya vuelto tantas calles a contramano. “Ah, bueno, y ahora falta que digas que porque es el responsable de convertir la Ciudad en un flor de embotellamiento, el tipo te va a pagar los tragos”. Yo habría puesto las manos en el fuego por él, mascullé apoyándolas en los bajos fondos de un muchacho que pasaba por ahí, pero de un plumazo y gacetilla una amiga de la Federación LGBTT me volvió a la cruda realidad justo cuando empezaba yo a aplaudir en el Congreso a la comitiva rusa que venía a recibir honores del gobierno porteño. ¡Te equivocaste de bicisenda, Lux! Una cosa es la relación de cooperación y negocios con los rusos o quien sea, y otra cosa es condecorar a un tipo que si es conocido en este mundo es por liderar lo que de ahora en más daremos en llamar Homofobia de Estado. Desasnate y leé: el gobernador de San Petersburgo, Georgy Poltavchenko, ha logrado trascendencia mundial por su encarnizada lucha contra los grupos de gays, lesbianas, bisexuales, transexuales. Poltavchenko ha tomado las medidas más drásticas que se conozcan en Occidente en tiempos modernos. Se cumple justo ahora un añito de que firmó la ley de “propaganda homosexual” que multa cualquier información “positiva” sobre los colectivos en cuestión, y ni hablemos de festejar el Día del Orgullo. La ley impide celebrar eventos que puedan ser “gay friendly”, así como prohíbe libertad de derechos a personas con diversidad sexual. Este Soy que usted tiene en sus manos pagaría carradas de multa sólo por ser lo que es. Para este señor, “la homosexualidad es pederastia y corrupción de menores y, sobre todo, una excelente fuente de ingresos”. Oído lo cual entré como Nijinsky en pájaro de fuego a la Legislatura, lo avivé a Lombardi que estaba roncando en plena función y me comí todos los saladitos antes de que empezara el ágape. Bueno, también me comí un dulce, después les cuento. Cuestión que a ultimo momento Georgy canceló su visita y mandó a otros funcionarios en representación. ¿Será políticamente incorrecto acusarlo de mariquita? ¿Y cómo habrá que llamar a un funcionario local que recibe con honores a otro mundialmente repudiado por su afrenta a los derechos humanos? En ruso tenemos varias, me dijo el dulce que les comentaba al oído. Decímelas que acá es gratis, le respondí mientras trataba de emular a una auténtica mamushka. “Dios habla todos los idiomas”, le dije copiándome de los enigmáticos del Vaticano cuando les preguntan si el papa será brasileño, americano o italiano. Y así fue que luego de repudiar lo repudiado declaré ciudadano ilustre al ruso mon amour que les juro que se lo merecía.
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