La próxima semana comienza un curso sobre vida y obra del poeta maldito, dictado por Pablo Pérez.
Amado e idealizado por varias generaciones de poetas, rockeros, jóvenes y adolescentes, Rimbaud es también considerado un icono del poeta gay, aunque si nos dejamos guiar por su obra poética, apenas podríamos hablar de homosexualidad. Como ejemplo suele citarse el “Soneto al agujero del culo” que escribieron a dúo con Verlaine. Y sí, hay en algunos de sus poemas un procedimiento de loca, la feminización de sustantivos masculinos. Para Rimbaud, por ejemplo, el famoso “Credo in unum Deum”, se transforma en “Credo in unam Deam”. También hay, a mi entender, una mirada homoerótica en “El durmiente del valle”, un soldado duerme vestido en uniforme sobre la hierba y al final el poeta descubre que está muerto.
Pero si hay algo que lo ubicó en el podio de los putos, no fue tanto su obra como su relación con Verlaine. En 1971, Rimbaud tenía dieciséis años, era ya un gran lector y tenía varios poemas escritos que le envió a éste. Sorprendido por la originalidad de sus poemas, Verlaine lo invitó a París y lo alojó en la casa donde vivía con su mujer Matilde y con sus suegros. Desde hacía un tiempo el matrimonio llevaba una vida tranquila. Pero apenas llegó el joven poeta, Verlaine se enamoró de él y se lanzó a la aventura. Desde entonces, Rimbaud y Verlaine se mostraban todo el tiempo juntos, se emborrachaban y asistían a las reuniones del círculo literario de los parnasianos, donde Rimbaud armó varios escándalos. Su relación de amantes ya era por todos conocida. Incluso el poeta Edmond Lepelletier, disgustado por el comportamiento de la pareja que llegó abrazada a una función de teatro, escribió para un diario de la época –bajo pseudónimo– una crónica con la intención de aleccionarlos, “El poeta saturnino, Paul Verlaine, daba su brazo a una encantadora joven persona, la Srta. Rimbaud”. Cuando nació el primer hijo de Verlaine, Rimbaud lo convenció de que la paternidad era cosa de burgueses. “El poeta, el verdadero, el vidente, no debe dejarse enternecer por un bebé sino que debe, al contrario, vivir en el absoluto desarreglo de los sentidos.”
La tormentosa relación entre los amantes terminó de manera violenta. Verlaine, que había comprado un arma para suicidarse, terminó disparándola contra Rimbaud y le hirió una mano. Después de dos años en la cárcel, Rimbaud y Verlaine (que tras haber vivido una experiencia religiosa intentó que su amigo se convirtiera al catolicismo) se vieron por última vez. Verlaine se le tiró encima y Rimbaud lo desmayó de una piña. Después, poco tiempo después de abandonar a Verlaine, Rimbaud abandonó la poesía. Tenía apenas veintiún años y se dejó llevar por otras ambiciones, ser un aventurero, hacerse comerciante, ganar mucho oro, y conseguir a una mujer africana con la cual casarse.
Amores que matan
Miércoles 9, 16, 23 y 30 de octubre, de 20 a 21.30 hs. Inscripción: Centro Descartes, tel. 4861-6152
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