› Por Pablo Ben, desde Chicago
Si tuviéramos que caracterizar lo que Obama piensa respecto de las cuestiones Glttb a partir de sus discursos, suponiendo que son sinceros, en realidad nos encontraríamos con una situación abiertamente esquizofrénica. A veces se presenta progresista, a favor de los derechos de lxs afroamericanxs, los gays y las lesbianas, las mujeres, lxs más pobres, etcétera. Pero otros discursos envían mensajes totalmente diferentes. Obama no sostiene abiertamente ninguna posición discriminatoria y dice estar a favor de que cada estado decida si va a otorgar la unión civil o no. Estos son puntos relativamente claros, pero no faltan discursos donde alabe a la familia tradicional como una institución sagrada. Su esposa lleva esta contradicción al paroxismo: habiéndose presentado personalmente en eventos Glttb para plantear su apoyo incondicional, hace unos días se convirtió en estrella de un espectáculo mediático en el cual se mostró como el símbolo quintaesencial de la familia y el “sueño americano”. La prueba del oportunismo de esta candidatura está en que lo que dice varía según su audiencia. Cuando se encuentra frente a gente religiosa a quien le puede molestar cualquier osadía que cuestione el orden machista/heterosexista, Obama tiene cuidado. Se cerciora de no ofender a nadie. Cuando lo escucha una gran ciudad cosmopolita, saca a relucir su perfume progresista. Desafortunadamente esto le genera muchos problemas. Hoy en día no hay nada fuera de la vidriera en Estados Unidos. Aun cuando sus palabras le hablen a un grupo concreto, nunca falta quien saca su celular, lo filma y lo cuelga de la red. Y ahí lo vemos todxs lxs que no pertenecíamos a su audiencia original. Es así que la derecha religiosa acusa a Obama de ser un candidato que apoya la “agenda gay” más extrema, mientras que al mismo tiempo el movimiento Glttb se desanima con la tibieza de sus propuestas. Lo que saldrá de este repollo, si Obama llega a la presidencia, es difícil de prever.
Bill Clinton (el último presidente demócrata) tuvo un acercamiento mucho más decidido a los gays y las lesbianas, llegando incluso a lograr que muchxs activistas Glttb hicieran campaña por él a cambio de prometer que el ejército no discriminara más. Es cierto que su acercamiento no tomó precisamente la agenda más radical del movimiento Glttb, pero el punto es que Clinton tenía menos dudas. Unx esperaría que Obama fuera un poco más osado; después de todo, sus discursos y su candidatura son mucho menos ortodoxas en el marco del sistema político estadounidense. La timidez de Obama de algún modo refleja la debilidad del movimiento Glttb. A diferencia de lo que pasó en tiempos de la candidatura de Clinton, quienes tenemos identidades sexuales y de género por fuera de la normativa no hemos logrado instalar ningún punto de relevancia en la agenda política de hoy. En parte, esto es el resultado de la desilusión reinante luego de que Clinton rompiera su promesa y permitiera que el ejército eche a las lesbianas y gays que no están en el closet (una política conocida como “no preguntes, no digas”). En conclusión, el intento realizado durante la candidatura de Clinton de avanzar contra la discriminación aprovechando el sistema electoral ha tenido como resultado la de-silusión. Los reclamos Glttb, con la excepción de pequeñas erupciones, han de-saparecido del horizonte del debate público. ¿Tendrá algo que ver esto con la tibieza de Obama?
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