El Centro Cultural Tierra Violeta no sólo posee uno de los tesoros más preciados de la producción feminista nacional e internacional (una biblioteca con más de 15 mil ejemplares), sino que se está convirtiendo en uno de los centros más movidos para la unión, la fuerza y el esparcimiento de expresiones diversas.
› Por Paula Jiménez España
Diana Maffía y Lea Fletcher se conocieron en un Congreso de Filosofía Feminista, a fines de los ’80. En verdad, Diana ya la conocía por ser lectora de Feminaria, la revista que la norteamericana dirigió por casi dos décadas. Tiempo después, cuando Diana pasó a integrar el consejo editorial de este histórico proyecto, entre ambas comenzó a tejerse un sueño que recién pasados muchos años, en 2012, tomó forma concreta. En un galpón derruido de la calle Tacuarí al 500, tras meses de recauchutaje y a través de un subsidio que apenas alcanzó para cubrir una parte de la obra, se levantó la biblioteca que por largo tiempo las dos habían imaginado. “El origen fue la biblioteca de Feminaria –cuenta Maffía–. Buscábamos un lugar para un consorcio de bibliotecas feministas que comenzó con la de Lea Fletcher y con la mía. Con el tiempo hemos ido recibiendo muchas otras donaciones. Actualmente tiene alrededor de 15 mil libros, sobre todo de mujeres argentinas.”
Además de estar permanentemente actualizada por medio de donaciones (la última fue la de la periodista recientemente fallecida Claudia Selser), ésta “no es una biblioteca simplemente de mujeres –explica Maffía–. Aquí hay una apertura hacia la disidencia sexual y la diversidad, y de apoyo a ciertos objetivos feministas. Y mi expectativa es que más feministas y activistas confíen en que podemos tener un espacio para compartir las cosas que no queremos que se pierdan”. Es claro: el objetivo de este proyecto trasvasa no sólo los límites bibliográficos que centran su interés en asuntos puramente feministas sino también los límites de la biblioteca en sí misma. Es que el amplio espacio de la calle Tacuarí asigna también su planta baja al teatro, la danza, los talleres, las conferencias y se convierte cada día, con cada actividad, en el Centro Cultural Tierra Violeta. Y si bien su público es muy variado, asiste buena parte de la comunidad lgbt atraída por ese tipo de propuestas que no suelen abundar en otros sitios: un taller sobre educación sexual, uno dirigido a mujeres que quieran adquirir conocimientos de albañilería, electricidad, plomería; un taller de despatologización trans. “Tenemos muchas actividades vinculadas con la difusión de la palabra. La recuperación de la palabra en primera persona. Los sujetos que han quedado fuera de la posibilidad de decirse en sus propios términos. Pensemos que uno de los cambios más importantes de la Ley de Identidad de Género es que la identidad de género es la autopercibida por los sujetos, pero que hasta ese momento era arrogada en tercera persona por supuestos expertos, peritos, médicos y psiquiatras. Algo tan íntimo como la identidad estaba heterodesignado”, dice Maffía, cuya extensa trayectoria en el activismo, la filosofía y el feminismo queda a la vista no sólo en su discurso sino también a través de los hechos.
No puede obviarse que aunque se trate de un taller de swing (queer) o un curso de computación (para adultas mayores), todas las actividades desarrolladas en Tierra Violeta son atravesadas por la santa luz del compromiso social y político. “A mí me encanta que sea un lugar amable, donde puedan trabajar tranquilamente sin que nadie hostigue ni juzgue, donde se puedan hacer cosas valiosas y divertidas. Hacen falta espacios de encuentros que no estén mercantilizados. Muchas veces ofrecemos el espacio para reuniones privadas, por ejemplo. Otras llevamos a cabo seminarios que tienen, desde nuestro punto de vista, una función fundamental. Hace poco hicimos uno sobre feminismo y dictadura, donde recogimos testimonios de mujeres que habían pasado la dictadura. ¿Qué pasó con el exilio interno y el exilio externo de esas mujeres? –se pregunta Diana–. ¿Qué pasó con la vivencia sexual dentro de los lugares de reclusión?” Además del espacio real existe uno virtual, un canal en YouTube donde pueden verse las charlas, los seminarios y las conferencias realizadas. Es decir, clases online, de pe a pa. Entre los talleres más superesperados se viene el dedicado a Néstor Perlongher y Pedro Lemebel, a dictarse los martes de noviembre.
El sábado a partir de las 15 en Plaza de Mayo Tierra Violeta repartirá revistas Feminaria y libros. También habrá una clase de autodefensa feminista. www.tierra-violeta.com.ar
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