Vie 29.11.2013
soy

SALIÓ!

Bajo el signo de Leo

Mientras se prepara para presentar su último disco, Algo real, que ha estado subiendo en cuotas de grabaciones caseras a YouTube, Leo García habla sin plumas en la lengua del costado más loca del rock nacional y cuenta cuál es su secreto para curar la homofobia.

› Por Facundo R. Soto

Después de once meses tratando de concertar una entrevista con Leo García, a través de Vicky, su agente de prensa, y El Papu, su manager, pude preguntarle si se creía Madonna, por el tiempo que nos hizo esperar para la nota. Pero no, Leo está muy lejos de creerse una estrella del pop. La demora se debía a una estrategia de prensa para promocionar su octavo disco solista, Algo real, que presenta en diciembre. Finalmente SOY se reunió con Leo y Leo habló, sin tapujos, del rock nacional y la libertad sexual, del público para el que canta, de por qué no le gusta la palabra puto y de los prejuicios que todavía existen en la sociedad frente al tema gay.

El disco es básicamente un disco de amor...

–El disco se llama Algo real para escapar de tanta fantasía. A mí la vida me fue dando un lugar bastante solitario. No tengo hijos. No tengo pareja y las veces que tuve pareja fueron de un período muy corto. Pero siempre intenté estar enamorado y ser correspondido, sé de qué se trata. No soy un tipo que está buscando lo que nunca consiguió. Hoy me siento mucho mejor con la gente que me corresponde. Lo que más me interesa de eso es la respuesta a tiempo, cuando suena el celu y es el mensajito que estoy esperando; ahí se me acelera el corazón.

Busco y no encuentro en el rock nacional muchas letras gay-queer más allá de “Escuchame entre el ruido actual”, de Moris, que vos hacés siempre en vivo. Después, en los ’80, una de Los Twist, “Acuarela homosexual”, “No soy un extraño”, de Charly, la ambigüedad de Virus, Los abuelos por su imagen. Pero nada en los ’70. ¿Te parece que el rock nacional fue o es machista?

–Yo incluiría el primer disco de David Lebon. No digo que sea gay, porque Lebon no es gay y las letras tampoco, pero había una cosa del amor hacia el amigo que era increíble. Ese disco lo escuché con Pablo Schanton. Es muy glam. De hecho voy a hacer una canción que Lebon se la dedica, con todo amor, a Spinetta. Yo caí bastante bien parado acá, porque hay discriminación... Creo que la discriminación sigue vigente. Moura buscaba mucha parábola, acertijos, mucha ambigüedad en sus letras, como vos decías.

Luca, en el Festival de Rock in Bali, cuando terminó de tocar dijo: “Quédense, que ahora vienen los putitos esos de Virus”.

–Es de muy mala educación que alguien gaste a otro por su condición sexual, porque en realidad eso es algo que solamente se manifiesta en la intimidad de cada uno. Es un mambo del otro. Decir “el degenerado”, porque ¿viste que el tema de ser gay implica entrar en el rótulo de degenerado?, es como acusar a alguien de ser ladrón sin serlo. El que gasta al otro porque es gay es por falta de cultura, ni más ni menos...

Un imaginario social es que el gay se quiere garchar a todo el mundo...

–Exacto. Decir yo no soy tu amigo porque sos gay es definitivamente por falta de cultura. Y si te vas a guiar por la cultura, la mayoría de los artistas cultos de la historia son gays. Sin un puto ningún grupo de gente funciona. Siempre hubo un cerebro homosexual para llevar algo más grande y trascendental. Ser gay me hace mejor artista a mí.

¿Por qué?

–La sensibilidad y la capacitad de tener una dualidad masculina y femenina adentro es una experiencia única, solamente propia de un homosexual. El cerebro de un homosexual tiene una dualidad que es infinita. Uno no tiene que ser víctima de la sexualidad.

¿Y los rockeros fueron víctimas de su sexualidad?

–Todo rockero, después de cuatro copas, quiere experimentar qué es la otra cosa, y todos lo hacen. Cuando dicen sexo, drogas y rock and roll, al decir sexo estamos hablando de una orgía, como la droga, que es algo explícito y totalmente prohibido. Yo soy gay y no vivo así. Yo no hago orgías en mi casa. O sea, soy muy respetuoso con esas cosas. Me parece que la clave es no ser víctima de la sexualidad. Yo no tengo nada que estar blanqueando, porque no tengo que advertir a nadie quién soy yo.

¿Para quién cantás, Leo? ¿Tenés un público en especial?

–Como gay trato de sensibilizar a los heterosexuales, porque les hace falta, más que nada a los hombres, que están encerrados en su machismo. Quienes son amigos míos se vuelven sensibles y mejores personas. Me gusta transformar a los heterosexuales y que sean un poco gay. Esa es la salvación de ellos.

¿Y te imaginás a tu oyente ideal?

–No puedo encontrar al oyente ideal. A mí me interesa la diversidad, ésa es la clave. Tenemos que pegar el escalón. Dejémonos de acusar de puto, de chongo o de torta, puros insultos; cuando en realidad estamos hablando de algo que se vive dentro de cuatro paredes y cada uno sabrá. Porque la sexualidad no es solamente acostarse con el otro, sino que el rollo que cada uno tiene es distinto del otro. Perverso o no, cada uno lo arregla en sus cuatro paredes. El tema de la diversidad es la clave acá, porque si no sos puto, sos gordo, si no, negro o rengo, cuadripléjico, hasta ser judío acá es terrible. Es increíble que hoy estemos diciendo esto, pero es así.

Hablabas de querer llegar a todxs, pero seguís perteneciendo a una minoría. ¿Cuál sería, entonces, para vos, el parámetro del éxito?

–Si vamos a poner como termómetro de realización al nivel de convocatoria, estamos perdidos... Yo estoy leyendo mucho sobre el dadaísmo, a través de mi amiga Sofía Gala, que me ayuda muchísimo. Ella me orienta en la parte literaria, porque sabe. Me reflejo mucho en el dadaísmo, porque el verdadero arte no está pensado ni planeado para agradar. Ahí fue que me saqué muchos fantasmas de encima, porque yo estaba muy obsesionado con agradar. Cuando hacés música pop preparás una imagen, hacés fotolog, que esto, que el otro, que el diseño por allá, que el hit; no son más que tácticas para agradar.

¿Te sentís más cómodo tocando para gente del ambiente gay?

–Todavía me sigo enamorando y todavía me cuesta mucho no caer en la ilusión. Ese quizá sea el próximo paso a dar. Pero, ¿sabés qué aprendí? Que no hay más homofóbico que uno mismo. El problema, realmente, lo tenemos adentro. Cuando me siento mal, soy yo; no les echo la culpa a los otros. Desde ese lugar. Cuando me siento así, noto el afecto de los demás. Después, otra cosa es el sexo. Es increíble, pero siempre viene, siempre aparece una oportunidad nueva, en la intimidad, cuando menos lo esperás... En el verano tuve un novio que fue la mejor relación que había tenido, hasta que nos separamos. Me sentí un poco triste y pensé que nunca iba a conocer a otra persona así. Y un día, cuando menos lo esperaba, apareció otro pibe, que me dio ese afecto.

En algún lugar dijiste que la palabra que más te gustaba era belleza y la que menos, puto.

–Sí, sí, es verdad. Porque puto es como un insulto. Es como “ok, decime que soy puto, agacho la cabeza y está todo bien”. No me gusta algo que originalmente es un insulto. A una mujer no le gusta que le digan puta, ¿y por qué a mí me tienen que decir puto? La lógica es que los que no son homosexuales se preguntan más que nosotros lo que es ser gay. Yo creo que el mambo de la gente por la condición sexual, el problema, lo tienen ellos. Lo importante es que, en el futuro, todos vamos a ser gays. En serio lo digo.

Leo García presenta Algo real el sábado 7 de diciembre a la medianoche en el ND Ateneo (Paraguay 918).

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