Gays, lesbianas y trans apoyan la lucha por el aborto legal. ¿Usted todavía se pregunta por qué?
› Por Luis De Grazia *
Por qué nuestro compromiso en relación al derecho al aborto? Será porque las personas de la disidencia sexual hemos hecho un recorrido muy extenso, peleando contra quienes quieren obstaculizarnos las decisiones sobre nuestros propios cuerpos y contra quienes se oponen a que unx mismx diseñe el proyecto de vida que quiere llevar adelante. Esas opresiones que actúan sobre los derechos de las mujeres son las mismas que operan y siguen operando sobre las vidas de gays, lesbianas y travestis. Es ese biopoder machista y patriarcal el que nos criminaliza, discrimina y mira con prejuicio tanto a lxs lgbtti como a las mujeres. También, por su historia de invisibilidad y opresión, los varones trans tienen mucho que aportar a esta lucha. Muchos de ellos pueden necesitar recurrir a un aborto, muchas mujeres lesbianas también. Hay una resistencia de cierta militancia pro aborto a incorporar las voces trans y lesbianas. Muchos legisladores no tienen incorporado o no saben cómo sumar esas otras realidades a la pelea por el aborto legal.
El panorama que abrieron la ley de matrimonio igualitario y la de Diversidad de Género no ha movilizado a la población de la misma manera que el tema del aborto. Son muchos los motivos por los que sigue vigente la idea de que militar por el derecho al aborto es hacerlo en contra del derecho a la vida. Es preciso salir del discurso biologicista para hacer entender que un feto no es persona. La criminalización del aborto privilegia los derechos del feto, una potencialidad de persona, por sobre los de la madre, una vida con toda una construcción social previa. Un feto se convierte en proyecto de persona cuando la mujer gestante decide que ese feto va a ser su hijo, la madre le da la entidad de persona. Antes de eso es un conjunto de células que tiene la posibilidad de desarrollarse y convertirse en otra cosa.
El desafío ahora, tanto para el movimiento lgbtti como para quienes peleamos por el aborto legal, es construir en colectivo, que las luchas se vayan cruzando, y así diversificar miradas y estrategias. Si no hay intercambio y aporte, no se abona el terreno de la militancia. Nuestros planteos no pueden ser los mismos que los de los militantes de los ‘60. Los discursos reaccionarios, si bien mantienen ciertos núcleos duros, también se van actualizando. Ante eso nosotrxs tenemos que construir mejores discursos y argumentos. Está muy bien plantear el aborto como un derecho sobre el propio cuerpo, pero también hay que saber explicar por qué es un tema de salud pública. Cientos de miles de mujeres por año siguen abortando, y seguirán haciéndolo. Y las consecuencias más graves de esa clandestinidad siempre recaen sobre las mismas clases sociales.
Es verdad que hoy no se aborta como años atrás. El misoprostol cambió mucho el panorama. Sin embargo, las mujeres que abortan, lo hagan con la tecnología que lo hagan, siguen abortando en la clandestinidad. Hacerlo no tiene por qué ser un drama o una tragedia, pero la realidad es que muchas mujeres en el contexto de aborto clandestino necesitan una contención que no tienen. Y acá la clase social juega un rol especial. No es lo mismo abortar en una casa de clase media, cómoda, limpia y con una familia o amigxs a los que probablemente puedas contarles lo que pasa, que abortar a escondidas en una casilla de la villa. l
* Miembro de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.
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