El artista ruso Fedya Ili, como tantos de sus compatriotas, decidió vivir en este país y celebra cada mes del año en estas pampas con un calendario de bellezas autóctonas.
› Por Matías Máximo
Las bellezas del calendario de Fedya Ili se quitan la ropa aunque sea invierno. “Se llama 12 meses de Buenos Aires y son 12 retratos de chicos que viven en la ciudad. Como meses, cada uno tiene un ‘clima’. Frío y ventoso en julio frente a cálido y húmedo en enero”. Su muestra se exhibe en el sótano microcéntrico de Flux, donde Pedro y Jamie preparan las mejores caipirinhas que se pueden tomar los Lunes de Caramelo, los Jueves de Pop Hereje o los Sábados Supernova. En fin, cualquier día de la semana que unx quiera salir de copera, Flux y la muestra cachonda están ahí para ser visitadxs.
Hace unos años que Fedya se fue de Rusia para viajar por el mundo. Vivió en muchas ciudades y visitó lugares de Europa, Asia, Australia, América del norte y Latinoamérica. “Cuando vine a Buenos Aires me enamoré de su arquitectura, su gente y su forma relajada de vivir. Desde hace seis meses decidí que fuera mi hogar”, cuenta Fedya, que nació en el ’80 y exhibió en París, Río de Janeiro, San Remo, Munich, Riga, Kiev y Moscú, entre otros lugares.
¿Cómo se logra que los chicos se quiten la ropa? ¿Se habla antes o surge en el momento?
–Desde el principio está claro qué y cómo será fotografiado, cuál es la idea y qué partes del cuerpo es necesario mostrar. El pantalón es, a propósito, lo primero que se sacan. Creo que con menos ropa se ve más la personalidad: hay menos posibilidad de esconderse.
¿Los contactás? ¿Te contactan?
–Suelo tener la idea de la foto o el proyecto. Entonces el chico aparece, veo que es él y que encaja perfectamente con mi idea. Puede ser un amigo de un amigo o un extraño. Por lo general, cuando esto pasa se prenden y dicen que sí.
Ili trabajó durante 15 años como diseñador editorial, hasta que un día despertó con la certeza de que tenía que empezar a hacer fotos. Antes de ese momento “satori” hizo varios catálogos de patrones de diseño, participó de proyectos en medios y trabajó como director de arte para Gala y otras revistas de moda. Todo se resignificó desde que empezó a viajar y sacar fotos por el mundo. En su obra habitan el placer y las caras relajadas, los cuerpos que andan gozosos en prados o las playas parecidas a un paraíso con ángeles (por lo general barbudos y flacos). La petite mort, la vie en rose. Aparece la pose y la mirada a cámara: la imagen tiene el aura del antes o después del orgasmo. En plástica Fedya mezcla acrílicos y pasteles para acabar sobre lienzos también con imágenes que hacen culto al placer homoerótico: penes duros que se funden en bocas abiertas con trazos impresionistas. Hay retratos tiernos: como el joven frente al espejo que huele una rosa rococó. Y otros definitivamente expresionistas, donde la forma explota y los colores toman el mando. En su pintura no hay reglamento definido y Fedya es un experimentador constante. Dice en su biografía que “el foco principal de su trabajo está en los sentimientos de las personas”, que “muy seguido se imagina hombres guapos” y “sus géneros favoritos son retrato, autorretrato, erótica, desnudos, erotismo homosexual y provocación. Temas religiosos ocupan un lugar especial”. Si esta muestra hubiera sido exhibida por ejemplo en la Manhattan de los años ’70, como le pasaba a Mapplethorpe, hubiera sido incautada. Incluso hoy, si se exhibiera en su Rusia natal, quizás el autor estaría pagando una pena por propaganda homosexual. Pero las 12 fotos de Fedya están en un sótano de Buenos Aires, “y como los meses hacen un año entero, los chicos juntos crean la vista interna de la ciudad, de la forma en que yo la veo y la siento”. l
Se puede visitar hasta el 18 de septiembre en Flux Bar, Marcelo T. de Alvear 980.
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