TENIS
De noche, rutilante anfitriona de fiestas varias; de día, Mía Doll es profesora de tenis. Figuraba entre los mejores del ranking ya en su infancia. Con nuevo documento en mano, acudió a la Federación Argentina de Tenis, que reconoció el cambio de identidad y,evaluando su contextura física, la admitió en la categoría femenina.
¿En qué tipo de familia te criaste?
–Mis padres son bohemios de clase media, de mente muy abierta: mi mamá hace cerámica, mi padre es artista plástico. Tuve una infancia muy feliz, rodeada de arte y aroma a pintura; ellos me acompañaron en todas mis decisiones: desde lookearme rarísima hasta participar en Club Kid MuchDance, el programa de TV. Siempre traté de hacer todo bien. Fui muy estudiosa, me sacaba 10 en todo, llegué a ser abanderada en el secundario; me gustan mucho los premios, competir.
¿Tuviste romances de muy chica?
–Mi primer novio, Pablo, fue mi mejor amigo del colegio, escuchábamos la misma música. El hacía atletismo y era alumno de dibujo de mi papá. Yo no sé si él era gay, pero traté por todos los medios de confundirlo. Salíamos a bailar juntos, yo lo traía al Ave Porco.
Y ahí entraste en el mundo drag seguramente...
–Yo nunca fui drag propiamente dicha; pero me integré al grupo con una estética femenina. Soy de la época de Charly Darling y su estética era otra, muy mannequin y conceptual. Mi estrategia era producirme para llegar a conseguir laburos desfilando. De la mano de drags como Isis, Towa... aprendí muchísimo, pero siempre me quedé del lado Chanel, Audrey Hepburn, Mora Furtado (risas). Ahora trabajo en las Namunkurá y en las fiestas Doll House de Mina que se hacen en Congo, en el Faena... que son más estilo cocktail elegante. Hace años que no uso pelucas, me bajé de lo drag.
¿Cuál es tu otra vocación además de la moda?
–Hago tenis desde que tengo 10 años. A mis 18 dejé de jugar de manera profesional porque los rivales de mi edad eran superiores físicamente a mí. Yo era chiquita de cuerpo, a pesar de mi altura (1,78 m) y había diferencias de caja torácica y de potencia. Me frustraba muchísimo esa situación. Hasta los 15 yo estaba entre los primeros del ranking y paré por una operación hasta los 16. Cuando volví, las diferencias físicas eran notorias, dejé de jugar y salí del ranking.
¿Y entonces?
–Entonces entré en la facultad a estudiar Diseño de indumentaria y maquillaje en Pozzi. En ese ambiente empecé a trabajar con Jorge Ibáñez, Roberto Piazza y entré en contacto con pelucas, vestidos y esas fantasies... Mientras tanto, como me gusta ser popular y estar siempre con gente, trabajé en Morocco, Ave Porco, K2 con la Urban Groove, Bunker, Cocodrilo, Sunset... Y tras unos retoquecitos en la nariz me empezaron a llamar para desfilar: ése era mi camino. Una puerta cerrada en el tenis se abrió para el modelaje.
¿En qué cambió el hecho de tener el DNI con tu nombre elegido?
–En cuanto me hice el cambio de DNI como Mía Fedra, fui a la Federación de Tenis a preguntar si podía competir como chica; me dijeron que no había problema, siempre y cuando mi contextura física no fuera superior a la de mis compañeras de categoría y eso generara inconvenientes. La verdad es que no hubo problemas: ahora soy la número 4 a nivel nacional en categoría 30 años.
¿En qué carrera te ves en el futuro?
–En el presente. Hice el profesorado de tenis; ahora soy profesora, doy clases de tenis y sigo compitiendo en torneos femeninos.En el primer torneo me cagaron a palos: dejé de fumar, de tomar alcohol y volví al ranking. Obviamente sigo saliendo de noche, me gustan mucho las pistas, pero sé que en algún momento voy a ser vieja para seguir en la noche, por eso el tenis es mi opción para mis años de madurez.
¿Cómo te trató el ambiente tenístico?
–Nunca fui discriminada en el ambiente tenístico. Siempre fui bienvenida, abrazada por todxs, y eso que es un ambiente netamente heterosexual. Si bien algunas personas preguntaron si yo era chica o no, no se quejaron porque no hay diferencias de potencia.
¿En algún momento se une el tenis con lo trans?
–En el mundo del tenis conocí muchos hombres crossdressers que aprovechan mis conocimientos de maquillaje y estilismo, y me piden consejos. Me emociona ayudarlos a encontrar su parte femenina; me cuesta cobrarles, se les nota en los ojitos que son chicas. Les ponés un poco de base y encontrás una re Chanel, muy regias.
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