CINE II
El vago de Hércules en esta nueva versión, lejos de aportar los músculos romanos y las hazañas en tercera dimensión, borra olímpicamente toda sensualidad y toda épica dejando paso a lo peor del cine de superacción.
› Por Karen Bennett
¿Qué querés que te diga? No pretendía encontrarme con un actor galardonado por la Royal Academy para interpretar a Hércules, pero tampoco la pavada. ¿¿¡No había otro que Dwayne “The Rock” Johnson!?? A ver, tod*s sabemos que el legendario semidiós no apelaba a la elevada oratoria para transmitir sus convicciones. Queda claro también que él mismo no hubiera perdido un milisegundo de su preciado tiempo discutiendo con, ponele, un Lanata. A la primera de cambio, hubiera arrancado el Partenón entero del piso, arrojándoselo por la cabeza, y chau George y la transfobia mediática.
Anote Sr. Director Brett Ratner. Las groupies de Hércules no pedimos estupideces. Tan solo una reproducción técnicamente decente de las pruebas imposibles que la diosa Hera le impuso por haber nacido producto de una canita al aire que se tiraron “Pata of Wool” Zeus y la botinera “Wanda” Alcmene. Esperábamos aquella sucesión de épicos enfrentamientos de Mr. Músculo contra todo el bestiario de Homero. ¿Era mucho pedir? No jodas Ratner. Con los avances en materia de animación y FX, sumado al descomunal presupuesto de U$S 100.000.000, un poquitín de lírica greco-olímpica incluyendo escenarios tenebrosos, pantanos, hidras, cuevas y cuerpos perfectamente tuneados, nos hubieran dejado felices.
En su lugar, el Sr. Ratner no tuvo mejor idea que enviar a un US marine por la máquina del tiempo. Y así hizo su triunfal arribo el Coronel Dwayne Johnson a la antigua Grecia. Como si lo hubieran sacado a los apurones del set de The Expendables de Stallone, diciéndole “Metele Johnson, sacate los borcegos y ponete la cota de malla que te vas a salvar a los tracios”. Un marine, esta vez camuflado a la griega, que lo resuelve todo con cara de fastidio. “Dos caras tiene el Hércules de ‘The Rock’ en toda la peli”, reflexionaba con agudeza el querido Peter Pank a la salida en esta malograda jornada cinematográfica. “Una de melancólico y otra de enojado.” Menos mal que la producción recordó sacarle la boina y el habano de la boca antes de comenzar el rodaje.
Y así fue que nos reclinamos a experimentar el lúdico mundo de Homero en 3D, frotando manos para ver, al gran León de Nemea, a la Hidra de Lerna, al Toro de Creta y al jabalí de Erimanto... Que lo parió che. Efectivamente, este Hércules es más groso que el original. Pasó las doce pruebas en la módica de 5 minutos. ¿Y ahora? ¿Qué onda? ¿Siamo fuori? Si pasó las doce pruebas en 5 minutos, ¿qué queda para la restante hora y media? Una disculpa de rodillas de toda la producción, elenco y los EE.UU. Eso es lo que debería haber habido. Pero no. El Coronel Dwayne sigue de gira porque se la banca. Y como no podía ser de otra manera, se rodea del típico equipo yanqui. El insufrible chantún que hace chistes malos y se esconde en pleno combate. La tortona guerrera que caga a trompadas a todos, pero cuando Dwayne la mira con cariño se vuelve hétero. El amigote de toda la vida que es casi tan groso como el protagonista, pero como buen “casi”, arruga a mitad de película bajándose de la aventura para volver justo al final, recibir la flecha que iba para Hércules y morir por él de onda. Un amigazo de barrio de esos que ya no quedan. El otro que no falta es el más viejo del contingente, el sabio que todo lo predice, salvo avisarnos que no despilfarremos la guita en mirar este esperpento. Por último, con ustedes, la damisela en apuros, que nunca sirve para nada, salvo para ser el motivo de todos los quilombos heterosexuales, muertes de l*s buenos y madraza de un pendejo que esperemos no se le ocurra a nadie como protagonista de una secuela. Entre estos cinco o seis liberaron a Grecia del malvado rey tracio, interpretado al pedo por el gran John Hurt en 3D.
Faltando unos 10 minutos para el final, nuestras almas sedientas de mitología aún se aferraban a la esperanza de ver al can Cerbero, que resultó ser un guarda cárcel con tres rottweilers. ¿Y esos centauros que amenazaban todo el tiempo sobre las colinas? Fueron centauros hasta que la cámara los deschavó de cerca como meros soldados a caballo unos minutos antes del fin de este vía crucis cinematográfico, junto a la lacónica frase de remate de “Cara-de-nada” Dwayne tras matar a centenares de ellos: “Fucking centaurs”.
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