El hecho de que la gestación por sustitución, contemplada en el Anteproyecto, haya sido eliminada del texto que acaba de ser sancionado es un punto flojo que llama la atención en el marco de una reforma que, en términos generales, es sumamente progresista y celebrable.

Es una mala noticia ya que la subrogración es la única manera que tienen las parejas de hombres gay de ser padres por la vía biológica. No olvidemos que la subrogación es una práctica que hace tiempo se lleva a cabo. Es una realidad. Y se encuentra en estos momentos en un limbo jurídico: no está prohibida ni regulada. Es vox populi que aquí ha habido una pulseada con el papa Francisco y como resultado de las negociaciones todo este tema ha quedado afuera. Todo el tiempo y desde hace rato llegan al país parejas de hombres que han subrogado un vientre en los países donde sí es legal. ¿Qué hacemos con esos casos? ¿Hacemos de cuenta que no existen? Los jueces lo tienen que seguir resolviendo de algún modo, no hay manera de que se deje a esos niños por fuera de todo marco legal. Hay que aclarar que es una mala noticia, pero no es el fin del mundo: que haya quedado afuera del Código no significa que no pueda salir una ley que regule esta práctica. De manera contraria, la situación de todas esas familias se vuelve insostenible.

Con respecto a otro punto problemático, la definición del inicio de la vida (que para el nuevo Código continúa siendo a partir de la concepción) es una inconsistencia absoluta. Por un lado, se incorpora la regulación de todo lo relativo a las técnicas de reproducción humana asistida, y por el otro, se dice que la vida comienza en la concepción. Si el embrión ya es persona, llevar adelante las técnicas de fertilización es manipular vidas humanas. Es un punto flojo y una incoherencia que posiblemente sea necesario revisar en el futuro cercano.