En el aniversario 17º de la fundación del Club de Osos de Buenos Aires, los osos crearon una semana larga de actividades, alrededor de la Marcha del Orgullo y de su tradicional fiesta aniversario. La clave: expandir la sensibilidad y salir de la jaula exclusiva para osos.
› Por Diego Trerotola
Puede que la comunidad bear haya nacido desde un deseo fetichista, específico, por los cuerpos masculinos peludos, gordos, morrudos, fornidos. Acá, y en cualquier parte del mundo, en el principio fue visibilizar una sensibilidad erótica de hombres que amaban ciertos cuerpos que estaban y están siempre fuera de los cánones mayoritarios de belleza y erotismo físico de la comunidad gay. Esas nuevas señales surgieron en Buenos Aires alrededor de 1997: no es que antes no hubiese osos, o gays que supiesen de ese rótulo que hasta aquel momento era más extranjero que local, sino que lo que faltaba era una comunidad osuna, un sentimiento colectivo de pertenencia, un grupo de afirmación. Y así un grupúsculo, que apenas pasaba las dos decenas de personas, fundó acá una manera de hacerse cargo de aquello que casi se ocultaba en los rincones menos luminosos de discotecas y en otras sombras del yiro gay. Eramos –porque de ese inicio fui parte– unos veintipocos socios fundadores. Esa primera visibilidad fue creciendo hasta instalarse como parte del entramado de la cultura lgtbiq local, hasta conseguir tener un discurso específico en la Marcha del Orgullo de cada año. Pero muchos de los osos creen que la identidad no es una forma de estatismo sino una contraseña para seguir desarrollando maneras del erotismo, de la vida social, de la cultura.
Una de las primeras actividades abiertas del Club será una muestra de arte de artistas argentinos y brasileños, que ya da cuenta de la diversidad con que se abre la imagen de los osos en esta semana cultural. Esta exhibición binacional rompe la primera frontera: desde un gladiador desnudo lanzado a la batalla hasta un Papá Noel en cuero que regala corazones, pasando por un pelado de barba que se saca una selfie en bolas contra el espejo de un baño. Del mito a lo vulgar, pasando por alguna imagen hasta surrealista, para sumar todavía más extrañeza, se remata con un show esotérico (¿o será osotérico?) a cargo de Silvio Trugman. Representaciones diversas de la cultura osuna no van a faltar en la semana, porque habrá incluso presentaciones de libros de cuentos de socios del Club: Wenceslao Maldonado hablará de Bienes de familia y Fernando Iturrieta de El tiempo que cruje, libros que, codo a codo, son mucho más que dos. Así, durante la semana habrá presentación de un Calendario de Osos que incluye feria de productos leather y presentación de una campaña contra el sida y otras enfermedades de transmisión sexual. También habrá cena-show solidaria para reunir donaciones para la sala 8 del Hospital Muñiz y función de teatro de la obra Hotel Golondrina, creada y producida por la Cooperativa Artetrans. Eso además de la megafiesta aniversario y la inauguración de la temporada de pileta del Club. Es decir que habrá osos dibujantes, esotéricos, literatos, donantes, comilones, previniendo las ETS, viviendo con VIH; osos leather, trans, golondrinas, fiesteros, pileteros. De todo cabe en la cueva, incluso el oso casi sin atributos como vino al mundo, sin nada puesto, sólo con su cuerpo y sus ideas.
El año pasado, Ioshua vivió en Valparaíso, Chile, y paró en una casa okupa de unas amigas feministas anarquistas. Allí participó del taller feminista para descolonizar el idioma y las palabras, taller de canciones, taller de fanzines como el de Córdoba Cerda, fanzine feminista de la defensa del cuerpo gordo. En Valparaíso se inspiró para realizar esas mismas experiencias, pero aplicándolas a lo masculino. Ioshua aprendió de los talleres nudistas de feminismo, donde las que participaban llegaban y se desnudaban, que la última barrera que tenemos los supuestos libertarios es justamente el cuerpo y la aceptación del cuerpo. “Soy muy delgado y yo debería sentirme avergonzado, y lo mismo les pasa a las personas gordas. La vergüenza capitalista que se impone al cuerpo es violenta.” De vuelta en Buenos Aires, Ioshua comenzó a realizar charlas nudistas en su casa con sus amigos y así nació un fanzine. “Anal Army habla también de cómo llegué a convencerlos de juntarnos a conversar desnudos”, comenta Ioshua, que también tomó como referencia algunas experiencias de nudismo colectivo de las fotografías del Baron de Vongloeden o del Hain, una ceremonia de iniciación de la tribu selknam de Tierra del Fuego, donde los hombres desnudaban a los adolescentes para introducirlos en los secretos de la sexualidad adulta. El fanzine va a ser el puntapié inicial para el Taller de teoría libertaria del nudismo masculino que, de alguna manera, implica un giro bastante revolucionario en la historia del Club: teniendo en cuenta que en épocas pasadas y superadas no estaba permitido el ingreso de mujeres a las actividades de osos, y siendo una comunidad tan fetichista de la virilidad, que haya un taller que surgió originalmente del feminismo habla de una apertura inédita. Ioshua explica la decisión de iniciar el taller en este contexto: “¿Por qué los osos? Porque ellos también son un estereotipo. Si bien en los osos son una imagen rupturista y abrieron una brecha más en la cultura gay por eso de gustar de las panzas y los pelos, también crearon una imagen de oso ideal. Por ejemplo, yo tengo un amigo cazador que quiere subir de peso y se siente frustrado porque no puede engordar. De hecho es gordo, pero no le parece suficiente su gordura, quiere ser el oso que muestran las gráficas de grupos bears. Eso también es una forma de opresión sobre los cuerpos”. Con un breve manifiesto ilustrado, un fanzine y este taller, Ioshua inaugura este año un Colectivo de varones anarconudistas antipatriarcales que debutará poniéndose la piel de oso para hablar del cuerpo sin pelos en la lengua.
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