1º DE DICIEMBRE, DíA MUNDIAL DE LA LUCHA CONTRA EL SIDA
Un delirante trabajo de catalogación y espionaje a la comunidad LGBT llevado adelante por la policía bonaerense entre 1956 y 1998 salió de su closet en la muestra Lxs Otrxs (Museo Arte y Memoria de La Plata). Tirando del hilo de los archivos de la inteligencia policial aparece una trama secreta sobre cómo en democracia se espiaba, catalogaba y extorsionaba a los “infectados” de sida; lacra social o manzana podrida, según las más visitadas metáforas.
› Por Cristian Prieto
La sospecha de que en el archivo de la Bonaerense, que hace un tiempo se abrió para la sociedad civil, debería haber alguna señal sobre cómo se perseguía o señalaba a “los invertidos” me llevó a hacer temblar los buscadores con palabras claves como marica, puto, marimacho, homosexual, lesbiana, travestis. Por fin saltó una terminología mucho más compleja, extrañamente específica, y una serie de datos que imponen una investigación más profunda. Deberíamos preguntarnos, por ejemplo: ¿para qué la Bonaerense daría directivas para hacer ambientales a gente dudosa? ¿para qué les interesaría saber quién era una “pederasta pasivo” y quién un “pederasta activo”? Hay documentos en que sólo se relatan los comportamientos amorales de personas a partir de estos seguimientos. No hay relación con organizaciones políticas ni armadas, sólo la sospecha de su comportamiento anormal. Es allí donde podemos ensayar algunas hipótesis: que estas “averiguaciones” sirvieran para detenerlos, y que no tengamos hoy por hoy registro de tales detenciones en los libros de guardia, sino sólo algunas aisladas. O que esas detenciones no fueran blanqueadas, y que formaran parte de una actividad paralela y residual del terrorismo de Estado, ya que continuó en democracia. En los archivos en cuestión figuran: el “amoral sexual”, quien “mantenía relaciones con personas de su mismo sexo”; el civil o agente de la fuerza que tenía “un andar amanerado o poco masculino”. La mujer “hombruna” o de “conducta lesbiana”. Los “actos travestis” ya en los setenta, y una cuantiosa información sobre la comunidad trans en situación de prostitución y su relación con la policía bonaerense.
Desde el acervo del archivo, hoy administrado por la Comisión Provincial por la Memoria, se ha podido demostrar en varias causas judiciales lo sistemático de la persecución ideológica a personas vinculadas con organizaciones políticas en el período de la última dictadura militar: las personas eran fichadas, tenían legajos, se las estaba mirando y luego eran detenidas y/o desaparecidas, lo que se denomina “la persecución previa”. Si encontráramos por lo menos cincuenta legajos como el que está expuesto en la Muestra, que da cuenta de una persona que está “detenida por infracción al art. 68 de la ley 8031 (HOMOSEXUAL)”, podríamos demostrar esta persecución concreta y sistémica. Y hasta podríamos posibilitar a la Justicia que comenzara a abrir procesos de oficio con estos documentos.
Luego de las primeras búsquedas fuimos encontrando más legajos que dan cuenta de la infracción al artículo 68 de la ley 7031. Pero nunca queda claro cómo y en qué termina esa detención: “No se sabe cómo se resolvió”, dicen los legajos que dan cuenta de personas detenidas por el famoso artículo. Lo que pone de manifiesto la persecución de la inteligencia es también el termómetro de una sociedad que no dudaba en señalar al desviado. Claramente la responsabilidad de un órgano estatal y de seguridad no es la misma que la de una persona común. Pero cabe recalcar que los agentes de la bonaerense levantaban volantes difundidos en ámbitos gremiales, gubernamentales y de las organizaciones políticas, que también deslegitimaban a las personas, adjudicándoles un calificativo relacionado con la amoralidad sexual.
Un volante de la Unión Ferroviaria del año 1970 aclara que “podrán dirigirla peronistas, radicales, comunistas, participacionistas, oficialistas, cualquiera sea su ideología tienen en común un denominador: pertenecer a un gremio de hombres. Pero en la Unión Ferroviaria, ¡un homosexual no!”. Así como un volante dirigido a “los obreros de YPF” donde se escracha a un ingeniero que “además de carnero en YPF toda su vida fue alcahuete y además asiduo admirador de su propio sexo (homosexual)” y convocan a los estudiantes y obreros a boicotearle sus clases.
Ya en los años noventa se encuentra una cuantiosa información sobre los primeros casos de contagio del HIV sida. La inteligencia se dedicó a identificar a cada infectado y a indagar en las causas de su contagio. Así el juego entre la inteligencia, los medios de comunicación y la sociedad se convierte en un círculo en que la persecución y estigmatización parecen letales.
En esta información que todavía no ha sido analizada completamente se encuentran informes de los (supuestos) primeros infectados de las ciudades más importantes de la provincia de Buenos Aires. Se trata de cuatro tomos del legajos denominados de Referencia N 18.398, con la categoría SIDA. Allí se imparte desde la Dirección de Inteligencia la directiva de que se transmita toda información relacionada con los infectados del HIV-sida, los contextos en que se dan las infecciones y quiénes son los portadores de “este mal”.
Así se relevan desde las unidades sanitarias los nombres de las personas sospechadas de haber contraído la enfermedad, así como también hipótesis de cómo pudo darse ese contagio. A partir de esta información comenzaron a crear los famosos grupos de riesgo. Entre ellos estaban las travestis, los homosexuales, los bisexuales, y se puede ver la inclusión de los heterosexuales, pero tachado con lapicera, sacándolos de este grupo de mala fama.
Los informes son titulados al estilo diario Crónica: “Habría un caso de sida, en Navarro”; “Información relacionada con un enfermo de sida en Bahía Blanca”. “Situación presunta afectada sida”. Violaron todo tipo de intimidad de las personas, dando a conocer sus nombres, sus direcciones, información que era suministrada desde los propios médicos: como sus prácticas sexuales y detalles íntimos. Esta información se sumaba a aquella a la que accedían por los medios de comunicación.
También hay información de todas las organizaciones que desde finales de los ochenta comenzaron a trabajar en la prevención y sobre el reclamo al Estado para la atención de los enfermos. La inteligencia también levantó de los mismos puestos de activismo los volantes con los que se realizaban las demandas.
Así como en el Juicio del V Cuerpo de Ejército en la ciudad de Bahía Blanca se pudo constatar la estrecha relación del diario La Nueva Provincia con la Inteligencia: el periódico reproducía textualmente los partes de informaciones. En los casos de personas viviendo con VIH en la ciudad sucedió algo similar. Con fecha 9 de enero del año 1988 publicaron: “Su portador, que no tiene residencia en Bahía Blanca, declaró ser un homosexual también atrapado por la droga. El nuevo afectado del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida, quien tiene pareja estable (...), nació el 31 de enero de 1957 en la Capital Federal, y el proceso de la enfermedad se sitúa entre los grados tres y cuatro, es decir, avanzado”.
Pensemos que por fuera de la policía otras instituciones también tenían un discurso nefasto: el 30 de enero del año 1987, la Delegación de Inteligencia de La Plata transcribe el proyecto de ley sobre “Prevención” del sida, presentado por el Bloque de Diputados Peronistas Renovadores y la Democracia Cristiana. Su primer artículo es categórico: “Establécese en todo el territorio de la provincia de Buenos Aires la denuncia de carácter obligatorio, por parte de los hospitales públicos, privados y de los profesionales médicos que asistan a personas con posibilidades de padecer Síndrome de Inmunodeficiencia Adquiridas (sida)”.
Los archivos del Espionaje y Catalogación de la Comunidad LGTB de la ex Dippba son todavía un acervo por descubrir, para encontrar las marcas por las cuales los agentes de Inteligencia marcaban al amanerado, al pederasta, al travesti, a los amorales y, ya a finales de los noventa, a los infectados de HIV/sida. Que estos documentos salgan del armario ayuda a develar cuestiones que intuíamos. Son el eslabón de parte de la verdad de un Estado que no dejó de mirarnos, en tiempos de excepción y en tiempos de democracias. l
Los archivos se pueden consultar de dos maneras públicas: Pidiendo información sobre uno mismo, sobre un familiar directo y/o acreditando ese vínculo, con partida de nacimiento, por ejemplo. Y como investigador/investigadora sobre la temática que quieras saber y en los años que te interesa conocer. Eso sí, nunca accedés a los nombres y sus datos personales. www.comisionporlamemoria.org
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