Las universidades del Norte, como es sabido, invierten fortunas en investigaciones delirantes, que si en algo aportan es en el refuerzo de prejuicios y estigmatizaciones. ¿Qué se puede hacer? Como regalo de fin de año, SOY propone un juego: descubra cuál de todas estas investigaciones fue efectivamente publicada por una universidad y cuáles fueron imaginadas por Gabriela Cabezón Cámara, Pablo Gasol, Kado Kostzer, Alejandro Modarelli, María Moreno y Facundo Soto.
› Por Gabriela Cabezón Cámara, Pablo Gasol, Kado Kostzer, Alejandro Modarelli, María Moreno y Facundo Soto.
En el marco del vigésimo encuentro de la división de la ONU DSH (División Sexualidad Saludable), se ha presentado el resultado de la investigación que el Dr. Efraín Márquez venía llevando a cabo con su equipo de antropólogos en busca de determinar las causas del crecimiento de la población transexual a nivel mundial. Esta nueva información, que acaba de salir a la luz, revolucionaría el concepto de la sexualidad humana.
El Dr. Márquez –médico endocrinólogo, psicólogo e investigador en cuestiones relacionadas con género y sexualidad– ha determinado, al dar por concluida la investigación de 20 años, que de un coito extraordinariamente placentero nace indefectiblemente un hijo o hija transexual.
Asombrosamente, esto nos confirma que el estado de ánimo y una buena salud sexual tienen igual peso que los genes a la hora de la concepción humana. El estudio arrojó también que una sexualidad reprimida y/o poco satisfactoria trae a consecuencia el nacimiento de una persona transfóbica.
Los resultados se obtuvieron al cotejar las muestras de cada una de las 130 parejas sexuales seleccionadas para tal fin, quienes durante todos estos años participaron de un arduo proceso de resguardo de datos.
Las y los participantes llevaron un minucioso diario que detallaba cada encuentro íntimo, y tomaron una muestra de orina post-coito (mismo método que utilizaron las embarazadas voluntarias), material que fue almacenado y clasificado durante dos décadas.
Concluida al fin la clasificación y evolución de muestras de experiencias sexuales, y el desarrollo y crecimiento de los hijos que estas parejas concibieron durante esos encuentros, el equipo descubrió que un nuevo y desconocido algoritmo se repetía en los resultados conjuntos de las muestras químicas y psicológicas en las parejas indefectiblemente más unidas y satisfechas sexualmente. Asombrosamente, además, el o la bebé que esperaban, hoy jóvenes de entre 18 y 20 años, era en todos los casos una persona transexual.
Esto sostiene que una persona transexual es, en realidad, la prueba de un súmmum orgásmico, ya que cuando durante el coito las parejas alcanzan un orgasmo simultáneo, sin necesidad de imaginar a otro partenaire, conectando realmente con su compañero sexual desde el compartir el placer y no desde el egoísmo, sin pensar en las preocupaciones diarias, el componente Bxg13 (presente en ambos fluidos sexuales) muta a lo que a partir de ahora se conoce como la Sustancia T, responsable de la no sincronía de sexo y género, tal como en la mayoría de los casos sucede.
“Esto nos demuestra que los transexuales y transgénero en realidad son personas que, al transitar ambos géneros, comprenden al ser humano en su totalidad, y la liberación energética producida por sus padres durante la concepción da como resultado a una persona libre, que viene a este mundo a soltar las ataduras de otros”, opinó visiblemente alegre la Lic. Alejandra Diéguez, presidenta de la ATLF (Asociación de Transexuales Libres y Felices) de Cancún.
“La revelación de este dato deja entrever que la persecución durante tantos años de la comunidad tuvo que ver con perseguir y castigar a nuestra propia sexualidad”, sostuvo el propio Dr. Márquez al final de su discurso, antes de que una multitud lo ovacionara de pie. Esto sin dudas llevará a la población a ver a estas personas con otros ojos, ya que condenarlas es condenar la propia sexualidad.
Después de haber sido uno de los fundadores de la terapia reparativa, con enorme éxito y repercusión, el prestigioso investigador de la University of Stanford creó su propio centro de reconversión, buscando la modificación de la orientación sexual de homosexuales para eliminar estos comportamientos o formas de vida. El riguroso investigador detectó que más del 85 por ciento de los pacientes dados de alta recaían en su conducta homosexual, sin volver al tratamiento en el centro de rehabilitación; fueron catalogados de “sin cura”. Su proyecto, que le dio miles de dólares y prestigio en el ambiente académico, resultó ser un fracaso.
Incansable en su apetito de búsqueda, y con la honestidad que lo caracterizaba, escribió y publicó sus dailies, donde cuenta cómo sufrió su homosexualidad por no aceptarla. Se compara con el Dr. Jekyll y Mr. Hyde, cuando narra que después de trabajar en la Universidad de Stanford, se ponía una gorrita, un jogging y salía al desenfreno sexual que tantos años había anhelado, buscando tener relaciones con heterosexuales que se negaban a tocarlo incluso cuando les ofrecía altas sumas de dinero. Este hecho le disparó un nuevo campo de investigación. Al concluir sus dailies se asume como gay.
La reciente aparición de la pastilla Invertil se basa en un estudio de campo con más de 500 africanos y 250 latinos heterosexuales que se sometieron a la ingesta de la pastilla mágica. La sensación que experimentaron fue de libertad, donde apreciaron el lado lindo de las cosas, levantando la represión (homo)sexual, posibilitando que los heterosexuales se focalizaran en las personas de su mismo sexo sin prejuicios ni tabúes. El investigador aseguró: “No me caben dudas de que todos tenemos un componente bisexual en nuestro cerebro y que se reprime uno y se libera otro, o en el mejor de los casos se puede andar con los dos componentes, y que con Invertil no se siente culpa después de haber estado de gira experimentando con personas del mismo sexo”.
El investigador aseguró que la pastilla no tiene efectos colaterales y, muy por el contrario, combate el envejecimiento. “El consumo de una pastilla todos los días alivia la depresión y disminuye la ansiedad, aumentando la vitalidad y experimentando satisfacción por el mundo que lo rodea, reduciendo así el sentimiento de frustración que el 95 por ciento de los heterosexuales lleva consigo, previniendo el riesgo de contraer cáncer. También mejora la capacidad para pensar y razonar, retrasa la progresión del Alzheimer, aumenta los niveles de energía y evita malgastar la vida o aumentar el deseo de muerte”.
El estudio realizado por el investigador fue llevado a cabo en un laboratorio de Africa montado en el Parque Nacional de Serengeti, un escenario natural con heterosexuales de excelente estado físico, con contextura atlética. En su mayoría los participantes eran de raza negra y resultaron ser superdotados. El investigador realizó el trabajo de campo con un equipo de dos ayudantes, realizando ellos tres todas las pruebas.
Invertil ya se encuentra a la venta en Luanda y se empieza a distribuir en los resorts de Latinoamérica, donde veranean acaudalados empresarios dispuestos a tener nuevas experiencias aunque inhibidos en la acción. Invertil les ofrece la solución mágica. ¿Habrá que esperar que los costos bajen, que la pastilla llegue a nuestras pampas y andar con una tableta en la billetera, o será otro fracaso del investigador?
Los orgasmos de las lesbianas son más numerosos, placenteros e intensos que los de las mujeres heterosexuales. Al menos es lo que sugiere un reciente estudio realizado por investigadores de la Universidad de Indiana que ha sido publicado en The Journal Sexual of Medicine.
El estudio consistió en someter a cuestionario a 1497 hombres y 1353 mujeres con distintas orientaciones sexuales, donde quedaron reflejados tanto los hábitos sexuales como la frecuencia de los orgasmos.
Los resultados obtenidos fueron:
Hombres heterosexuales lograban el orgasmo en el 85,5 por ciento de las ocasiones.
Hombres homosexuales, un 84,7 por ciento.
Hombres bisexuales, un 77,6 por ciento de las ocasiones.
Mujeres heterosexuales llegaban al orgasmo con una frecuencia del 61,6 por ciento.
Mujeres bisexuales, un 58 por ciento.
Mujeres homosexuales, un 74,7 por ciento.
La razón que aducen los investigadores para explicar que las mujeres lesbianas tengan más orgasmos que las bisexuales y heterosexuales es que las mujeres conocen su cuerpo y, en consecuencia, pueden saber exactamente cómo proporcionar placer a sus compañeras sexuales de manera efectiva, así como el empleo de juegos sexuales preliminares. Según Justin R. García, coautor del estudio: la comprensión de los factores que influyen en la variación en la ocurrencia del orgasmo entre las minorías sexuales puede ayudar en la adaptación de las terapias conductuales para aquellos de diferentes orientaciones sexuales (...). Estos datos demuestran la necesidad de nuevas investigaciones sobre las experiencias sexuales comparativas y los resultados de las minorías sexuales, para comprender los mecanismos por los que las características sociodemográficas y, en particular, la orientación sexual, afectan los resultados de salud sexual, incluyendo experiencias de orgasmo.
La investigación, liderada por los departamentos de Biología, Bioquímica y Agricultura de la prestigiosa universidad británica de Cambridge, fue llevada a cabo durante diez años en las áreas rurales y semirrurales que rodean a seis ciudades, en asociación con universidades locales: San Francisco, México DF, Buenos Aires, París, Namibia y Bagdad. Durante diez años, los investigadores trabajaron con una muestra de cincuenta mil lesbianas en cada ciudad. “Eso fue sencillo en ciudades como San Francisco y Buenos Aires”, explica Zahira Nambo, la británica, PHD en Biología, que dirigió el estudio. “En Asia y Africa fue más complejo por la persecución que aún sufren las poblaciones homosexuales. Afortunadamente contamos con la ayuda de la ONU, que desarrolló la década pasada la investigación sobre el baby boom lésbico y contaba con la base de datos para desarrollar nuestro trabajo.”
Grupos de científicos multidisciplinarios recorrieron miles de kilómetros mes a mes durante la década pasada. Es que, como había concluido el estudio de la ONU, el baby boom lésbico de 1995-2005 llevó a muchas de estas mujeres a mudarse al campo por considerar que era un entorno más pacífico para la crianza de sus niños. Tanto que 34.301 pueblos casi fantasmas de los cinco continentes como, por citar uno cercano, Mechita, en la provincia de Buenos Aires, incrementaron su población en esa década, pasando de 900 a 9000 habitantes de un modo vertiginoso. Muchas de estas lesbianas migrantes siguieron desarrollando sus profesiones a distancia gracias a Internet.
Lo que descubrió Cambridge fue que muchas otras, en todo el globo, se volcaron de lleno al cultivo de verduras, frutas y granos orgánicos, formando una cooperativa internacional de intercambio de semillas no intervenidas genéticamente por las megacorporaciones lideradas por Monsanto. Ese fue el primer paso; luego desarrollaron herramientas financieras como un banco y logísticas para comerciar en todo el mundo, y hoy son un sector insoslayable de la agricultura global, asociadas con sus semejantes menos dadas a la maternidad que se quedaron en las ciudades y se dedican a la venta y al consumo de comida orgánica, entre otras prácticas hedonistas del cuidado del self. “Pero no es eso lo más sorprendente”, agrega Nambo. “Hay otras poblaciones que se dedican a los cultivos orgánicos, pero ninguna con resultados tan exitosos; logran las manzanas más rojas y más crujientes, el trigo más brillante, la rúcula más rica. No fue sencillo encontrar la causa, hasta que intervino el Departamento de Bioquímica. La concentración de maternidad, dos madres por cada casa, favorece la proliferación de una enzima de la fertilidad, la procreasata, cuyo exceso se exuda por la piel de las manos. De no mediar ningún cambio inesperado, se espera que el 35 por ciento de la tierra cultivable esté en manos de lesbianas en 2030.”
La noticia de la próxima aparición de un libro, que no es una publicación más, provocó asombro en científicos, estupor en Wall Street, indignación en los sectores más homofóbicos y conjeturas en la comunidad gay. Para rastrear la génesis de tanta conmoción hay que remontarse a los últimos estertores de la Unión Soviética. En Livadia un grupo de científicos realizaba una investigación secreta con mucho de experimento. La hipótesis sostenía que los varones homosexuales pasivos –con entrenamiento adecuado y microscópicos chips en las cavidades bucal y anal– tenían un potencial mayor para liderar empresas e instituciones y tomar decisiones drásticas, incluso arbitrarias. Con la caída de la Cortina de Hierro el grupo de estudiosos encontró en el capitalismo made in USA el ámbito ideal para poner en práctica sus estudios. Con un generoso presupuesto –otorgado por industriales que pretendían globalizar los resultados– se instalaron en Amarillo, Texas. Desde allí reclutaron en saunas y back-rooms de bares gay a pasivos dispuestos a convertirse en hombres de poder.
La confidencialidad del proyecto, durante dos décadas guardada, se quebró recientemente por el caso de Bruce Page (47). El ex peinador en un suburbio de Oklahoma llegó a ocupar el sitial más alto en la Power Steel Company de Pensilvania, principal empresa siderúrgica de la Unión. El joven Page mostró garra durante la crisis del 2001, cuando se vio obligado a cesantear a dos mil empleados y reducir en un 30 por ciento el salario del personal de planta. Las revistas Time y Forbes saludaron con sus portadas al nuevo genio. Luego de una década próspera, con curvas de crecimiento históricas, los dos últimos años de la poderosa empresa fueron tambaleantes. El establishment quiso saber el porqué de la debilidad y falta de estrategias de su hasta entonces niño mimado. Los cerebros rusos detectaron que en su nueva relación amorosa Bruce había dejado de practicar el rol pasivo que pasó a cumplir su joven partner sexual, el cubano Tony Cejas (27).
Bajo la severa supervisión de los científicos rusos, Page fue sometido a una repasivización forzada para activar sus chips: previamente a las reuniones de directorio era sodomizado por un grupo elite de activos negros a los que, con intervalos de 40 minutos, el alto ejecutivo también debía practicarles sesiones de fellatio. Finalmente, dada la poca eficacia del compulsivo tratamiento, fue separado de su cargo sin que trascendieran los motivos.
Tanto hermetismo concluyó la semana pasada, cuando la editorial neoyorquina Sutter & Bell anunció el lanzamiento de The King who was a Queen, donde Page, con la colaboración de Lester J. Doll, cuenta los pormenores del experimento que de exitoso se convirtió –en este y otros casos aún secretos– en semifallido. Los trascendidos aseguran que una veintena de empresas que sostienen la economía del país del Norte están al frente de voluntarios provistos de chips. También se sospecha que el Capitolio albergaría al menos a ocho congresales pasivos. En Washington todos se miran con desconfianza, lo mismo que en otros círculos de poder. De las suspicacias –¿caza de brujas?– tampoco están exceptuados los presidentes Putin y Obama y Su Santidad el papa Francisco.
Antes del lanzamiento del predecible best-seller, la Weinstein Company –de los exitosos hermanos Bob y Harvey, que juraron no haber puesto nunca un pie en Amarillo– ya adquirió los derechos para un film que dirigirá Martin Scorsese, con Leonardo Di Caprio en el rol del porculizado Bruce Page.
Investigadores de la Universidad de Columbia, encabezados por Mark Hatzenbuehler, concluyeron que las personas homofóbicas viven alrededor de dos años y medio menos que aquellos que no tienen problemas con esta condición humana. Lo anterior se determinó luego de un amplio análisis donde se correlacionaron actitudes sociales con tazas de mortalidad entre sectores de la población estadounidense a lo largo de veinte años. La data fue obtenida a partir de la General Social Survey y el National Death Index:
Encontramos evidencia que apunta a que los prejuicios antigay están asociados con riesgos de mortalidad particularmente altos entre heterosexuales, por encima de múltiples factores de riesgo que fueron considerados. En particular existe una diferencia de 2,5 años en las expectativas de vida entre individuos con alto o bajo prejuicio antigay.
En cuanto a las causas de este fenómeno, los investigadores sugieren que podría estar asociado con los niveles de estrés que le genera a un homófobo estar en presencia de un gay, y esta intensa incomodidad podría tener un costo para la salud física.
Una investigación realizada por el Departamento de Sociología de la Universidad de Indiana publicada en The Journal Sexual of Medicine demuestra que entre las lesbianas existe una frecuencia de un 56,8 por ciento mayor de donantes de órganos que entre varones y mujeres hétero y varones gay.
El estudio consistió en someter a un cuestionario sobre el tema a 1497 hombres y 1353 mujeres con distintas orientaciones sexuales. La conclusión fue que habría entre las lesbianas, fueran o no activistas, una mayor sensibilidad a la donación de órganos que entre varones gays y mujeres y varones heterosexuales (la encuesta, como se ve, adolece de un mutismo transfóbico). La explicación de los investigadores fue que las lesbianas, por su profundo conocimiento del cuerpo a cuerpo con la madre (noción debida a la psicoanalista Luce Irigaray) revivida en el amor mutuo, estaban más dispuestas a pensar el cuerpo físico por su valor simbólico, más allá de su materialidad. También porque la familiaridad con la ciencia y la tecnología de los grupos Glttbi facilitaría la idea de una “anatomía coyuntural”. En GRIL (Radical Girls in Love) de Bloomington reinterpretaron la encuesta, advirtiendo que ya no se podía hacer una separación entre activistas y no activistas debido a la evolución de la conciencia política lésbica, expandida a la totalidad de la sociedad, señalando entre las encuestadas un alto número de veganas, militantes del suicidio asistido, contra la pena de muerte, el cambio climático y pro derechos del animal, lo cual probaba que la donación de órganos era un elemento más de una conciencia política lesbiana más abarcadora. Este grupo salió a responder a las declaraciones de la Iglesia Católica local realizadas en el diario Espector, que interpretaba la encuesta como una prueba de la falta de fe que llevaba a las lesbianas no sólo a una práctica contra natura sino a permitir el desmembramiento de un cuerpo sobre el que sólo Dios puede disponer; y de su alta frustración al no ser madres biológicas, que las llevaba a “trascender la propia vida”, buscando subrogados en la donación de órganos.
GRIL señaló que el 25,8 por ciento de las encuestadas eran madres biológicas: es decir no sólo eran donantes de órganos sino que habían recibido en sus cuerpos semen de bancos de esperma y/u óvulos de una compañera mayor con la que habían decidido cuál sería el “nido más confortable” para el hijo por venir. También informó sobre la frecuente adopción entre las lesbianas de religiones como el budismo zen o el tibetano, el panteísmo o el culto de la Diosa Madre.
El 80 por ciento aceptaba la donación total y, dentro de este porcentaje, un 20 por ciento limitaba la donación a córneas, piel, huesos y válvulas cardíacas luego de una muerte “natural” como las que suceden por cáncer o infarto. De las encuestadas, un 0,2 por ciento se había visto ante la responsabilidad de decidir sobre el cuerpo de su compañera y, dentro de esa módica proporción, un alarmante 60 por ciento se había negado a la ablación a pesar de existir un carnet de donante de la fallecida. GRIL señaló que este porcentaje era sin embargo menor que el de heterosexuales y varones hétero y gay a la hora de decidir sobre la ablación de un cadáver querido.
Espector, con cierta sutileza estratégica al sugerir el apoyo del anonimato en caso de trasplante en nombre de la ley jurídica, pero también a modo de ejemplo del castigo de Dios, dos días después de haber sido publicado el debate en torno a la encuesta dedicó la portada a un caso que sugería el peligro que constituía el amor romántico –esa cosa de mujeres, encima elevada a la segunda potencia por las parejas en donde ellas son dos– para el cumplimiento de la Ley de Trasplante que prescribe la confidencialidad, es decir el anonimato del donante para el donado y del donado para el donante.
El caso: una encuestada que respetó la decisión de su pareja de ser donante fue Marjorie Anders, de 50 años, nacida en Minnesota y radicada en Indiana. Cuando Sadie Channer, una jamaiquina con la que se había casado en 1994, sufrió un accidente cerebrovascular y fue trasladada a una unidad de terapia intensiva con un diagnóstico de muerte cerebral, ella misma llamó al Ente Procurador de Organos y Tejidos, adelantándose al cuerpo médico que está obligado por ley a realizar la denuncia de un cadáver preñado de órganos suplentes (para distribuir según sus grados de compatibilidad entre los angustiados inscriptos en largas listas de espera). Pero a los pocos días, según la supuesta investigación realizada por Espector, Marjorie Anders, una hábil buscadora de Internet que se había desempeñado como archivista del Washington Post y era miembro de ancestry.com, logró averiguar que el corazón de Sadie había sido trasplantado a una joven de quince años que vivía con sus padres en Newark, Nueva Jersey. Averiguó su domicilio y la dirección del colegio al que asistía; viajó 1910 kilómetros en su auto, la esperó a la salida, la abordó y le contó quién era, incluidos los detalles de su vida con Sadie. También que ella tenía su corazón. Luego la convenció de que la acompañara al baño de un bar de la cadena Starbucks donde le pidió que sólo le dejara apoyar la cabeza sobre su pecho para escuchar los latidos. La joven accedió, pero sus padres, al enterarse, levantaron cargos de secuestro, abuso de menores y doble incumplimiento de la Ley Estatal de Trasplante de Organos y Material Anatómico Humano, por informarle a la joven la identidad de la donante y por informarle que su corazón pertenecía a una lesbiana, cargo al que el fiscal le dio la forma de “dichos obscenos e injurias”. GRIL demostró que el caso era apócrifo y encima un plagio de una ficción pedagógica escrita por una militante de GRIL, Jena Holmes, en la sección “Romance” del fanzine de la organización. Marjorie Anders no fue absuelta: no existía.
Con regocijo por los relevantes resultados obtenidos y la posibilidad de exportar el método utilizado a los países más afectados que lo requieran, se recibió en Islandia la noticia del primer trasplante exitoso de hipotálamo de un varón homosexual a un varón heterosexual que padecía del síndrome Exitabilis Pulchran Muliers (EPM), más conocido en el ambiente de los endocrinólogos como desvío hormonal hipofisiario masculino–heterosexual. El Reikiavik Höspitaal, donde se efectuó la cirugía, se transforma así en una usina pedagógica para los especialistas en reencauzar la conducta heterosexual discapacitante producida por el mal funcionamiento de la hipófisis: hombres que abandonan familia y trabajo por su adicción al coito peneano-vaginal múltiple. El síndrome EPM, indica la nueva literatura clínica, provoca frustración, depresión, agresividad, ansiedad, priaprismo, soledad y desempleo. Es un fenómeno asimilable a un TOC (trastorno obsesivo compulsivo), que viene en aumento en la sociedad del siglo XXI y derivó en un auge del coaching ontológico al servicio de los pacientes. Esta moderna herramienta conductista tiene como objetivo estimular el consumo inteligente de bienes libidinales y la búsqueda placentera de empleo dentro de un mercado laboral cada vez más pequeño y selectivo.
El Dr. J. Rudolph Wilcock, del equipo de cirujanos intervinientes, manifestó su satisfacción por haber sido el Reikiavik Höspitaal la institución que pudo vencer la resistencia y el prejuicio de la comunidad médica internacional contra el uso quirúrgico de hipotálamos de varones homosexuales, quienes según los estudios del Departamento de Bienestar Sexual de la ONU serían menos propensos a adquirir esta enfermedad de origen hormonal, sobre todo a partir de la aprobación de derechos civiles a su favor.
Cabe señalar que el método aplicado no convierte al trasplantado en lo que el Dr. Wilcock ha denominado con sencillez ante la cadena BBC como “un maricón de aquellos”, sino que el paciente incorpora en el plano médico–simbólico ciertas conductas de maduración saludables, entre ellas una rutina genital-afectiva consecuente con la planificación vital: “Hemos encontrado por fin una cura para los reventados”, anunció feliz el prestigioso especialista.
La noticia llega a las primeras planas cuando aún no se ha acallado en Occidente el debate originado por el fallo del Supremo Tribunal Europeo “Viñas David contra el Estado español s/reconocimiento de subsidio por discapacidad a causa del síndrome EPM”. La sentencia obligó al gobierno peninsular a otorgarle al demandante un beneficio mensual de 800 euros hasta tanto los endocrinólogos no logren una reducción significativa de la hormona hipotalámica que lo impulsa el apareamiento múltiple. El trastorno le produjo una merma de su capital relacional, al punto que, según los jueces, “el señor Viñas puede considerarse a todas luces inhabilitado para un desarrollo biológico, social y económico acorde con las exigencias de la sociedad del presente”.
Según una encuesta realizada por el Organización Mundial de la Salud, el 15 por ciento de los varones heterosexuales en edad activa de los países de la cuenca mediterránea europea padecen el síndrome EPM. Eso marcaría una interesante diferencia cuantitativa con una muestra similar que la ONU efectuó en el Africa Subsahariana, donde se determinó que el número de afectados es considerablemente menor, acaso por las propias condiciones de existencia. Los varones heterosexuales subsaharianos estarían más ocupados en la subsistencia que obsesionados por el coito y, salvo en algunos casos de residentes europeos, no ha sido posible detectar en su funcionamiento hipofisiario el síndrome EPM. Lo cual no deja de ser un motivo de alivio para los programas de ayuda económica de los países centrales, justo en estos tiempos del ébola.
SOLUCIONES
1) Noticia falsa. Autor: Pablo Gasol
2) Noticia falsa. Autor: Facundo R. Soto
3) Noticia falsa. Autora: Gabriela Cabezón Cámara
4) Noticia falsa. Autor: Kado Kostzer
5) Noticia verdadera. Autor: Universidad de Columbia
6) Noticia falsa. Autora: María Moreno
7) Noticia falsa. Autor: Alejandro Modarelli
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