CRIMEN DE ODIO EN FORMOSA
La semana pasada SOY publicaba una nota sobre el clima favorable en materia lgbtti en la provincia de Formosa. Esa misma semana Dardo Cwalina era brutalmente asesinado, por marica. ¿La coincidencia debe ser leída como contradicción?, ¿o desleída como mera casualidad? Por lo pronto, habrá que considerar que los avances y las fronteras que se cruzan no simplemente provocan, sino que dejan al descubierto la brutalidad de la que es capaz la resistencia.
› Por Adriano Seidelman
La madrugada del sábado 13 de diciembre Dardo Cwalina, de 26 años, fue asesinado brutalmente. Hasta el momento, los investigadores pudieron determinar que fue mutilado (su pene) aún con vida, desnucado, degollado, luego descuartizado, incinerado y enterrados sus restos en un basural. Sus captores eran allegados a él; no puedo desentrañar del todo qué clase de relación los unía, pero lo invitaron a cenar esa noche en una confitería del centro, y ahí estuvieron los asesinos y Dardo, frente a todo el pueblo para que pudieran verlo por última vez con vida..., luego de eso todo se oscurece. De los seis sospechosos sólo uno está detenido (presuntamente su pareja), el resto, prófugo.
Dardo era una loca, con quien me crucé varias veces en algunas festividades... Desde niño me fascinó que pudiera existir alguien que incendiara casi sin esfuerzo cualquier posibilidad de closet... Ante mis ojos era una gordita simpática que desde púber había logrado hacerse de recursos e independencia económica ornamentando eventos... bah, eventos le dicen en este oscuro rincón olvidado de la mano de Dios a fiestas de 15 decadentes y casamientos arreglados donde te dan sanguchitos de un jamón que no es jamón sino paleta... Sus saberes maricas le habían concedido poder, en la Formosa profunda, y era admirado por saber combinar colores, elegir telas y lograr ponerles vida a galpones sin amor. Fue sabio, pues estos poderes, estos mismos refinamientos (tan mersas y delicados a la vez) fueron los que le posibilitaron, como a pocas, radicalizar su amaneramiento marica.
La historia es conocida, loca de pueblo con plata, rodeada por vampiros lúmpenes perdidos que se podían dar algunos lujos a sus costillas. Esas amistades y amores, que si te pueden matar te matan, fueron las que le dieron su indescriptible final.
No puedo dejar de pensar en el caso de la Pepa Gaitán, en Córdoba, donde quedó en evidencia que no fue exactamente una precariedad la que la puso en situación de vulnerabilidad, sino más bien su potencia de existir, su productividad asociada a lo masculino, su capacidad de seducción, que desafiaban la jerarquía del macho que la asesinó cobardemente.
Todxs acá saben que no lo mataron individualmente unos sujetos psicóticos. No, todas estas lindas personas saben profundamente que cualquiera de los miembros de esta comunidad es un potencial asesino, y que cualquiera lo hubiera hecho si se le garantizara un mínimo de impunidad. Por eso todxs callan, sólo medios locales y algunos regionales cuentan parte de la noticia (en medios nacionales no he visto nada), haciendo desaparecer las sinrazones de la muerte, y así a la persona de Dardo misma, quedando impune la hegemonía hétero. Sólo una vecina visceral, aunque realista, me dijo “cuidate que están matando putos”.
Con la sangre helada, no puedo evitar preguntarme ¿por qué esa necesidad de exterminarlo así?, ¿por qué intentar destruir con saña cada parte de su persona? ¿Será como dice Foucault, sobre la violencia que desatan nuestras anormalidades, que es nuestro propio cuerpo ya en sí mismo la contradicción de todo el orden jurídico-político? ¿En qué mundo estamos viviendo, con tantos monstruos que no osan decir su nombre? ¿Hasta cuándo seguirá existiendo semejante violencia homofóbica, hasta cuándo seguirán estas desapariciones en democracia?
En el pueblo todxs saben que a Dardo lo mataron por puto, pero nadie lo reconoce, todo el campo puesto de pie se ha inventado ya sus conclusiones. Desde la policía, hasta personas ligadas con el poder político a quienes indagué sostienen relatos disímiles que desnudan un gran desconocimiento de móviles, como de exactitudes. Aún mi mirada atónita, y mi voz que se quiebra, parten también del misterio y el desconocimiento, aunque he querido en mi relato lograr algún punto de reconocimiento hacia la existencia de Dardo que celebro, hacia sus potencias que admiro.
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