La transfobia no se toma vacaciones. Daniela Ruiz, por su parte, lleva el orgullo y la reflexión también al borde de la pileta olímpica.
Ayer fui a la pileta con una amiga trans, estábamos relajadas tomando un poco de sol y de pronto vinieron cinco mujeres cisgénero que nos miraban y comenzaron las burlas entre ellas. Fue mayor la burla cuando algunos chicos empezaron a mirarnos más a nosotras que a ellas. La burla derivó en risas grotescas. Y realmente en algún momento me puse a pensar: ¿por qué te reís de mí por mi género, cuando todxs somos iguales? Me sentí compleja, me enfurecí, me puse combativa y al final me puse reflexiva. Muté, luché, cambié, maduré, crecí y hoy “soy lo que soy”. Yo no entro en una competencia con una mujer, jamás lo haría, nunca estuvo en mis pensamientos. Ser persona femenina es mi razón natural de ser. No imito a nadie, no soy copia de una mujer.
Me puse al borde de la pileta, le dije a mi amiga: “¡Nosotras somos lo que somos y eso es un tesoro que jamás nadie nos va a quitar!”. Las mujeres seguían riéndose de nosotras y buscando algo masculino para burlarse. Nosotras no nos íbamos a retirar, porque eso hubiese sido para ellas un triunfo. Tampoco íbamos a responderles con una agresión verbal, porque ellas buscan “un escándalo trava”. Y ahí hubieran tenido excusas para hablar de lo que somos toda la semana.
Ahora la sociedad nos dice: ¡ya está superado el temita del “genero”, dejen de victimizarse, que todo es normal! Nos fuimos de la pile de Parque Norte terminada la tarde. Ellas tapándose la celulitis y acomplejadas con sus cuerpos. Nosotras mostrando nuestros cuerpos siliconados y riéndonos de nosotras mismas. Eso sí... jamás me quitarán mi libertad.
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