Vie 06.02.2015
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SALUD

Misiones y reparaciones

La semana pasada se dio a conocer la noticia de que a partir de este año, en la provincia de Misiones, se cambiarán los implantes mamarios en forma gratuita a personas trans que en su momento se hayan inyectado aceites industriales o metacrilato. Las intervenciones se harán en hospitales públicos a quienes no tengan obra social, para evitar riesgos para su salud. Este programa de cirugías reconstructivas es uno de los modos en los que la provincia está acusando recibo de uno de los aspectos de la Ley de Identidad de Género, aprobada en 2012. Aquí, tres reflexiones más allá de la noticia.

› Por Alan Otto Prieto (Capicúa)

Se trata de una noticia importante que debe ser analizada con un poco de criterio político. En primer lugar corresponde celebrar el anuncio del Ministerio de Salud de la provincia de Misiones, y especialmente a la organización social que está impulsando la iniciativa. Es necesario que recordemos, siempre, que cada provincia tiene la obligación de cumplir con las leyes nacionales, como lo es la Ley de Identidad de Género aprobada en el año 2012 y que aún sigue esperando en el cajón del ministro de Salud de la Nación, Juan Manzur, la reglamentación de su pata sanitaria. En este sentido, digo “menos tono de favor y más tono de responsabilidad”.

Concientizar a lxs funcionarixs y equipos de salud sobre la salud integral de una persona no es solamente referirse a un cuerpo sano. Por el contrario, podríamos retomar la definición de salud de la OMS, que quizá sea lo único que nos puede aportar a las personas trans esta organización: “La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.

En segundo lugar: es muy fácil salir ahora a hablar de “riesgos de vida de estas personas”, señalando a las compañeras trans como las responsables de haber utilizado aceites tóxicos en sus propios cuerpos. ¿Se olvidaron de que la construcción de los cuerpos trans era clandestina y aún lo sigue siendo, porque el Estado así lo impuso durante años, excluyendo, criminalizando y patologizando nuestras identidades, y aún hoy contando con esta ley que sigue sin reglamentarse?

En tercer lugar: tiene que ser evaluada cada experiencia en su especificidad, no puede removerse el aceite en todos los casos, muchas veces se encuentra alojado en zonas delicadas que pueden derivar en complicaciones graves y pérdidas de movilidad. Se tiene que informar a cada persona qué tipo de complicaciones puede tener, qué puede estar en riesgo, lxs médicxs tienden a decidir por las personas qué es lo “mejor” sin respetar los propios deseos. ¿O acaso no hubo médicxs que construyeron cuerpos en la clandestinidad y ganaron dinero a costa de la salud de las personas trans?

El desafío es capacitar a los equipos médicos en las construcciones trans, la forma de aplicación de los aceites, la ingesta de hormonas, y las técnicas que fue desarrollando la comunidad trans para vivir, construir, experimentar y transitar su género.

Cuarto: es necesario crear hospitales “amigables”, si lo que se quiere es generar una política amplia y de ciudadanía, donde podamos atendernos como cualquier persona, sin necesidad de consultorios o equipos específicos que nos digan cómo es la forma correcta de vivir nuestro cuerpo.

Quinto: hablar de la construcción de los cuerpos trans femeninos es, también, pensar cómo hacemos para conseguir laburos estables, registrados y que una esquina no sea la única alternativa. Los estereotipos de belleza nos obligan a las personas trans a pensarnos en estándares de cuerpos, cuyo alcance precisa de técnicas clandestinas y nocivas para nuestra salud.

Sexto: las universidades e institutos de nuestro país, que están formando equipos de salud, en su mayoría no incorporaron en todo este tiempo material que aborde la construcción de nuestras identidades, y cuando lo hicieron (como algunas facultades de Psicología) nos mostraron como el “caso” a analizar, de modo patologizante y estigmatizante. Si a esto le sumamos la mirada que los medios de comunicación exponen constantemente sobre nosotrxs, podríamos seguir hablando de lo que aún nos falta infinitamente. Es urgente y necesario que el Estado reglamente, aplique y asigne presupuesto a la implementación de la Ley de Identidad de Género para que, entonces sí, en la Argentina podamos hablar de respeto e igualdad hacia las personas trans.

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