BDSM ILUSTRADO
› Por Pablo Pérez
Después de su primera experiencia real con el Master Costurero y con el cuerpo completamente afeitado, en el camino de regreso Andy se puso al palo en el colectivo, el roce de su piel con la ropa lo excitaba, tenía las tetillas duras y se le notaba a través de la musculosa ajustada, se había quedado con ganas de más. Apenas llegó a su casa corrió hasta el baño a desnudarse y mirarse al espejo.
–Buenas noches, ¿no? –se quedó con el saludo colgando la madre que estaba mirando la tele sentada en la cocina.
Andy quedó frente a sí mismo mirando cómo sus músculos y abdominales se destacaban mejor así, sin pelos parecía una escultura griega. Todo se veía más largo y armónico sin la maraña de pelos.
–Disculpame, es que me estaba por cagar –dijo Andy a su madre al volver a la cocina. La palabra “cagar” le sirvió para despistar cualquier conversación sobre lo que había estado haciendo–. ¿Qué hay de comer?
–Pastel de papas. Aprovechá que está calentito todavía –la madre apagó la tele–. Me voy a dormir.
“Más calentito estoy yo”, pensó Andy mientras le ponía la mejilla a su madre para recibir el besito de las buenas noches.
Decidió comer más tarde, así como estaba se sentía perfecto. Si comía se le iba a inflar la panza y quería mostrarse por cam. Cuando escuchó que la puerta del dormitorio de su madre se cerró, se metió en el suyo, encendió la compu y abrió Recon. Tenía un mensaje de Azabache, un Leather Master de Córdoba dispuesto a entrenarlo. Abrió su perfil, leyó 45 años, 90% activo... Miró las fotos; en una estaba vestido con uniforme de cuero, la visera de la gorra le tapaba los ojos, tenía la nariz ancha y una boca carnosa que asomaba entre la barba negra. En otra foto, un esclavo de rodillas le lamía las botas... Andy le devolvió el ligue y, mientras se desvestía, el Master le mandó un mensaje: “Quiero verte por cam, esclavo”.
Se encontraron por Skype. Andy sólo podía ver las manos del Master con guantes de cuero, sosteniendo un cigarro. “¿Cómo estás, esclavo?” “Muy caliente, Señor. Hoy tuve mi primera sesión con un Amo. Me ató, me afeitó todo el cuerpo, pero no me dejó acabar.” “Mostrame cómo quedaste, esclavo.”
Andy se puso de pie y sopesó frente a la cam sus huevos grandes, colgantes, recién afeitados. “Bien, esclavo. Lindos huevos.” “Gracias, Señor.” “Ahora mostrame el culo.” Andy se paró de espaldas a la cam, apoyó un pie en la silla. “¿Está bien así, Señor?” “¿Tenés un dildo?”, preguntó el Master, ahora de pie repasando con una tonfa el contorno de su bulto enorme y duro. “No, no tengo, Señor”, dijo Andy, a punto de explotar de calentura. “¿Te gustaría tener la tonfa en el culo, putito?” “Sí, por favor, Señor.” “Te ordeno que mañana mismo te compres una.” “¡Lo que Usted diga, Señor! ¿Dónde?” “En una casa de rezagos militares.” Andy se imaginó todo ese palo negro y lustroso metido en el culo y eyaculó a borbotones. El Master apagó la cam y Andy, relajado, buscó su toallita para las acabadas.
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