A un año de la muerte de la profesora bahiense María Eva Rossi, se lanzaron unas Jornadas Nacionales, que llevan su nombre, sobre educación y diversidad.
› Por Paula Jiménez España
Al volver de su viaje, María Eva estaba feliz. Me lo dijo una tarde, cuando visité Bahía. Había podido caminar por Puerto Madryn sin sentirse mirada por lxs vecinxs (es decir, mal mirada). Había pasado por una obra en construcción sin ser destinataria de un agravio. Había sido recibida por sus anfitrionxs no como una reina sino como lo que era, una maestra. Se había sentido reconocida y libre en su diferencia, y no a pesar de ella. Sin embargo, no iba a irse de esa Bahía Blanca hostil a la que retornó luego de años de vivir, como el hombre que nunca fue, en NY. Y la razón principal de quedarse no estaba en un amor (porque ningún chongo quería hacerse visible a su lado por las calles bahienses), ni en su familia, y tampoco en sus amigxs, aunque fueran de hierro como Sandro Emanuel Ulloa y Viviana Becker. Digamos que, a la luz de sus últimos años, la gran razón para no irse era seguir revolucionando el ámbito educativo, que es el semillero desde el cual se agita la sociedad entera. Ella era consciente del alcance de lo que se gesta en las aulas y sabía que su lucha era necesaria en un lugar como ése, que su rol social en NY hubiera pasado desapercibido. María Eva era, como casi todo el mundo sabe, formadora de docentes en el Instituto Superior de Pedagogía Julio César Avanza, donde llevó a cabo, a la vista de alumnxs y profesorxs, su proceso de transición. Hoy esta misma institución, para la cual la adaptación al proceso de mi amiga no fue de lo más sencilla (y testimonio de esto es el video Transformadora, que filmó Viviana Becker, y que hoy se proyecta en distintos espacios educativos del país), se ofrece como sede para las I Jornadas Nacionales Profesora María Eva Rossi, cuyo comité académico está formado por invitadxs como Carlos Sklyar, Diana Maffía, Lohana Berkins y tantxs más. Durante dos días (18 y 19 de junio) en el Avanza se sucederán todo tipo de actividades –conferencias, ponencias, proyecciones, presentaciones de libros, talleres, obras de teatro– y hasta el 6 de mayo se estarán recibiendo propuestas de participación que van desde relatos de experiencias educativas vinculadas con la diversidad hasta aportes teóricos o avances de investigaciones en curso. Además de las identidades de género, los ejes de trabajo incluirán la educación especial, los pueblos originarios o el encuentro de generaciones, entre otros temas. En lo personal, no creo que estas jornadas-homenaje se traten sólo de una reparación a los dolores sufridos por María Eva (y por tantas chicas trans), sino, básicamente, de una consecuencia histórica y de un logro de su lucha política. Según Sandro, uno de los organizadores de las jornadas, la institución educativa bahiense, después de María Eva, empieza a incluir la transgeneridad, y ejemplo de ello resulta el proceso de transición que ante toda la comunidad llevó adelante en los últimos tiempos una maestra de escuela primaria. Junto con Sandro, me atrevo a pensar que sin María Eva detrás este paso no hubiera sido posible. Como dijo una vez Gabo Ferro, todas las personas que la conocimos, de algún modo, salimos transformadas.
Hasta el 6 de mayo se reciben propuestas para participar de las jornadas.
Más información: jornadasdiversidadyeducacion.blogspot.com.ar
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