CINE
› Por Diego Trerotola
En la introducción a la retrospectiva que le dedicó el festival cordobés Cortópolis el fin de semana pasado, el director argentino Martín Deus escribió sobre su propia obra como cortometrajista: “A pesar de que me escandaliza el encasillamiento, termino por aceptar que mis cortos tienen mucho más que ver entre sí de lo que me imaginaba. Si me preguntan qué tipo de cine hago, con toda la vergüenza del mundo tengo que decir: cine romántico. Películas de amor, de pasiones, de cosas que me pasaron o que me gustaría que me pasen”. Encontrando la casilla que le permite jugar al amor y al desamor, imaginario y real, en los últimos años, Deus dirigió una serie de cortos que, casi sin querer, terminaron formando una suerte de folletín sobre relaciones pasajeras, condenadas a ser estrellas fugaces del romance diverso. Una lesbiana en busca de un padre anónimo en Besos sin futuro (2004) o dos jóvenes garotos trenzados en sexo express que se cruzan en un colectivo brasileño en Nocturno (2007) son ejemplos de estos relatos breves marcados por el pulso de cierta representación de la intimidad, donde el placer sexual se prolonga en el brillo en los ojos y en las caricias sensuales que desgraciadamente no tendrán porvenir, más bien se consumirán en un único encuentro casual. Sin miedo a ser cursi, con una mirada directa y precisa, los cortos de Deus forman una saga sobre las relaciones furtivas que se prolonga en su nuevo corto, Amor crudo (2008), tal vez el más personal de todos. Inspirado por algunos videos registrados con celulares que los adolescentes suben a YouTube, Deus construye un retrato donde apela a sus propios recuerdos durante el colegio secundario. De esta forma, una historia de amor entre dos compañeros, como una pequeña versión local de Krampack (2000), se desarrolla entre la certeza del sentimiento profundo y la inocencia vivida como travesura. En intercambios de fluidos nocturnos como forma de descubrir el cuerpo propio y el ajeno, los adolescentes de la película prolongan su amistad viril entre las sábanas como parte de la ebullición hormonal. Pero cuando aparece el sentimiento gay, la certeza de que eso es algo más que un juego, también surge la vergüenza y la imposibilidad de expresar el verdadero deseo frente al contexto homofóbico del colegio secundario. Porque entre tanta velocidad, entre tanta energía adolescente, a veces resulta difícil encontrar la forma de enfrentar los sentimientos en ese momento bisagra de la vida, en ese instante clave. Y Deus se atreve a mirar de cerca esa melancolía del fin de una etapa, esa imposibilidad de decir nuestra identidad, ese amor en fuga. o
Amor crudo se exhibirá en el próximo Festival de Cine de Mar del Plata, del 6 al 16 de noviembre.
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