BDSM ILUSTRADO
› Por Pablo Perez
“Labels are for jars”, comenta María mi post de Facebook, donde comparto mi anterior columna “Soy switch”. Entonces googleo “jars”, porque mi inglés es flojo, y ahí entiendo “Las etiquetas son para los frascos”. ¡Esta se mete a decirme “frasco” en mi propio muro! —pensé—, esto no puede quedar así.
En el mundo BDSM hay un amplio vocabulario que refiere a las diferentes prácticas y roles, tantas que se podría hacer un diccionario (que seguro ya existe, y si no habría que escribirlo). A mi entender, las “etiquetas” son útiles, por un lado porque es importante que estos términos se conozcan para echar un poco de luz sobre las ideas remanidas y sin matices que tienen ciertas personas acerca del BDSM y más específicamente del sadomasoquismo, tipo “el sádico es un hijo de puta y al masoca le gusta que lo caguen a palos”, y por otro, porque para quienes pertenecemos a la comunidad BDSM y estamos en la búsqueda de un partenaire con quien llevar a cabo nuestras fantasías, que las personas se definan con precisión hace que esta búsqueda, que de por sí ya suele ser difícil, se simplifique.
En el portal Mazmorra, por ejemplo, las opciones que se nos proponen para definir nuestros roles son de una musicalidad encantadora: dominante, sumiso, switch, spanker, spankee, fetichista, sádico, masoquista, kinkster, curioso, libertino. En las relaciones Dominante/sumiso, siempre hay uno que manda y otro que obedece. Pueden o no incluir las prácticas sadomasoquistas, es decir, las relacionadas con el dolor físico o la humillación. Entre las relaciones D/s se pueden ubicar las de Amo y esclavo, Amo y mascota, profesor y alumno, etc. Los switchs (entre éstos me incluyo) podemos pasar de Dominantes a sumisos, según la ocasión. Los términos spanker y spankee se refieren a personas que prefieren el spanking, que incluye nalgadas, azotes, fustazos, latigazos, etc. El spanking es sólo una de las tantas prácticas que se incluyen en el sadomasoquismo, que es bastante más abarcador e incluye otras maneras de dolor, como los juegos con agujas, cigarros, electricidad, y también otras formas de humillación no necesariamente dolorosas, como insultos, lluvias o escupidas. Los fetichistas podemos participar de las prácticas dolorosas y/o humillantes o no, es decir, podemos gozar exclusivamente con nuestro fetiche como puede ser el cuero, el látex, la lencería y tantos otros.
Kinkster en español es perverso, en el sentido más festivo de la palabra. Incluye todo tipo de perversiones. Alguien a quien, por ejemplo, le gustan los tríos o las orgías, sólo por eso podría presentarse como kinkster. Quien no sabe bien lo que le gusta y está explorando puede definirse como curioso y los libertinos son quienes se entregan sin frenos (¿ni etiquetas?) a los placeres sexuales. Entiendo que, como dice María, “las etiquetas son para los frascos”, pero sin estas hermosas y sonoras palabras, nos sería imposible encontrarnos, visibilizarnos, contar quiénes somos y qué hacemos.
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