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Eurochannel estrena Cómo tocamos la revolución, un documental sobre la independencia de Lituania, que no llegó de la mano de la lucha armada sino de los shows y los maquillajes de Antis, una de las bandas post punks más freaks de los europeos años 80.
› Por Alejandro Dramis
Es una lástima que Antis no signifique “anti” en lituano, porque si así fuera resumiría rápidamente las ideas políticas, libertarias y contraculturales que abundan en las letras irónicas, la imagen bizarra, vampírica y la actitud subversiva de la banda más extraña y original de la escena post punk europea. Inicialmente formada por el arquitecto Algirdas Kaušpedas en 1984, como una broma para una fiesta de año nuevo, Antis (que en lituano significa “pato” y, a su vez, “publicidad engañosa”) se convirtió, casi de casualidad, en un éxito rotundo y en la voz principal de los jóvenes disidentes dentro del mundo soviético, cansadxs de las constantes persecuciones y prohibiciones de un régimen que catalogaba a ciertas expresiones artísticas como “música de baja calidad del oeste”, en cuya lista se incluían a los Ramones, AC/DC y el andrógino Alice Cooper.
En sus presentaciones en estadios y en la televisión, Kaušpedas y el resto de la banda aparecían siempre maquillados, con los labios pintados de rojo o violeta, extraños símbolos dibujados en sus caras y los pelos engominados, los ojos exageradamente abiertos cual vampiros insomnes y siempre jugando con sus identidades, siempre detrás de las máscaras que ellos mismos montaban sobre sus rostros burlones. Dentro del territorio soviético que un grupo de hombres se presentara públicamente maquillado ya implicaba un riesgo de persecución y una declaración de principios libertarios en sí mismo, y eso era solo el punto de partida. Los shows de Antis, teatrales y performáticos, incluían ridiculizaciones a funcionarios públicos, fotografías intervenidas de personajes importantes de un régimen con sede en Moscú que se vio complicado de censurar a un grupo cuya visibilidad y reconocimiento entre la juventud había crecido demasiado rápido. Las letras se burlaban en las narices del gobierno a través de canciones como Funcionarios o Zombis, dos melodías diferentes pero cuyos títulos bien podrían operar como sinónimos. Además de vocalizar su pequeña guerrilla artística, Kaušpedas se convirtió en uno de los impulsores del movimiento de liberación lituano Sajudis, que se encargó de organizar la independencia lituana no a través de la lucha armada, sino de la música ejecutada por freaks disidentes, sumando a los conciertos acciones públicas pacifistas y teatrales junto a la población que decidió como estrategia no bombardear un Estado, sino reírse en su cara, escuchar a los raros que proponían pintarse los labios y los ojos para contrarrestar la brutal violencia y censura estalinista. Y al final, lo más extraño de toda esta historia no fueron ellos, sino que ¡finalmente lo lograron!, instaurando consignas que, entre otras, parafraseaban una vieja frase hippie: “Make love not walls” (“Hagan el amor, no muros”).
Cómo tocamos la revolución es un hermoso documental que retrata las actividades de Antis hasta 1990, año en que la banda se separó y que coincide con la revolución que trajo la independencia de Lituania. El activismo freak, irreverente y descontrolado de su música y sus shows dio el puntapié inicial para que muchas prácticas sociales, culturales y sexuales dejaran de estar prohibidas y criminalizadas en los países que conformaban la URSS, logrando así la descriminalización, entre ellas, de la homosexualidad, despenalizada en Lituania en 1993. No obstante la actitud vanguardista, la situación que siguió inmediatamente a aquellos años poco heredó de ese espíritu: hoy en día casi no existe apoyo por parte de la población lituana para el avance de leyes igualitarias como el matrimonio entre personas del mismo sexo o la ley de identidad de género, al punto tal que recién en 2010 se realizó la primera Marcha del Orgullo en la historia de ese país. En este contexto, Vladimir Simonko y Eduardas Platovas, dos activistas por los derechos de las minorías sexuales, la vienen peleando casi en solitario desde que fundaron la Liga Gay Lituana en el año 1995, la única agrupación por la promoción de los derechos para personas lgbtiq en el país. En 2007 Antis se reunió después de muchos años de inactividad, pero el impacto de su imagen y su estética ya no causó el mismo efecto que en otros tiempos. Probablemente porque actualmente exista una demanda de acciones más frontales para crear impacto, como lo saben las Pussy Riot, rescatando la actitud originaria de Antis, pero accionando en la dictatorial Rusia de Vladimir Putin.
Sábado a las 20 por Eurochannel
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