Sáb 28.11.2015
soy

AIRE CARGADO

› Por Mario Pecheny

Hubo elecciones nacionales. Voté. No lo hice por Macri, ni en blanco, ni impugné. El resultado no me sorprendió. ¿Qué puede significar el nuevo gobierno de Cambiemos en relación con los derechos relativos a la sexualidad y el género? Aquí aventuro dos paisajes.

Paisaje 1 Las cosas no van a cambiar demasiado. No va a haber marcha atrás en los derechos ya consagrados legalmente. Seguirán sí dándose a conocer casos de discriminación y exclusión. La violencia hacia las mujeres y las trans seguirá siendo recurrente, y los mecanismos legales seguirán funcionando (tan mal, tan bien) como hasta ahora. El aborto es una incógnita. Como con Cristina, el estatus quo parece inamovible. Pero como con Cristina y antes de eso, yo soy de quienes piensan que esta deuda de la democracia se va a resolver, que la sociedad y la clase política argentinas deberán hacer algo para que no haya más abortos clandestinos y muertes por aborto. Para ello el movimiento social deberá actuar de manera más unitaria y estratégica de lo que lo ha hecho hasta ahora. También creo que va a haber avances, pequeños, tal vez más grandes, en derechos sexuales. Muchos y grandes avances en derechos sexuales y de género se dieron durante el gobierno de Menem: la ley de cuotas, por ejemplo, o la ley de VIH/sida. Macri y los suyos se las dan de modernos, y lo sexual siempre sirvió para dársela de moderno. El neoliberalismo de Macri y los suyos tiene una partecita liberal, que habrá que sostener. Por todo esto intuyo que no va a haber una gran debacle en la materia. Nobleza obliga: todo esto podría haberlo escrito si ganaba Scioli, incluso con algo más de cautela dado el papismo del candidato que he votado.

Paisaje 2 Los derechos relativos a la sexualidad y el género no se reducen a leyes aprobadas y el reconocimiento formal de la titularidad de derechos. Son necesarias condiciones materiales y simbólicas para poder ejercerlos. Por eso este paisaje es mucho más oscuro. Con un Estado que presumiblemente va a actuar para favorecer a los privilegiados por su clase y su género, con procesos de desigualación social y desprotección del trabajo y el acceso a los bienes más básicos, con la fragmentación jerarquizada del sistema de salud y del sistema educativo, el ejercicio de todos los derechos se verá resentido para gran parte de la población, heterosexual o no, cis o trans. Como las líneas de opresión y dominación suelen reforzarse, como las líneas de opresión económica se cruzan con las de género, sexuales y étnico-raciales, con el estado de salud o el estatus migrante, es decir con todas aquellas líneas que facilitan o dificultan el acceso a la ciudadanía y los derechos, este paisaje 2 pinta sombrío. Bastante sombrío.

Pero mi optimismo no termina con creer que el aborto va a ser reconocido como derecho. Mi optimismo confía en la capacidad de resistencia de nuestro pueblo. Por supuesto, hace falta seguir organizadxs, ser inteligentes y perseverantes, tener memoria. Un gobierno democrático de derecha no es el fin del mundo. Nuestro pueblo ha sobrevivido dignamente peores afrentas.

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