“Viento, conduce a mi intuición. No hay otra guía que esta sensación de inmensa libertad”, dice, declara, Paula Maffía en “Córcega”, la bellísima canción que lleva el nombre de la isla donde nació Napoleón, pero que en Ojos que ladran, su primer disco solista, es un sueño. Y este sueño se canta con agudos que buscan llegar muy lejos y desembarcar ahí, en esa tierra a la que huyó el amor por el cual Maffía es capaz, dice, de doblegar al mar. Y no caben dudas de que no miente, con esos agudos, la creadora y líder de Las taradas y La cosa mostra, es seguro que puede hacerlo. Con ellos sabe dar batalla y desplegar la extraordinaria potencia de su joven voz –la que viene acrecentando su potencia disco a disco, recital tras recital desde hace 15 años–. En el tema “La rama y la flor” esos agudos traen el recuerdo de su antecesora L, una Celeste Carballo que en sus años mozos, con intensa y desgarrada expresividad, se paró también en una fina línea que, por efecto de un buen ensamble musical, lograba unir géneros tan dispares como el folklore y el blues. Y en el año 2015, cuando ya se han barrido todos los géneros, a Maffía, que sigue el camino de esta deconstrucción, sólo le queda seguir experimentando y la mixtura y frescura que caracterizan a sus canciones, acompañan todo el disco. En sus once tracks, además del blues y el folklore, el rock, el folk, el pop y hasta el punk, van entremezclándose también en una orgía de la que participan todas: Carla Nicastro, en batería, Lucy Patané, en guitarra y bombo legüero, Marian “Lux” Pérez en vientos y coros, Natalia Sabater en acordeón y Clara Testado en bajo, entre otras músicas más. Son ellas las protagonistas de las escenas creadas para el arte de Ojos que ladran (diseñado, por si algo le faltaba, por la multifacética Paula Maffia, con fotos de Natalia Labaké), todas de clarísimo corte lésbico o al menos en consonancia con la disidencia ladradora que sus letras y músicas logran encarnar. En las hojas centrales del librito que ilustra el espíritu del cd, este grupo de amazonas de la nueva canción argentina, se muestran diabólicas, caníbales y guerrilleras en un cuadro bucólico que da miedo: las chicas aparecen en el medio del monte empuñando una metralla, un tridente y un machete. Como frutilla de la torta, Paula, la voz del grupo, lleva puesto un bozal a lo Hannibal Lecter (así se la ve también en la imagen de tapa, a diferencia de la contratapa, donde ya se liberó de él como en el final de un cuento). ¿Pero a quién se querrá comer viva esta artista creadora también, junto a Mariana Bugallo, del dúo Boca de buzón? ¿A la música, a la poesía, al amor, a todo esto junto? ¿A las chicas? O más bien, el peligro no radica en lo que esa boca se pueda o quiere comer sino en lo que es capaz de hacer salir de su interior perruno. “De tu boca pende algo/ que pretende esconderse –dice en “La fina línea”–. / De la punta desovillo/ las palabras que atragantan./ Todo lo que no decís/ tiene que salir, la fina línea/ entre adaptarse y resignar”. De su poética caja de Pandora, Paula Maffía saca también bellezas letrísticas como la de “La rama y la flor”, la canción antes citada que canta junto a Jazmín Esquivel en un acertado contrapunto: “De mi brotar nace la que me robará al sol, de mi cantar pende la que enamorará al colibrí. Pero amo a quien me roba porque nace ella de mí”. También entre sus letras brillan algunas definiciones fulminantes e inolvidables como: “La confianza, carne esquiva, tatuaje inviolable”. Este es el último tema del disco y es en él donde se esconde el secreto de sus ojos: “Ojos que ladran, corazón que no muerde”, canta Paula Maffía, quien más que perra, en esta orgía se desnuda y se muestra como una vulnerable enamorada.

Paula Maffía en Mar del Plata. El sábado a las 22.30 en Hostel Zeppelin (Rawson 2792) y el domingo a las 22.30 en La Guagua bar (Hipólito Yrigoyen 2775)